LAS MUJERES EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Dr. Psiquiatra

José Manuel Campa

1ª parte

Antes de introducirnos en el texto que vamos a analizar en este capítulo es necesario subrayar que el asunto que tratamos en este libro es el de la mujer a la luz de la revelación de Dios y no el de la mujer en la iglesia, ni tampoco el de la mujer en el Nuevo Testamento. Para abordar el tema de la mujer en las Escrituras es necesario tener en cuenta el Antiguo Testamento, que también es revelación de Dios. Muchos temas del N.T. no aparecen de manera mágica ni desligados de la revelación de Dios en el A.T. que hay que tener presente para poder entenderlos. Números 12: María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.

 Y dijeron:

¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres. Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueño hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la aparición de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? Entonces la ira de Jehová se encendió contra ellos; y se fue. Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa.

Y dijo Aarón a Moisés: ¡Ah! Señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado. No quede ella ahora como el que nace muerto, que, al salir del vientre de su madre, tiene ya media consumida su carne. Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora. Respondió Jehová a Moisés: pues si su padre hubiese escupido en su rostro, ¿no se avergonzaría por siete días? Sea echada fuera del campamento por siete días, y después volverá a la congregación. Así María fue echada del campamento siete días; y el pueblo no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos. Después el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de Parán. Este pasaje es muy importante porque podemos ver lo que se nos dice sobre una mujer que fue uno de los tres líderes más importantes que tuvo el pueblo de Israel en un momento decisivo de su historia.

En el A.T. es cierto que aparecen actitudes mucho más represivas para la mujer. Hay que tener en cuenta que ese plan genérico de Dios en el que el varón y la mujer conformaban el hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, colocados en situación de igualdad, se modifica con la entrada del pecado. Hasta tal punto, que podríamos afirmar que en el A. T. quién tiene el poder y la autoridad de manera universal y por antonomasia es el varón frente a la sumisión de la mujer.

Podemos encontrar en el A.T. descripciones claramente discriminatorias hacia la mujer, pero eso no quiere decir que esa era o es la voluntad de Dios. La revelación nos cuenta la historia de lo que pasa, porque cuando el A.T. interpreta esa realidad, la crítica y sitúa las cosas en su lugar. El ministerio de los profetas censura al pueblo de Israel y a las desigualdades que ha introducido en la relación hombre-mujer. También esa crítica se extiende a la relación conyugal volviendo las cosas a cómo eran al principio. Es importante tener en cuenta que no debemos hacer una interpretación literal de la Biblia que nos haga caer en contradicciones. La historia hay que reconocerla tal y como fue, pero no se trata de que para rehabilitar a la mujer que ha sido discriminada injustamente, e incluso, inmoralmente, ahora ella misma ejerza una discriminación sobre el varón. En este capítulo vamos a ver como en el A.T. hay mujeres muy importantes en el pueblo de Dios, algunas de las cuales son alabadas y, otras, censuradas. Este último caso es el que hemos visto en este capítulo 12 de Números.

Si conocemos la historia de la liberación de Egipto del pueblo de Israel vemos que hay tres personas al frente de ese pueblo que son no solo hermanos en la fe, sino que también son hermanos naturales. A veces sorprende que la mujer en la revelación de Dios esa línea que parece cerrada para la mujer en un pueblo sociológica y psicológicamente machista aparezca una mujer que alcance la máxima autoridad. Pero fue así, y creo que sin la intervención y beneplácito de Dios no habría podido darse. Ya sabemos cómo funcionan las estructuras humanas, de manera que aquellos que tienen vedados ciertos caminos difícilmente pueden llegar a ellos si los demás no quieren. Por eso creo que algunas mujeres llegaron a pesar de que no se quisiera.

Y detrás de ello veo la acción de Dios. Creo que desde el A.T. se está proyectando algo importante que se dará en el devenir de la salvación coincidiendo ya con nuestra propia historia. En el A.T. aparecen algunos libros con nombre de mujer. Es un pequeño detalle, pero muy importante. Además, se trata de mujeres que no eran judías pero que forman parte de la historia de la salvación, poniendo en evidencia que Dios no hace acepción de personas. Es el caso del libro de Rut y su historia junto a Noemí. Estas mujeres pasan por encima de tradiciones muy fuertes superando prejuicios muy comprometidos, jugándose incluso su honra personal. Y creo que Dios estaba detrás de todo ello.

