UN DISCÍPULO DE JESÚS
EL VERDADERO DISCIPULADO Por William Mc Donald 1º Un amor supremo por Jesucristo. “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos y hermanos y hermanas, y aún también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc.14:26) Esto no significa que debamos tener animosidad o mala voluntad en nuestros corazones hacia nuestros familiares, pero sí quiere decir que nuestro amor a Cristo debe ser tan grande que, en comparación, todos los amores sean menores. En realidad, la parte más difícil de este pasaje es la expresión, “y aún también su propia vida”. Amor propio es uno de los más persistentes obstáculos para el discipulado. Y hasta que no estemos dispuestos, por nuestra propia voluntad, a poner nuestras vidas a Su disposición, no estaremos en el lugar donde Él nos desea. 2º Una negación del “yo”. “Si alguno quiere ver en pos de mí, niéguese a sí mismo” (Mt.16:24). Negación del yo no es lo mismo que la abnegación. Lo último significa privarse de algu