TROMPETA APOCALÍPTICA
Samuel Pérez Millo
Apocalipsis 8:7
PRIMERA TROMPETA
1ª parte.
“El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde”. Y el primero tocó la trompeta, y se originó granizo y fuego mezclados con sangre y fueron lanzados a la tierra, y la tercera parte de la tierra se quemó y la tercera parte de los árboles se quemó y toda hierba verde se quemó” (Gr.)
La acción del primer ángel fue la de hacer sonar la trompeta
que le había sido entregada. Los ángeles que estaban dispuestos para esa tarea
la iniciaron, tocando por orden cada uno la trompeta que tenían. Uno de ellos,
el primero, tocó la primera de las trompetas. El verbo expresa una acción
concluida, en el sentido de que comenzó y terminó el primer toque de la primera
trompeta.
El resultado fue una plaga sobre la tierra, semejante a la
séptima ocurrida en Egipto en los días de Moisés (Éx.9:23-26). Los profetas
anunciaron que en el tiempo final de la historia anterior a la venida del
Mesías a la tierra, se producirían milagros semejantes a los que sucedieron
cuando Israel salió de Egipto, haciendo referencia el profeta a un tiempo “la
tierra será asolada a causa de sus moradores, por fruto de sus obras”
(Miq.7:13), añadiendo: “Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de
Egipto” (Miq.7:15)
Dios manifiesta su presencia en juicio sobre la tierra, usando
una vez más, como hizo a lo largo de la historia, los elementos naturales de su
creación poniéndolos a su servicio. Unas veces lo hace benévolamente, enviando
su sol y su lluvia sobre justos e injustos y sobre buenos y malos (Mt.5:45);
otras, como en este caso, los usa como instrumentos judiciales sobre los
hombres impíos.
Los elementos descritos por Juan corresponden plenamente a una impresionante tormenta, rodeada de un intenso aparato eléctrico, unida a fuertes truenos, donde los rayos de la tormenta incendian los árboles y la hierba, y el granizo que sigue completa la destrucción. El fuego y el granizo siembran una estela de muerte representada en la visión de Juan como “mezclados con sangre”.
Es interesante apreciar que en la profecía hay un pasaje muy semejante, referido a la invasión de Israel por Gog y Magog, el reino del norte: “Yo litigaré contra él con pestilencia y con sangre; y haré llover sobre él, sobre sus tropas y sobre los muchos pueblos que están con él, impetuosa lluvia, y piedras de granizo, fuero y azufre. Y seré engrandecido y santificado, y será conocido ante los ojos de muchas naciones: y sabrán que yo soy Jehová” (Ezq.28:22-23)
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