DON/ES DEL ESPÍRITU SANTO

Juan Bta.García Serna 

REFLEXIÓN

BÍBLICA

Hay muchos creyentes que ignoran cuál es su don/es que Dios le ha dado para ser usados dentro y fuera de la congregación. Y existe el error de pretender hacer cierto ministerio eclesial para lo cual no ha sido capacitado por Dios. ¿Cómo se evidencia un llamado de Dios? “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orando, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo” (Hch.13:2-4)

La finalidad de cada don/es no es otra que el servicio, y no el cargo, o rango posicional, ¡esto es lo bíblico! Y para Dios no cuenta el lugar que uno ocupe en la congregación, sino el uso de servicio fiel que haga al Señor sea cualquier servicio que haga dentro y fuera de la congregación. Si no aprendemos esto, entonces no estaremos utilizando el plan divino para nosotros.

DON/ES DEL

ESPÍRITU SANTO

“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1Cor.12:1) El Espíritu Santo da algún don/es a los creyentes para que sean usados en beneficio de la congregación: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1Cor.12:4,7,11) “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1Ped.4:10) ¿Qué pasaría si cada creyente utilizará el don/es que Dios le ha dado? Lo triste es que en la congregación sólo unos cuantos están en activo, y los demás oyen; gran equivocación que contradice las Sagradas Escrituras. Si no sabes cuál es tu don/es, Dios te lo mostrará, y además con el visto bueno de la congregación, quienes serán edificados por tu labor con tu don/es.

El uso del don/es debe ir acompañado del poder del Espíritu Santo, sino sería un mero intelectualismo, aunque éste sea bíblico, pero carente de autoridad espiritual de ayuda a los creyentes; tomemos el ejemplo del apóstol Pablo: “Y ni palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino el poder de Dios” (1ª. Cor.2:4-5)

Ejemplo de la autoridad de Jesús cuando enseñaba: “Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mr.1:22) Es la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente quien otorga esta autoridad espiritual para la extensión del evangelio: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch.1:8)

Pablo le dice a Tito: “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad” (Tito 2:15) La experiencia apostólica: “Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos” (Hch.4:33) La experiencia de los primeros cristianos: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados templo; y todos fueron llenos del Espíritu Santol, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hch.4:31) “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria” (1ª Pedro 4:11)

FRUTOS DEL

ESPÍRITU SANTO

Ahora bien, el don/es han de ser acompañados del fruto del Espíritu Santo: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gál.5:22) Si hemos de producir fruto para Dios, entonces hemos de tener en cuenta la enseñanza de Jesús al respecto: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Jn.15:5,8)

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