Es curioso que, como este relato, muchas historias de mujeres que son aleccionadoras para nosotros, ocurren en la época de los Jueces. Y creo que eso también es importante, porque es una época de libertad para el pueblo de Dios, aunque este no sepa utilizarla adecuadamente para su bien y su realización, sino más bien para su mal y desgracia. Y es en esta época donde surgieron mujeres que ejercieron el poder sin prepotencia ni arrogancia. Sin discriminar a los varones. Y esto hay que señalarlo. Cuando decimos que queremos ser como aquellas mujeres y tener más libertad y poder, debemos asumir todas las consecuencias.

No podemos pensar solo en que esas mujeres tenían el poder, sino también debemos tener en cuenta cómo funcionaban y lo ejercían. Es curioso que la sabiduría, Sofía, tienen nombre de mujer. En el capítulo 8 de Proverbios se dice que la sabiduría es vecina de la sensatez y de la prudencia. Rut y Noemí decidieron romper con prejuicios sirviendo así para la realización del plan salvífico de Dios. Tenemos que darnos cuenta de que Noemí le propone que vaya a acostarse con un varón, por la noche. Rut obedece en una época donde ese comportamiento podía tener consecuencias muy graves. Sin embargo, como sabemos, no ocurre nada. Creo que Dios estaba detrás de este episodio y de la decisión. Una decisión donde hubo valor, sensatez y prudencia. Y de toda esta historia apareció un personaje del que nacería el Mesías prometido. Es fácil querer tener la libertad de pensamiento de Noemí y la libertad de acción de Rut, pero debe ser con la seriedad, sensatez y madurez de estas mujeres.

Otra de las mujeres que se destaca en la Biblia en la época de los Jueces es Ana, cuya historia aparece en un momento en el que los sacerdotes en la revelación de Dios pueblo de Israel no son, bajo mi punto de vista, creyentes. Ana es una mujer que no sufre solo por no tener un hijo, sino porque la otra mujer de su marido la despreciaba, algo que ocurría sobre todo cuando subían a Silo a las fiestas religiosas donde estaba el sacerdote Elí con sus dos hijos, de los que se nos dice que eran “hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová”. Más literalmente se nos dice; “eran hijos de Belial”.

Estos varones estaban ministrando allí, aunque vivían de una manera inadecuada. Y las críticas llegan a su padre Elí. Estaban robando a Dios y a su pueblo materialmente, satisfaciendo sus intereses personales y llegando a mantener relaciones sexuales con las mujeres dedicadas al servicio de lo sagrado. Estaban corrompiendo al pueblo de Dios y, considero, que la historia de Ana hay que verla también desde esta perspectiva. Elí tenía poder para cambiar esta situación y, aunque había llamado la atención a sus hijos, no actuaba. Elí no era como sus hijos y creía en Dios, pero había sucumbido a la situación con sus hijos. Había fracasado en algo que era gravísimo y él lo sabía, ya que les dice a sus hijos que están llevando al pueblo de Dios a una situación de corrupción y de pecado.

Y yo veo a Ana como una mujer preocupada por no tener hijos, pero también sufriendo porque la otra mujer de su marido la molestaba hiriéndola profundamente. Mientras, como vemos en el versículo 8 del capítulo 1 del primer libro de Samuel, su marido piensa que si el amor tan grande que le tenía a Ana no era suficiente para ella: Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos? (1ª Samuel 1:8) El problema es que él piensa que ella sería feliz si tuviese un hijo, como si toda su motivación se agotase en ese hijo. La finalidad de Ana está más allá de concebir un hijo.

Ella quiere tener un hijo para el servicio a Dios. Y precisamente ese hijo será el que cambie las cosas que están yendo mal. Ana tuvo un hijo y estuvo con él hasta que dejó de darle el pecho. Debemos tener en cuenta que la conciencia de un varón sobre su propio hijo no se elabora de la misma manera que la de una mujer sobre éste. La mujer comienza a sentir y a “vivir” el hijo desde que sabe que está embarazada y más aún cuando comienza a sentir los primeros movimientos fetales. A los hombres nos cuesta más integrar la conciencia del hijo. Pero Ana, que deja al niño en el momento de destete, una edad muy especial, promete llevarlo donde Elí para que se quede. Creo que tiene una visión más espiritual que no tiene ningún varón en esa época y tampoco Elí, a quién un profeta le denuncia la situación que estaba ocurriendo con sus hijos, pero no es capaz de cambiar nada.

