CÓMO VENCER LAS PREOCUPACIONES

PSICOLOGÍA -

ESTUDIO BÍBLICO

Por

WILLIAM W. ORR          

CAPÍTULO I

¡PUEDES SER LIBRE!

¡La preocupación es una tiranía! Esclaviza diariamente a multitudes de hombres, mujeres e incluso a niños. Son sentenciados cruelmente, sin misericordia ni pena a una vida de esclavitud. Continuamente les está robando la herencia de la vida, libertad, y la búsqueda de la felicidad que les pertenece por derecho. ¡Pero podemos ser libres! Podemos desechar las cadenas de eta gran desesperación. La preocupación puede verse por lo que realmente es, un enemigo vulnerable. Podemos vestirnos de la buena armadura de la verdad, podemos coger en nuestras manos las armas del coraje, y ganar la victoria.

No pienses ni por un momento que Dios tenga el propósito de que pases el tiempo de tu vida en la prisión de la preocupación demasiado inquietante. Su plan sabio y bueno es que vivas en paz permanente y gozo continuo. No lo entiendas mal. La vida en efecto lleva problemas, y los años traerán pruebas; pero no es para enterrarte en la tierra movediza del desaliento. ¡Dios quiere que seas libre!

Mira el glorioso reino de la creación de Dios. Piensa en las palabras del salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz y hasta lo extremo del mundo sus palabras” (Salmo 19:1-4)

El sol que sale da vida, y sale en magnífico esplendor cada mañana. Los pájaros cantan. Es maravillosa toda la Creación. Dios es sabio, justo y bueno. Hizo al hombre a su imagen y a su semejanza. La tierra de los alrededores está llena de incontables bendiciones en beneficio del hombre. Dios está presente en Su mundo. Cada día puede contestar al grito del corazón de la humanidad. No hay límite en Su poder o en Su amor.

Nos equivocamos si intentamos entronizar a la preocupación y al cuidado ansioso. Es el poder del mal que se empeña en aplastar los corazones humanos en un diluvio de ansiedad sin sentido. Es un enemigo personal de Dios quien astutamente entra cautelosamente y planta semillas de duda y temor en los corazones cristianos. Dios tiene una respuesta completa al cuidado ansioso. Es posible vivir felizmente más allá del alcance de la esclavitud de la preocupación. Ésta debería ser nuestra meta. Deberíamos poner nuestra mira constantemente en conocer y seguir la senda que conduce a la paz personal. Nada no tendría que permitirse detenernos. Es verdad, ¡puedes ser libre!

CAPÍTULO II

¿QUÉ ES LA PREOCUPACIÓN?

Esencialmente, la preocupación es temor, particularmente, temor de lo que pueda suceder. Hay una clase de preocupación que resulta ridícula, innecesaria, inútil, sin fundamento. Desgraciadamente dicha clase de preocupación es bastante real y hace el mismo daño que si fuera provocada por un verdadero motivo.

Hay otra preocupación que puede parecer justificada. Es la comprensible ansiedad acerca del resultado de los sucesos que sabemos que tendrán lugar. Sentimos ansiedad porque somos incapaces de prever el futuro. Nos decimos a nosotros mismos que sucederá lo peor. Muchas veces estamos completamente equivocados, p ero la preocupación ha dañado ya nuestro espíritu.

Es verdad que una preocupación razonable es perfectamente lícita. La vida es una cosa seria; y no somos meras mariposas volando de una flor a otra sin pensar en la realidad. Pero cuando la inquietud se degenera en una ansiedad irrazonable - cuando nubes de duda y temor cubren el rostro del Señor y la luz de la razón y del sentido común - la preocupación se convierte en el monstruo de la perdición.

Puedes preocuparte por otros o por ti mismo. Realmente, la preocupación es mayor cuando se centra en uno al que tú amas- tu esposa o marido, tus hijos, tus amigos íntimos. Cuanto más grande se la capacidad de afecto de una persona, probablemente se preocupará más.

La esfera de la preocupación es tan amplia como la vida misma. Cubriendo muchas áreas. La salud es tal vez la base de mayor preocupación. Los negocios y las finanzas ofrecen una gama espléndida de posibilidades de preocuparte hasta enfermar sin dificultad alguna. El cuidar una casa y criar unos niños puede fácilmente hacer que uno entre en una vida en la que nunca sea libre de ansiedad, irritabilidad y depresión.

Poca gente parece estar completamente inmunizada de las ruinas de esta tortura. Cuanto mayor es el avance de la vida, mayor es la posibilidad de inquietud ansiosa. La educación no trae la solución. La salud o la posición sólo multiplica las posibilidades. La inmadurez de la juventud puede abrir las puertas, y ciertamente aumenta grandemente sus causas. Una buena herencia no es una garantía de conseguir la libertad de la ansiedad. Aunque haya un medio ambiente “ideal”, ello no cierra la entrada a este ladrón de paz.

Aunque todo esto es desesperadamente verdad, hay solución. Juntos la encontraremos.

