APOCALIPSIS.

Samuel Pérez Millos

“Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos” (Ap.17:3) “Y llevó me al desierto en espíritu. Y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia que tenía cabezas siete y cuernos diez” (Gr.)

Juan es trasladado espiritualmente al desierto. No significa que físicamente se hubiese movido del lugar, sino que el Espíritu Santo capacitó al espíritu del profeta para apreciar la nueva visión que se le revelaba. Sin duda puede aplicarse a estar en Espíritu Santol, ya que toda la profecía procede el Espíritu (1Ped.1:20-21) Esa era la forma en que Isaías pudo recibir la visión del Señor (Is.6:1); de la misma manera también Ezequiel (1:4). El Espíritu Santo actúa sobre el espíritu del profeta para que pueda percibir las cosas de Dios.

Lo que sí es evidente es que las visiones le llegaron a Juan en ese estado espiritual fuera de lo normal, al que lo condujo la acción de Espíritu Santo. Ese era un modo habitual en muchas revelaciones del Señor a los suyos (Hch.10:10; 11:5; 22:17; 2Cor.12:2-3), de manera que cuando cesaba la acción de la revelación, el profeta volvía en sí mismo (Hch.12:11) El éxtasis espiritual es un estado de la parte espiritual del hombre, en plenitud, en virtud del cual queda dispuesto para la recepción de revelaciones divinas. De ese modo el espíritu de Juan alcanzó un estado de receptividad especial para la revelación que Dios le iba a comunicar.

Juan fue llevado en este estado “al desierto”. Un nuevo contraste aparece en el Apocalipsis: mientras que Israel, simbolizado en la mujer, fue llevado al desierto, como lugar de protección y cuidado (Ap.12:14), aquí el desierto es el lugar donde un sistema simbolizado también por una mujer, la gran ramera va a ser juzgado por Dios. El desierto es lugar donde no hay habitantes, despoblado, a donde Juan es llevado para que pueda recibir la visión.

El apóstol ve, en visión, a una mujer que aparece delante de él, sentada. Es evidente que la mujer estaba ejerciendo control sobre la bestia, y al estar sentada sobre ella indica también que es diferente. Una simbiosis une a la gran ramera, con la bestia escarlata, es clara alusión al Anticristo, que recibió el poder de Satanás para reinar. El aspecto religioso del sistema del Anticristo, representado aquí por la gran ramera, se sustenta sobre el mismo sistema. Es interesante recordar que el falso profeta, la representación del sistema religioso, se le conceden poderes y autoridad dente del sistema general del Anticristo, de modo que llega a utilizar la economía en su servicio (Ap.13:16-17)

Tanto la mujer como la bestia estaban llenas de nombres blasfemos. Una de las características de la bestia escarlata, la primera bestia, el Anticristo, es su blasfemia. Tenía un nombre blasfemo sobre su cabeza y blasfemaba contra Dios (Ap.13:5, 6) El Altísimo será despreciado delante de los hombres. En la progresión de maldad, de hablar blasfemias, pasa a tener nombres blasfemos, relacionados, sin duda, con su propia condición blasfema al hacerse adorar y pasar como si fuese Dios (2Ts.2:4)

La bestia sobre la que cabalga la mujer “tenía siete cabezas y diez cuernos”. Esta es una nueva identificación con la descripción de la primera bestia, que sale del mar, también con siete cabezas y los diez cuernos (Ap.13:1) Esla misma imagen de Satanás (A.12:3) Las siete cabezas y los diez cuernos tendrán una interpretación un poco más adelante (vv.9-19) Posiblemente se trate de una referencia a los siete imperios mundiales consecutivos a través de la historia. La interpretación sobre lo cuernos, se dará más adelante (v.12)

 

 

 

 

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