Samuel sí la cambiaría, pero detrás de él esta su madre, Ana, que como digo, creo que tenía una visión más amplia que el deseo de quedarse embarazada. Ella estaba confiada en que ese hijo sería creyente, serviría al Dios que ella amaba y sería capaz de asumir el poder para cambiar las cosas, como ocurriría después. La época de Jueces, donde veremos aún más ejemplos de mujeres paradigmáticas en la Biblia, es una época donde se funcionaba, podemos decir, más “democráticamente”, donde no tenían un rey como los demás pueblos con un esquema piramidal de arriba abajo. Tenían un consejo amplio de representantes, pudiendo ser gestores de sus decisiones. Pero no supieron aprovechar esa época tan importante de su historia y terminaron muy mal.

Cada poco caían en problemas y cuando pasaba esto clamaban a Dios. Y Dios, que tenía mucha paciencia, les levantaba un juez, una persona con otra visión y consagración que se ponía al frente del pueblo, influyendo sobre él y resolviendo sus problemas, liberándolos de sus opresiones. En el capítulo 4 de Jueces tenemos un ejemplo de ello. Es un momento en el que el pueblo de Israel ya asentado en la tierra prometida está bajo la tiranía y servidumbre de un rey cananeo muy poderoso que cuenta con el capitán de su ejército, llamado Sísara, un hombre muy temido. Y tras veinte años de ir en la mala dirección, el pueblo de Israel clama a Dios. ¿Y qué está pasando? Pues muchos hombres podrían hacer una lectura de lo que había ocurrido en esos veinte años, pero quién tiene una visión más acertada y precisa es una mujer, Débora, con unas características muy especiales: Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, porque aquel tenía novecientos carros herrados y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años.

Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot. (Jueces 4: 3 y 4) Como vemos Débora era una mujer casada y profetisa. Encontramos pues que en el A.T. no solo hay profetas, sino también profetisas, y claramente con la aquiescencia de Dios. Y algunas de estas mujeres fueron tan importantes que con su ministerio profético modificaron la visión, el pensamiento y el corazón de un pueblo entero. Esta mujer tomó conciencia de la degradación del pueblo de Israel y dice:  En los días de Jael [otra mujer coetánea] quedaron abandonados los caminos. Y los que andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos. (Jueces 5: 6) Está haciendo referencia a cultos idolátricos que cambiaban toda la manera de vivir del pueblo. Las aldeas quedaron abandonas en Israel habían decaído [se produjeron crisis de todo tipo: económica, social, moral. Hasta que yo Débora me levanté, Me levanté como madre en Israel.

No sabemos cómo esta mujer consiguió tener ese poder y convertirse en la máxima autoridad política, moral y ética, en una época como esa. Logró ser respetada por esos varones que tenían los puestos de responsabilidad más altos en el pueblo. ¿Fue su vida, su sabiduría, la inspiración que Dios le daba cuando les hablaba? Cuando ella comprende que las cosas van mal y es consciente de la voluntad de Dios llama a los líderes varones del pueblo para resolver el problema. Llama a Barac, que era el que tenía mayor poder sobre los ejércitos para decirle que por qué no está haciendo lo que Dios parece que le está indicando.

Y se ve que hay un reconocimiento mutuo por las dos partes. Y cuando se habla del canto de Débora, no es sólo el canto de ella, sino de Débora y Barac. Ella le llama y le dice: ¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón; ¿y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos? .Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré. Y es importante lo que ella responde: Iré contigo; más no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara. Y aquí Débora no está hablando de ella, ya que dice “en mano de mujer” y no en mi mano, porque a Sísara lo mató una mujer que tenía que ver con el pueblo de Israel, con el suegro de Moisés. Es una historia que recoge la Biblia. Pero a Barac que es el jefe de los ejércitos de Israel no parece importarle que la gloria no sea suya, sino que lo que quiere es salir de la esclavitud, de los veinte años de opresión y obtener la libertad. No parece importarle que sea una mujer quién le convoque y que además le anuncie que la gloria de la victoria no va a ser suya, sino de una mujer.