CAPÍTULO III

LOS EFECTOS DE LA

PREOCUPACIÓN

Para el cristiano la preocupación no es loable. Y los resultados de la preocupación son casi innumerables.  Si a la preocupación se le da un poco de apoyo crece hasta hacerse una costumbre que roba casi todo lo que vale la pena. Las primeras cosas que caen presas de la preocupación pertenecen al reino de la felicidad, placer y disfrute. Cuando existe una preocupación demasiado ansiosa, desaparece la capacidad de disfrutar de toda clase de placer. Toda escena es frecuentemente por el espectro de un mal desconocido que puede pasar. El dulce néctar de los buenos momentos se vuelve agrio.

La preocupación te roba la tranquilidad mental. Esta tranquilidad o paz es un verdadero don de Dios, quien ofrece a sus hijos la serenidad al afrentar los problemas de la vida. Proporciona calma para tiempos tempestuosos. Hace que la vida valga la pena vivirla. En cambio, la preocupación entra para ahogar la paz, y en su lugar pone un miedo que roe. La salud se perjudica. Muchas personas saben que la mente ejerce una influencia poderosísima sobre el cuerpo. Toda la composición del hombre va compaginada a una mente normal.

Al permitirse la preocupación y el miedo, todo cuerpo queda deprimido. La buena digestión se estorba, se desarrolla la tensión, los músculos se cansan con facilidad, aumenta la tensión arterial, el cerebro no funciona bien, se reduce la habilidad. De hecho, la eficiencia del cuerpo puede reducirse a prácticamente cero por la preocupación intensa.

Íntimamente relacionado con todo esto, hay el efecto de la preocupación sobre los logros conseguidos. Casi todo el mundo tiene algo que hacer en la vida. El marido y padre su trabajo o negocio. La esposa y madre tiene su hogar y sus hijos, los jóvenes sus estudios y deportes. Si la mente no está en forma, y si el cuerpo no funciona bien, pueden producirse toda clase de fracasos, y de dolencias.

Considera también el efecto de la preocupación en la salud espiritual . El hombre es el úni9co ser creado que posee la capacidad de conocer y tener comunión con Dios, el Dios del universo por medio de Su Hijo. Esta capacidad es mucho mayor que la que tiene de tener comunión con otros seres humanos. Es el poder asombroso de entrar en compañerismo íntimo con Dios, por Su gracia. Esta capacidad eleva al hombre por encima de lo ordinario a unas alturas increíbles de gozo. Pero esta comunión depende de la pureza de la vida interior del hombre. El gran ladrón, que es la preocupación, puede, en cualquier momento, presentarse y robarle al creyente su comunión con Dios estropeando su confianza y fe en el Padre perfectamente sabio y que ama totalmente.

Si a la preocupación le permites que lo haga, puede robarte todo aquello que hace que la vida valga la pena. ¡Cuán trágico y cuán innecesario!

CAPÍTULO IV

La preocupación es una característica natural de los hombres. Hay muchas cosas en la vida que causan una atención demasiado ansiosa. Vivimos en un mundo complejo donde hay una multitud de factores interrelacionados que operan todos a la vez. No se necesita una inteligencia sobrenatural para entender por qué la preocupación sea tan frecuente, no que se por ello justificable o buena, pero sí que sea tan común.

Por ejemplo, hay el hecho de vivir en sí. Cada día trae sus problemas. El cabeza de familia se ocupa de proveer las necesidades de la vida para él y para los demás. Cuando las cosas van mal, cuando peligra su empleo, o cuando los precios suben, se puede comprender por qué los padres responsables se preocupan por el futuro.

Los que nos rodean también tienen sus problemas. Tal vez un vecino tiene un accidente, o un amigo enferma. El resultado puede ser incapacidad permanente o algo todavía peor. Es fácil pensar en este acontecimiento como algo que podría sucederle a uno también. La posibilidad de la enfermedad siempre está presente. Aunque, por una pare, vivimos en unos cuerpos maravillosos, no obstante, están sujetos siempre a la posibilidad de dolor o enfermedad. Las enfermedades y otras tragedias pueden alcanzar nuestras familias.

Hasta las presiones de una vida corriente producen tensión. Los padres quieren que sus hijos vayan bien en sus estudios y demás actividades. La mayoría de los padres procuran mejorar sus empleos y aumentar sus sueldos. A toda familia se le presentan difíciles problemas. Las situaciones que pone a prueba no respetan a nadie.

Esto no hay que malentenderlo. No sería justo no ocuparse de estas cosas. La “ocupación” muestra un sincero interés en alguien o algo. Pero la “preocupación” es un temor demasiado activo de que las cosas tiene que empeorar. La “ocupación” hace que una persona afronte las dificultades con calma y con la mente despejada, apta para encontrar soluciones. La “preocupación” produce deducciones falsas, repentinas, tristes, en vez de intentar encontrar una solución verdadera.

No obstante, hay un remedio para la preocupación, a pesar del hecho que a veces se trata de una costumbre vieja profundamente arraiga, y es orar y confiar en el cuidado y poder de Dios. “Echa tu carta sobre Dios, y Él te sustentará” (Salmo 55:22)

CAPÍTULO V

LAS SOLUCIONES

HUMANAS

Todos los que tratan el problema concuerdan en que la preocupación es una enfermedad seria y peligrosa que tiene que tratarse como tal. En la manera de tratarla, hay una gran variedad de opiniones.

