DIOS OYE LA ORACIÓN

 Juan Bta. García Serna

“Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá: Porque quien pide recibe, quien busca halla y a quien llama se le abre” (Evangelio San Mateo 7:7-8)

Aquí tenemos una promesa hecha por Jesús que debería dar ánimo al cristiano, ¿por qué razón? “Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén” (Epístola a los Corintios 1:20)

Ahora consideraré la oración que Dios oye, aunque toda oración es oída, pero no respondida conforme al deseo propio; hay un principio bíblico paulino, de su propia experiencia, a tener en cuenta: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2º Corintios 12:9)

(1)  La fe y la voluntad de Dios deben preceder a la oración: “Y esta es la confianza que tenemos en él, qué si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1ª de Juan 5:14-15) Así fue el ministerio de Jesús: “Porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envío, la del Padre” (Evangelio San Juan 5:30) Y ante la eminente crucifixión: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Evangelio San Mateo 26:42) Y respecto a la fe: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Evangelio San Mateo 21:22)

(2) La obediencia a la palabra de Dios, y su praxis deben preceder a la oración: “Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (1ª de Juan 3:22) Un conocimiento de las Sagradas Escrituras no es suficiente: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hicieseis” (Evangelio San Juan 13:17) “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Epístola de Santiago 1:22) “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” (Epístola a los Colosenses 3:16)

(3) Un auténtico clamor debe preceder a la oración: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmo 42:1) Quizás hay oraciones que carecen de la expresión del salmista: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Salmo 42:2) ¿Qué dice Dios al respecto? “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3) ¿Y qué dijo Jesús? “Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” (Evangelio San Lucas 18:7) Un ejemplo de clamor lo observamos en el patriarca Jacob: “Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y lo bendijo allí” (Génesis 32:26, 29)

(4) La comunión con Dios en privado debe preceder a la oración en público: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará” (Evangelio San Mateo 6:6) Jesús fue un gran ejemplo de su oración en secreto al Padre: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Evangelio San Marcos 1:35) “Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo” (Evangelio San Mateo 14)23) “Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro” (Evangelio San Mateo 26:36) “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que deban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias a Dios

(5) El Espíritu Santo debe preceder a la vida de oración: “Orando en el Espíritu Santo” (Epístola de Judas 20) “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Ma el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Epístola a los Romanos 8:26-27) La intervención del Espíritu Santo en la oración hace posible que no haya oraciones equivocadas, o desprovistas de autenticidad, ya que el cristiano deja de orar él para dar lugar al plan de Dios.

(6) La actitud sincera de corazón, ante la presencia de Dios, precede a la oración: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:12-13) Así Dios oye la oración: “Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová (Yaveh) Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti. Y le dijo Jehová (Yaveh): Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia” (1ª Reyes 9:3) “Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne” (Salmo 65:2) “Este pobre clamó, y le oyó Jehová (Yaveh) “Busqué a Jehová (Yaveh), y él me oyó, y me libro de todos mis temores. Este pobre clamó, y le oyó Jehová (Yaveh), y lo libró de todas sus angustias” (Salmo 34:4, 6) “Y antes que clamen, responderé yo, mientras aún hablan, yo habré oído” (Isaías 65:24)

 

 

 

 

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