Débora es un nombre que significa abeja y podemos decir que como tal funcionó esta mujer con Dios y con los hombres. Y ya sabemos que las abejas y la miel proporcionan un gran beneficio al ser humano. Hay otro momento en el A.T. donde se abre la posibilidad también a las mujeres del servicio a Dios de la misma manera que a los varones. Existían mujeres que servían en la casa de Dios, pero el sacerdocio solo estaba reservado a los varones. Sin embargo, para aquellos que decidiesen tener una consagración más profunda a Dios no había acepción de personas. Cuando hablamos de consagración, no sé por qué razón solo pensamos en varones, pero esta posibilidad también incluye a las mujeres. Y vamos a ver lo que le dijo Dios a Moisés acerca del nazareo: Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles:

El hombre o la mujer que se apartare haciendo voto de nazareo, para dedicarse a Jehová, se abstendrá de vino y sidra; no beberá ningún licor de uvas, ni tampoco comerá uvas frescas ni secas. Todo el tiempo de su nazareato, de todo lo que se hace de la vid, desde los granillos hasta el hollejo, no comerá. Todo el tiempo del voto de su nazareato no pasará navaja sobre su cabeza, hasta que sean cumplidos los días de su apartamiento a Jehová, será santo, dejará crecer su cabello. Todo el tiempo que se aparte para Jehová, no se acercará a persona muerta. Tres eran las condiciones que se exigían para el nazareato tanto a varones como a mujeres: no consumir bebidas alcohólicas, no cortarse el pelo y no contaminarse con muertos. Y esto, en mi opinión, abre la perspectiva que, a la hora de una consagración tan particular a Dios, ya en el A.T. no se hace acepción de personas. Otra cosa es la interpretación que el judaísmo ha ido haciendo de ello, discriminando a la mujer.

Si leemos algunas cosas en la Misnah veremos cómo se dicen cosas que se alejan de la voluntad de Dios. Está claro lo que Dios dispone, pero luego está la interpretación de los hombres. Y hay que decir que los intérpretes de esa tradición oral que a veces llega demasiado lejos, incluso el propio Moisés, eran varones. Si seguimos más adelante, en el capítulo 11 de Números nos encontramos en un momento de la historia de Israel muy interesante, también desde el punto de vista del ministerio profético. Y debemos fijarnos que estamos hablando de mujeres con ministerio profético ya en el A.T. y veremos si en el N.T. esto desaparece. Será interesante ver si encontramos algunos contrastes como cuando el señor Jesús interpreta el “Sermón de Monte”. Teniendo en cuenta que el señor Jesús no modifica la Ley, en la revelación de Dios interpretación que se hacía de ella, “más yo os digo”.

La ley de Dios estaba en el A.T. pero la interpretación de los hombres la había distorsionado. Volviendo al capítulo 11 de Números, nos situamos en un momento cuando el pueblo de Israel va por el desierto después de que Dios les ha dado la libertad. Sin embargo, ellos comienzan a quejarse por todo. Nada diferente de lo que hacemos nosotros, que en cuanto algo no nos gusta ya estamos protestando. Y esas protestas del pueblo de Israel y su falta de gratitud muchas veces contrariaba a Dios, que ejercía sus juicios sobre ellos. Este capítulo de Números relata el momento en el que el pueblo de Israel protesta porque quiere carne y recuerda todas las cosas que tenían en Egipto olvidándose de la esclavitud que sufrían allí e, incluso, hablan de que tenían cosas gratuitas, sin acordarse de que trabajaban desde antes del amanecer hasta después del oscurecer.

Entonces, no solo Dios se enoja con el pueblo, sino que el propio Moisés manifiesta que ya no puede soportar él solo a este pueblo. Y llega a decirle a Dios que, si no cambia la mentalidad de este pueblo, él, prefiere morir. Entonces Yahvé le aconseja que busque a 70 varones y los lleve al tabernáculo y que Dios pondrá el espíritu que hay en él sobre ellos para que le puedan ayudar a sobrellevar la carga.

