SEÑALES, APOCALIPSIS.
COMENTARIIO EXEGÉTICO AL
GRIEGO DEL NUEVO TESTAMENTO
Samuel Pérz Milllos
Apocalipsis 17:6
“Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la
sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran
asombro”. “Y vi a la mujer ebria de
la sangre de los santos y de la sangre de los mártires de Jesús. Y me asombré
viendo la, asombro grande” (Gr.)
La mujer aparece ante la vista de Juan como ebria,
embriagada, borracha, que son las principales acepciones del verbo, dice el texto:
“de la sangre de los santos”. El lenguaje figurado aquí equivale a decir que se
gozaba en extremo en la muerte de los santos. Sin duda es la mejor simbiosis
para la bestia, que hizo guerra a los santos y los venció (Ap.13:7). Ambos, el
Anticristo y su sistema, emprenderán una decidida acción contra los seguidores
de Jesús. La mujer, figura del sistema religioso, se goza en extremo con las
acciones emprendidas contra los santos, esto es, los creyentes en Cristo.
No quiere decir esto que se trate de la Iglesia edificada en
la actual dispensación y traslada a la presencia del Señor antes del tiempo de
la tribulación. Se trata de los que creerán en Cristo a lo largo de aquel
tiempo. Los preteristas entienden que Juan se está refiriendo a las persecuciones
contra los cristianos desde el Imperio Romano de entonces. No cabe duda que una
corta persecución se había llevado a cabo en tiempos de Nerón.
El. Historiador Tácito la describió de este modo: “Una gran multitud
fue acusada tanto del incendio premeditado como de odio por la raza humana. No
sólo fueron condenados a muerte, sino que lo fueron con infamia, pues fueron
envueltos en pieles de bestias para perecer devorados por los perros o puestos
en cruces para ser quemados o cuando faltaba la luz, para ser quemados como
luces por la noche”. Luego de este brote de odio no revestía básicamente aspectos
religiosos, sino que eran acusados indignamente.
En contraste con los datos históricos la mujer de Apocalipsis
aparece en franca alianza con la bestia. Fue sólo en días de Domiciano, probablemente
en tiempos de Juan, que los cristinos fueron perseguidos por razones religiosas.
Posteriormente, a lo largo de la historia, muchos cristianos sufrieron la
muerte a causa de su fe. Sin embargo, Juan ofrece la visión de un tiempo en que
la persecución a los santos por razones religiosas alcanzará una dimensión como
nunca antes se había producido. La gran ramera se presenta como embriagada, a
causa de esa persecución. La muerte de miles de santos está descrita en el
libro (Ap.6:9; 13:7)
A los santos se les da también el calificativo de mártires, literalmente testigos. El testimonio de ellos se selló con su propia sangre, de ahí el concepto moderno de mártir. Son santos porque pertenecen a Dios, que los separó del mundo para sí. Son mártires de Jesús porque dieron su vida a causa de su inquebrantable fe en Él y se negaron a obedecer a otro nombre que no fuese el de su Señor (Ap.12:17; 14:12; 19:10; 20:4)
Ante la visión, el asombro de Juan fue mayúsculo. La
construcción gramatical es muy enfática en el texto griego: “me asombré, con
gran asombro”. Es fácilmente comprensible porque el ángel lo había llamado para
mostrarle “la sentencia contra la gran ramera” (v.1) y lo que está contemplando
es todo lo contario; más bien ve a la gran ramera ataviada con lujo y
descansado sustentada por el Anticristo. Es, pues, comprensible la perplejidad
de Juan. De igual manera, el asombro tendría que ver con el gozo íntimo que la
mujer sentía con la muerte de los santos.
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