ESTORBOS A LA ORACIÓN
Juan Bta. García Serna
Al plantear este tema, es necesario considerar qué oraciones son respondidas, y cuáles no, por ello, hemos de entrar, aunque no sea exhaustiva la reflexión, en esta relevante cuestión de la oración en el concepto bíblico. Hay una tendencia a un activismo carente de la búsqueda de Dios y, por lo tanto, escasea el fruto que cada cristiano debe producir, según la enseñanza de Jesús: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Evangelio San Juan 15:5) Y ahora, dejemos hablar a la Biblia, pero en esta cuestión solamente tocaré las oraciones que son estorbo, y por consiguiente, no traerán la respuesta de Dios, y en otro artículo tocaré el tema de las oraciones que Dios toma en consideración y responde, ya que las tales responde a su plan divino, según las Sagradas Escrituras.
(1) "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado. Mas ciertamente me escuchó Dios. Atendió a la voz de mi súplica” (Salmo 66:18-19) La expresión de “mirar a la iniquidad”, no se limita a algún aspecto en concreto de pecado, sino que abarca toda área de pecados. Todos los humanos pecamos: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1ª Juan 1:8), no obstante, hay un perdón de parte de Dios: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1ªJuan 1:9) Hay una diferencia entre caer en el pecado, y otra muy distinta en practicar habitualmente el pecado (1ª Juan 3:8-9)
(2) “Vosotros, maridos,
igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más
frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras
oraciones no tengan estorbo” (1ª Pedro 3:7) Si un matrimonio no cumple las normas bíblicas, es
decir, cada uno de los cónyuges, entonces las oraciones elevadas a Dios no
tendrán efecto alguno, o sea, una actitud incorrecta será un gran impedimento a
la hora de orar al Señor. Quizás, para nosotros, haya cosas que nos parezcan no
relevantes, pero para Dios sí lo son, por lo tanto, es necesario atender
reflexivamente a la enseñanza bíblica.
(3) “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Epístola Santiago 4:3) La fe no busca esta motivación egoísta, es decir, “para gastar en vuestros deleites”, por lo tanto, esta actitud será “estorbo a la oración. Y para que esto no suceda es necesario ser guiados por el Espíritu Santo: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles, Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Epístola a los Romanos 8:26-27), o sea, nuestras oraciones no deben ser en voluntad propia, sino dejarnos que el Espíritu Santo nos conducta en las oraciones a Dios.
(4) “Y si alguno de
vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando
nada: porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por
el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que
recibirá cosa alguna del Señor” (Stg.1:5 al 7) La fe debe cultivarse con la Sagrada
Escritura: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”
(Epístola a los Romanos 10:17) Jesús es quien puede darnos la fe: “Dijeron los
Apóstoles al Señor: Auméntanos la fe” (Evangelio San Lucas 17:5) Dios es quien
da la fe: “Digo, pues, por la gracia que me es da, a cada cual que está entre
vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que
piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada
uno” (Epístola a los Romanos 12:3) La fe es un don del Espíritu, así se nos
dice cuando se habla de los dones del Espíritu: “A otro, fe por el mismo
Espíritu” (1ª Corintios 12:9) La fe
tiene un proceso de crecimiento: “Sino que esperamos que conforme crezca
vuestra fe” (2ª Corintios 10:15) “Porque no es de todos la fe” (2ª
Tesalonicenses 3:2)
(5) “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará. Y orando, no uséis vanas repeticiones como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos” (Evangelio San Mateo 6:5-7) La enseñanza de Jesús es clara, no hay lugar a dudas, las oraciones tienen estorbo cuando carecen de plena sinceridad, y cuando lo único que se busca son oraciones ritualistas y con apariencia de piedad, pero carentes de una verdadera búsqueda de la presencia de Dios. Las oraciones para acallar la conciencia ante el mal hecho no tienen cabida en Dios: “Que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación” (Evangelio San Lucas 20:47) Una oración estorbo es cuando la hacemos para la propia justificación y menospreciando a los demás: “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano” (Evangelio San Lucas 18:10-11,14)
(6) “Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegos; porque no te oiré” (Jeremías 7:16) Esto sucede cuando Dios habiendo hablado no se hizo caso de su enseñanza, sino al contrario continuarán haciendo malas obras: “Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras dice Jehová (Yaveh), y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis” (Jeremías 7:13) Sólo Dios sabe quiénes son los corazones endurecidos, y aunque se ore por ellos, no habrá ningún arrepentimiento a volverse a Dios, así que, es posible, que el Señor indique al creyente si debe seguir orando o no, ante un corazón en plena revendía que nunca habrá para la tal persona un cambio de actitud de pecado. No obstante, no es fácil saber cuándo debemos de dejar de orar por tal o tales personas, ya que Dios dice: "Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres" (1ª Timoteo 2:1), por ello, se ha de tener una dirección especial de Dios, para dejar de interceder por alguien que rechace la palabra de Dios de manera deliberada.
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