Y hace una lista y convoca a los 70, y solo dos no aparecen. Entonces esos varones empiezan a profetizar para poder transformar la conciencia del pueblo. Pero también lo hacen aquellos dos que no han acudido a la llamada y al verlo, el joven Josué, que era quien ayudaba desde hacía tiempo a Moisés, va corriendo para avisar a éste de lo que están haciendo estos dos varones que no se presentaron y le dice: “Señor mío Moisés, impídelos” (Número 11:28). Una actitud que podríamos adoptar nosotros en la iglesia y que algunos discípulos de Jesús también tuvieron, pero que no es muy positiva. Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. (Marcos 9: 38) Y la contestación del Señor es bastante contundente. Les dice: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego puedo decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. (Marcos 9: 39)

En este caso que estamos viendo, la actitud de Josué es la misma y la respuesta de Moisés es la que nos interesa: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos. (Números 11: 29) El deseo de Moisés es que todo el pueblo de Dios profetice, hombres y mujeres. Como hemos dicho anteriormente en ese momento había tres líderes indiscutibles en el pueblo de Israel: Moisés, Aarón y María. Un momento en el que la filosofía del pueblo de Israel era quejarse, como hemos visto. En el capítulo 11 el verbo que se utiliza más que “quejó” es “murmuró”. Murmuraba porque quería otras cosas. Y en esa filosofía y en esa murmuración caen Aarón y María. Y así no es como se arreglan los problemas, y dentro de la iglesia, tampoco.

Si queremos otra cosa estamos esperando para murmurar y hacer críticas destructivas. Y eso es lo que le pasó a Aarón cuando construyó el becerro de oro, en mi opinión tentado por el poder. Cuando Dios le encomienda a Moisés que hable al pueblo, Moisés le dice que él no es un gran orador, pero Dios le responde que no se preocupe, que él se lo transmita a su hermano y éste se lo comunicará al pueblo. Pero creo que en algún momento Aarón pensó que por qué tenía que ser el segundo si quien daba los discursos era él. Y es que las razones que le ofrece a Moisés de por qué construyó el becerro no se sostienen. De hecho, con anterioridad habla con su hermana María y dicen: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. (Números 12:2) Aquí está la murmuración y la crítica. Y esto podemos trasladarlos a la vida de nuestras iglesias donde no tendrían que ocurrir estas cosas. Deberíamos tener en cuenta en qué motivaciones y en qué intereses se apoyan. María y Aarón buscan algo para murmurar contra Moisés y le acusan de la mujer cusita que había tomado.

Luchar por la gloria de Dios, nunca es luchar por el poder, ni en la familia, ni en la iglesia, ni en ningún nivel. ¿Cuáles eran las motivaciones de Aarón y María? Y en este caso, la iniciativa fue de María, siempre se la menciona primero y el juicio de Dios recae sobre ella por algo. Motivada por alguna razón ella toma la iniciativa y es Dios quien interviene y los lleva a su casa para resolver el problema. A veces intentamos resolver los problemas fuera de la iglesia y es importante fijarse en que los problemas del pueblo de Dios deben resolverse en el pueblo de Dios, no en otros lugares. Pero las cosas se deben hablar con tacto y respetando a los otros. Siempre es mejor hablar las cosas y confrontarlas que no callarlas hasta que estallan y ya no tienen solución. Y Dios los lleva allí y los saca a la puerta del tabernáculo y en cierto modo reconoce su ministerio profético, pero les dice que no tienen credibilidad ni autoridad para criticar a Moisés aun en el caso de que hubiese hecho algo que pudiese ser criticable

Y después vino el juicio de Dios y la intercesión de Moisés. María se queda leprosa y Moisés clama a Jehová para que la sane. María es echada siete días del campamento y después regresa. Sin embargo, es importante fijarse en que el pueblo de Dios no se mueve hasta que María vuelve: Y el pueblo no pasó adelante hasta que se reunió María con ellos. Después el pueblo partió de Hazerot, y acamparon en el desierto de Parán. (Números 12:15 y 16) Y esto es importante, porque María fue corregida pero no descalificada. Tenía que seguir con su ministerio, pero dentro de los cauces que Dios había establecido. Así que María es otras de las mujeres que debemos tener en cuenta por el liderazgo que tuvo en el pueblo de Israel y por su ministerio profético, reconocido por Moisés, Aarón y el pueblo.

Sin embargo, parecía que quería más, quería desplazar a quien Dios había elegido y eso hay siempre que respetarlo, sea varón o mujer. Concluyo el capítulo con dos citas bíblicas que explican por qué he querido meditar estas cosas que recoge el A.T. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. (1ª Corintios: 6) Y más adelante en el versículo 11 dice: Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.

 

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