SEÑALES, APOCALIPSIS.

COMENTARIO EXEGÉTICO AL

GRIEGO DEL NUEVO TESTAMENTO

Samuel Pérez Millos

Apocalipsis 17:8

“La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será”. “La bestia la que viste era y no es y está para subir del abismo y a destrucción va y se asombrarán los moradores sobre la tierra de los que no está escrito el nombre en el libro de la vida desde fundación del mundo, al ver a la bestia pues era y no es y vendrá” (Gr.)

La interpretación del ángel comienza con la figura de la bestia. El ángel dice a Juan que “era y no es; y está para subir del abismo”, por tanto, está dando a Juan cronología sobre tres momentos de la existencia de la bestia, iniciándolo con un profundo contraste al usar en la misma oración el imperfecto y el presente del verbo ser. Está refiriéndose a un personaje que tiene un pasado, un presente y un futuro.

Si la bestia era, quiere decir que tuvo una existencia en el tiempo pasado, por tanto, los grandes imperios que hubo en la tierra, ya habían pasado, incluido el Romano, que estaba en tiempos de Juan, pero que no estará en el futuro escatológico. Por tanto, en los tiempos futuros la existencia del Imperio Romano fue en el pasado, de ahí que era. El Imperio Romano existió como tal hasta la segunda mitad del siglo V.

La segunda referencia cronológica sobre la bestia, dice el ángel: “no es”. Indica que habrá un tiempo en que la bestia no este presente en un determinado imperio. La solución es sencilla ya que hubo tiempo en qu8e el Imperio Romano dejó de existir, como herido de muerte. Ciertamente durante siglos el imperio romano estuvo como muerto debido a su extinción como tal.

La tercera referencia en la cronología sobre la bestia se identifica como “está para subir”, refiriéndose al resurgir del imperio que estaba muerto. Lo que identifica la “herida mortal sanada” (Ap.13:3,4). Quiere decir que si las tres etapas de existencia de la bestia tienen que ser identificadas con las siete cabezas, tuvo que existir una vez en una o más de ellas, dejó de existir cuando una de ellas recibió una herida mortal, ero tendrá una existencia futura cuando la cabeza herida de muerte sea sanada. La curación de la herida mortal implicará una resurrección que excederá cualquier cosa que haya ocurrido antes.

Es necesario recordar aquí que en la visión sobre la bestia (Ap.13:1) Juan hace referencia a las siete cabezas y los diez cuernos que tiene la bestia que sube del mar. Es interesante apreciar que el aspecto de esta bestia es semejante al del dragón que el apóstol vio en otra visión anterior (Ap.12:3). En todo hay una notoria identificación entre Satanás, el dragón, y la primera bestia.

La visión sobre la bestia que sube del mar, tiene relación con autoridad y gobierno, señalando la expresión del poder en el tiempo final. Siete es el número que simboliza perfección y cabeza es el símbolo de la capacidad para el liderazgo y la sabiduría. Los diez cuernos son expresión de autoridad. Por Daniel sabemos que se trata de áreas de gobierno y autoridad establecida en la organización del último reino de los gentiles en el mundo (Dn.7:24)

Debe enfatizarse que no se trata tanto de diez reinos, en el sentido de naciones, sino de diez áreas de autoridad, simbolizadas en el lenguaje propio de Juan, como diez reyes en un mismo reino. Representan, por lo tanto, el modo completo que alcanza y desde el qu8e se manifiesta el poder gentil, que tomará esa forma en los días finales del tiempo de la tribulación. En las cabezas Juan ve diez cuernos. El cuerpo es figura y símbolo de poder y ejercicio de autoridad.

No menos importante recordar también que la visión del capítulo 13, conduce a Juan a la observación de una de las cabezas de la bestia que aparece como herida de muerte. La lectura literal del texto griego es “como muerta de muerte”, de ahí la traducción “como herida de muerte”. Juan escribe: “pero su herida mortal fue sanada”. Al leer el texto dentro de su contexto se aprecia que, en primer lugar, el Anticristo llegará al poder mediante la actividad satánica (Ap.13:2); en segundo lugar, que tiene una herida mortal y que fue sanada; en tercer lugar, se afirma que, aunque surge del mar de las naciones, realmente procede del abismo (Ap.11:7)

Debemos llegar a una sencilla conclusión: “no es”, se refiere a un imperio, una de las cabezas de la bestia, que “como herida de muerte” ha dejado de existir, referida al Imperio Romano, y que será sanada, esto es, puesto de nuevo en actividad en el reino del Anticristo, especialmente manifiesto en la última mitad de la tribulación. Esa es la causa por la que el ángel dice a Juan: “está para subir del abismo”. Se refiere al resurgir el imperio, mediante la sanidad de la herida mortal (Ap.13:3, 14)

Una nueva enseñanza del ángel a Juan sitúa el final de la bestia: “va a la perdición”. La bestia está destinada a perdición. El término se usa para describir el estado de condenación perpetua (Mt.7:13; Fil.1:28; 3:19; Heb.10:10:39; 2Ped.3:7). Esa situación tendrá comienzo con la derrota del Anticristo por el Cordero (Ap.17:11m 14)

Una segunda enseñanza del ángel tiene que ver con los seguidores de la bestia: “Y los moradores de la tierra” En el texto griego: “se asombrarán”, como aquello se enfatiza. Quiénes se asombrarán son los moradores de la tierra, en referencia a las personas que viven en la tierra. Son aquellos que no son de Dios, por tanto, siendo del mundo, aman las cosas del mundo. Los que se maravillan de la bestia son mundanos. Estos moradores de la tierra no son salvos, ya que sus nombres no están escritos en el libro de la vida.

El libro de la vida es una expresión metafórica para referirse al conocimiento que Dios tiene del nombre de cada uno de los salvos. Este término aparece con relativa frecuencia en la Escritura (Éx.32:32; Sal.69:28; Lc.10:20; Fil.4:3; Heb.12:23; Ap.13:8; 17:8; 20:12; 15; 21:27) Los que no están en el libro de la vida, no tendrán otro destino que la eterna condenación. Un nuevo contraste se produce aquí: mientras que aquellos que tienen sus nombres en el libro de la vida, no siguen al Anticristo y muchos morirán por el testimonio de Jesucristo, los que no están escritos se gozan y admiran a la bestia y aceptan gustosos el sistema de oposición a Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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