LA QUINTA TROMPETA (VII)

Samuel Pérez Millos

APOCALIPSIS

(9:9)

“Tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla”. “Y tenían corazas como corazas de hierro y el ruido de las alas de ellas como ruido de carros de caballos muchos que corren a batalla” (Gr.)

Las langostas estaban protegidas por corazas como de hierro, con lo que se establece una figura de protección plena. La idea que expresa la figura de la coraza es la de la imposibilidad para hacerles daño e incluso para defenderse de ellos. La descripción encaja con las láminas que, a modo de escamas, recubren el cuerpo de la langosta. La idea general es que todos los recursos humanos para la defensa de la población son inútiles contra la fortaleza de estos seres. Los demonios son vistos en la perspectiva de la visión profética como un ejército perfectamente entrenado y absolutamente invencible.

La marcha de la formación diabólica estremece también por el sonido que producen y que Juan compara como el que resulta de un gran número de carros de combate tirados por caballos, corriendo a la batalla. El ruido de una formación de estos carros herrados, auténticos blindados en tiempos de Juan, producirá pánico en quienes contemplaban la marcha, sobre todo, si eran enviados contra ellos. Todo cuanto envuelve la descripción habla de conflicto, dolor e incluso miedo. La visión que Juan describe es propia del tiempo en que Dios intervendrá en juicio sobre la tierra a causa del pecado de los hombres.

(9:10)

“Tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses”. “Y tienen colas semejantes a escorpiones y aguijones y en las colas de ellas el poder de ellas para dañar a los hombres meses cinco” (Gr.)

Juan describe el aspecto de la parte posterior de esos seres como semejantes a escorpiones. La cola de los escorpiones es larga h habitualmente la levanta a modo de un círculo sobre la espalda. En la visión observa que al final de la cola estaba también el aguijón, y aguijones en las coas de ellas, propio de todos los escorpiones, que clavan en la víctima y les sirve para inyectarle el veneno que producen en las glándulas próximas al aguijón. Este veneno es el que, una vez inyectado, causa el daño, en ocasiones mortal, y siempre unido a un dolor importante.

Los demonios como hijos espirituales del maligno, que es por condición pecaminoso homicida (Jn.8:44; 1Jn.3:12), tiene la disposición natural para matar y destruir. Sin embargo, no pueden llevar a cabo su propósito final, porque tiene limitado el poder tan solo para dañar, pero no para destruir o a matar a los hombres (v.5)

Las langostas, visión materializada de los espíritus malignos, es la de una perfecta adaptación para llevar a cabo con éxito la misión de producir mal y afligir a los hombres. Los juicios de Dios se incrementan en modo asombroso, con todo, estos juicios, no tiene por objeto el castigo simplemente, sino que son advertencias y amonestación divina que llama a los hombres al retorno a Dios en un auténtico y genuino arrepentimiento.

 

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