LA TERCERA TROMPETA

Samuel Pérez Millos

APOCALIPSIS

(8:10-11)

El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas” (“Y el tercer ángel toco la trompeta, y cayó del cielo estrella grande ardiendo como antorcha y cayo sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas” (Gr.)

Lo mismo que en los dos casos anteriores, el tercero de loas ángeles tocó la trompera y como resultado Juan vio caer del cielo una estrella ardiendo a modo de inmensa antorcha. Al proceder del cielo, no dependía de ninguna acción propia del hombre, sino que era sobrenatural y ajena a cualquier actividad de la tierra, por tanto, sólo podía ser enviada por quien estaba sentado en el trono y por el Cordero. ¿Qué tipo de estrella es esta que vio Juan el profeta? Juan no utiliza un lenguaje comparativo; no dice que vio como una estrella, sino que vio una estrella. Indudablemente no puede tratarse de una estrella como las que se ven lucir en el cielo; ninguna de ellas podría ser arrojada a la tierra sin que produjese la extinción del planeta. Podría tratarse de un meteoro, o algún tipo de asteroide de pequeña dimensión.

Con todo no se busca determinar aquí el tipo de cuerpo celeste de que se trata, sino de entender que Dios lo envió como elemento de juicio sobre la tierra. La mente humana busca responder a curiosidades y muchas veces acude a la profecía como en este caso, para establecer interpretaciones hipotéticas conforme a su propio pensamiento llegando a conclusiones que son mera ciencia- ficción. Debe tenerse en cuenta que no es posible establecer, sino simplemente sugerir un parecido o una semejanza, con algo conocido en este momento para dar una interpretación lógica a la visión de Juan. Lo único cierto es que Dios desea, por medio del profeta dar a conocer la acción judicial que afectará el mundo en los tiempos anteriormente inmediatos a la segunda venida de Jesucristo.

En algunos ocasione la palabra se usa en el libro para referirse a seres angelicales (Ap.1:20; 9:1; 12:4). Sin embargo, en todos los casos queda determinado el significado por el contexto inmediato. Por tanto, si no lo exige , como es en este caso, no debe alegorizarse el texto sino darle interpretación gramático-literal-histórica que el término expresa. La estrella venía ardiendo como si fuese una gran antorcha y se precipitó sobre la tercera parte de los ríos y, por consiguiente, también sobre la tercera parte de las fuentes de aguas, en alusión a los manantiales de agua dulce apta para beber.

La acción sobrenatural de Dios produce dos resultado: el primero consistente en el hecho de la caída del cuerpo celeste; el segundo la acción judicial concretada sobre un determina elemento de la tierra que son las aguas dulces. El mar había sido afectado con la acción divina anterior; en este caso Dios toca las aguas y manantiales de la tierra.

No deja de ser notable la semejanza con las plagas de Egipto, en este caso con la primera de ellas (Éx.7:21), en la que el río quedó contaminado de modo que tuvieron que vacar nuevos pozos para poder suministrarse de agua potable. Como entonces, también en el futuro Dios es Soberano y su capacidad de actuación no puede ser impedida por ningún ser ni por ni por ninguna circunstancia. Él determinó juzgar al mundo con justicia y lo hará conforme a su propósito y de acuerdo con su voluntad.

Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de la aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas” (“Y el nombre de la estrella se dice Ajenjo y convirtió la tercera parte de las aguas en ajenjo y muchos de los hombres murieron por las aguas que se hicieron amargas” (Gr.)

El astro arrojado a la tierra tenía como nombre Ajenjo. Dios puso nombre a todas los astros, por tanto, no es de extrañar que este viviese también un nombre propio. El nombre Ajenjo, aparece por primera vez en el texto griego. El ajenjo, como sustantivo común, expresaba para los antiguos lo más amargo. Es usado simbólicamente para referirse el juicio de Dios y las consecuencias que produce, como ocurre en la profecía de Jeremías cuando se lee: “Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les daré a beber agua de hiel” (Jer.9:15)

Se usa también para expresar las consecuencias que acarrea el apartarse de Dios para seguir a los ídolos, como advierte Moisés: “No sea que haya entre vosotros varón o mujer, o familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Jehová nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esas naciones; no sea que haya en medio de vosotros raíz que produzca hiel y ajenjo” (Dt.29:18). En el mismo sentido figurado habla Dios por medio de Oseas, refiriéndose al falso compromiso de Su pueblo: “Han hablado palabras jurando en vano al hacer pacto; por tanto, el juicio florecerá como ajenjo en los surcos del campo” (Os.10:4)

También se utiliza el simbolismo del ajenjo para referirse a la práctica de la injusticia: “Los que convertís en ajenjo el juicio y la justicia la echáis por tierra” (Am.5:7). Otra figura del ajenjo se usa para expresar la amargura del corazón, como recuerda el creyente en su oración: Me llenó de amarguras, me embriago de ajenjos”. “Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel” (Lam.3:14, 19). A la vista de los ejemplos anteriores, la figura que Juan describe es sinónimo de juicio divino que amarga al hombre y lo juzga porf su pecado y rebeldía.

El ajenjo tiene la propiedad de comunicar un sabor amargo al agua, cuando se mezcla con ella, de ahí que Juan diga: y convirtió en ajenjo la tercera parte de las aguas. Muchos de los hombres se verán entonces imposibilitados de beber el agua contaminada. Juan afirma que “muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas”. Cabe suponer que además de amargas, tenían algún componente que las hacía nocivas para el consumo humano, ya que en sí mismo el ajenjo, componentes en las plantas de la clase llamada artemisia, no es venenoso hasta el punto de ser mortal, aunque si puede ser en concentraciones elevadas, nocivo para la salud. Sin embargo el amargor que produce el ajenjo mezclado con el agua, puede impedir su consumo al hacerse insoportable.

La acción divina dañó la tercera parte de las aguas dulces, que se convirtieron en amargas, insalubres, no aptas para el consumo humano. Las aguas no se podían beber a cusa de su insoportable sabor. Algo semejante había ocurrido en la experiencia histórica de Israel cuando llegaron al manantial de Mara, cuyas aguas eran amargas (Éx.15:23). La reminiscencia de las plagas de Egipto sigue presente aquí. Los egipcios cavaron pozos alrededor del río porque las aguas que usaban para el consumo humano se habían contaminado (Éx.7:24). El resultado final de este juicio divino fue la muerte de muchos hombres a causa del juicio sobre las aguas.








Comentarios

Entradas populares de este blog

INTEGRIDAD

EL MATRIMONIO

DON/ES DEL ESPÍRITU SANTO