LA FAMILIA CRISTIANA (I)
Don Ernesto TRENCHAD
CAPÍTULO 1
EL ENFOQUE
DEL TEMA
Lo que
implica la familia
A veces reaccionamos ante lo muy conocido como si la
familiaridad en sí equivaliera al conocimiento exacto de los factores que
integran la situación, capacitándonos a llegar “sin más” a soluciones
acertadas. De hecho, tras la fachada tan conocida pueden esconderse factores
complejos que ignoramos por falta de estudio, hasta tal punto que la solución
que aparece obvia resulte ser una equivocación desastrosa. Nada hay más
conocido que la familia, el primer fenómeno social que apreciamos como
infantes, y que, en sus posibilidades y peligros, ha de influir profundamente
en tantos aspectos de nuestra vida en todas sus etapas. Con todo, el
“conocimiento” suele ser muy superficial, tapando una ignorancia profunda de
los factores que obran para bien o para mal. En consecuencia, el océano de la
sociedad está lleno de naufragios de hogares que habrían podido ser felices sí
sus partes integrantes hubiesen comprendido las fuerzas e impulsos que trocaron
la paz en tormento.
La definición de la familia
Como este librito quisiera servir de ayuda práctica para
miembros de familias en distintas fases de su desarrollo en el Occidente, no
interesa analizar situaciones que se producen en sociedades cuyas normas
matrimoniales y familiares son distintas de las de nuestra civilización. Para
nosotros la familia surge del matrimonio monogámico, teniendo por núcleo
esencial a los casados y a los hijos habidos por la unión matrimonial. Hay
familias felices, cuyos miembros saben disfrutar de sus privilegios y cumplir
con sus obligaciones para el bien de todos, pese al roce de las personalidades
que no se excusa en círculos humanos. En cambio, otras pierden sus bendiciones
porque los miembros integrantes no saben controlar su egoísmo ni poner freno al
deseo de dominar en las vidas de los demás: funestas tendencias que muchas
veces convierten en un infierno lo que podría ser un paraíso.
Lo más común es que se cumplan algunas de las finalidades de
la sociedad familiar, mientras que otras fracasan, con la amargura consiguiente
para ciertos de sus miembros que podrían ser felices si supieran solucionar los
problemas que surgen de la misma esencia de la familia, compuesta de hombres,
mujeres y niños, tan rica en posibilidades de todo orden, pero abierta también
a las sugerencias del diablo.
Hacia una orientación
¿Por qué ha de haber tanta variación
en una institución ordenada por Dios para el bien de sus criaturas? Este librito
no pretende traer soluciones “hechas a la medida”. Lo único que el autor
quisiera destacar, como algo evidente, es que estas personalidades humanas que
son los hijos, que llegarán a ser novios, que pasarán a ser casados y padres,
podrían enfrentarse mucho mejor con los problemas, hallando mucho más gozo en
las posibilidades de sus relaciones de familia, si tuviesen una idea clara de
los factores involucrados en las diferentes situaciones.
Tratándose de personas humanas, lo
primero que hay que preguntarse es: “¿Quién soy yo?”. ¿Cuáles son los resortes
que producen impulsos que reconocemos como buenos o malos? Luego, “¿quién es él
(o ella)?” Es preciso tomar en cuenta el sesgo que impone el sexo, y luego la
herencia genética, la crianza, etc. Decía un filosofo francés que, hay
necesidad de hacer un esfuerzo real por comprender la persona de “enfrente” o “al
lado”. ¿Cuáles son las condiciones que rigen durante el noviazgo, el matrimonio?
¿Nos hemos preocupado por estudiarlas? ¡Tantas parejas se lanzan al matrimonio
y llegan a ser padres sin haber pensado que la paternidad y la maternidad
constituyen el oficio más delicado y difícil que existe en el mundo!
Este librito, pues, es una invitación
a meditar en los factores que operan dentro de nosotros y en el círculo de las
relaciones más íntimas que se conocen en la esfera humana. Quizá debiéramos
hacer constar que la información y los consejos de esta obra surgen de la
Biblia en primer lugar, y de una psicología pragmática en segundo lugar. Si
rozamos con temas técnicos, no los hemos de tratar exhaustivamente, sino
señalando más bien el camino a seguir si el lector desea ampliar más sus
conocimientos en la esfera de que se trata.
Lo que nos interesa es la parte
práctica: que conozcamos los factores que rigen en nuestra pequeña sociedad
para sacar el “sentido común” de las cosas. No escribimos pensando en
especialistas, sino en los muchos creyentes que jamás han recibido información
y consejos sobre asuntos que les afectan tan de cerca, y que influyen tanto en
el buen testimonio de los hijos de Dios. Gracias a Dios por aquellos miembros
de la familia divina que pueden aprovechar las riquezas de su gracia en las
circunstancias más humanas, humildes y delicadas de la vida.
Comentarios
Publicar un comentario