Los médicos a menudo recetan drogas que aplacan los nervios y de esta forma tranquilizan los espíritus. Con algunos pacientes estas drogas nunca se dejan de administrar, ya que los problemas supuestos o reales que produjeron originalmente la ansiedad no se solucionan.

Los psicólogos, que intentan entender la mente y los psiquiatras, que procuran curarla, emplean una variedad de métodos para desenterrar y aislar los “bloques” mentales que, según ellos, causan los problemas. Algunos tienen éxito, otros no.

Hay diferentes religiones que declaran que el mejor modo de tratar las cosas desagradables es negar que existen. Su tratamiento consiste en persuadir a la persona afligida que niegue la realidad de lo que le preocupa y actuar como si tal dificultad no existiese. Lo triste es que los problemas sí que existen, y aunque uno llegue a despojar su mente de ellos, ello no cambiará la dificultad misma.

Otros defienden el proceder de afirmar repetidas veces al día, que no existe problema alguno y que, de hecho, lo contario es lo cierto. Se trata de una manera de hacerse un auto – lavado del cerebro. Ha habido un éxito limitado en algunos casos. Pero en la realidad tanto el preocupado como la causa de su preocupación permanecerá igual.

Otros van tirando como pueden por la vida. Sienten que la preocupación es parte de la vida y que no se puede hacer nada para combatirla con éxito; por lo tanto, siguen adelante quejándose de cosas grandes y pequeñas. Los resultados son depresión de espíritu y vidas acortadas.

La verdad es que vale la pena deshacerte de este hábito destructivo que es la preocupación sea como sea. Sencillamente irte a un lugar tranquilo y razonar contigo mismo en el sentido que la preocupación en sí no sirve de nada y por lo tanto, lo mejor es que hagas lo que puedas para quitar los problemas de tu mente e ir tirando como puedas. Esto puede ayudar, en cierto grado. Pero hay buenas nuevas. Existe una solución mucho más eficaz a esta amenaza de la preocupación. Hay ayuda disponible de una Fuente celestial.

Hay una solución espiritual. Y no se trata de algo que nadie haya experimentado; pues hay miles de personas que, se si se les pudiera preguntar, podrían dar testimonio del hecho real que Dios quita la preocupación. Ésta es la finalidad con que se escriben las siguientes páginas, describir con claridad en enfoque espiritual de este problema de la preocupación.

CAPÍTULO VI

HAY NECESIDAD DE PREOCUPACIÓN

Tienen necesidad de preocuparse los que no son salvos. Los que nunca han llegado a conocer el poder redentor transformador de Dios deben preocuparse mucho. ¡Están en muy mala situación!

Considera la situación del perdido tal como La Biblia la describe. Todos nosotros nacimos en pecado (Salmo 51:5), heredando una naturaleza caída que nos viene de nuestros padres. No hay escapatoria de tal legado. Toda la raza humana (Romanos 5:12) está bajo esta maldición. Ahora, junta este hecho con la evidencia innegable de que todos los hombres son pecadores actuales. El pecado es ante todo un estado, seguido de malos pensamientos, palabras y hechos. El pecado es cualquier cosa que se oponga al perfecto deseo de Dios. ¿Empiezas a ver cuán difícil es la situación en la que se encuentra la humanidad?

De hecho, el asunto va más lejos que esto. La paga del pecado es muerte (Romanos 6:33) La paga del primer pecado fue la muerte, muerte espiritual, que es la separación de Dios. Esto significa que en este mismo momento los hombre y mujeres van por todas partes moralmente y espiritualmente muertos (Juan 3:18) Tienen la vida física temporánea; pero a menos que el asunto de la muerte espiritual se arregle, la muerte espiritual concluirá en eterna separación de Dios.

No se trata de que al hombre se le permite ir viviendo su vida hasta algún juicio futuro, cuando Dios pesará sus obras malas y buenas y decidirá su destino en consecuencia. El terrible hecho es que los hombres ya están, ahora mismo, bajo la condenación del Dios justo. Si no se hace algo, el infierno es el único destino que pueden esperar los incrédulos.

Muchos hombres no se dan cuenta de la existencia de Satanás. Como supremo enemigo de Dios, intenta mantener al pecador en un estado de ignorancia mortal (2 Corintios 4:4) y hace que éste pase por algo el peligro de su situación. Como Satanás hizo con nuestros primeros padres, así intenta dañar la humanidad de hoy, susurrando la mentira que Dios es demasiado bueno para castigar a los incrédulos, o que nos hemos equivocado completamente en nuestra impresión de lo que es Su actitud para con el pecado y nosotros mismos.

En oposición a las maliciosas mentiras del diablo, está el testimonio de la Biblia y el Espíritu Santo en el mundo. Ambos suplican en serio al hombre que se de cuenta de su condición perdida y que confíe en Cristo para salvación. ¡Ojalá que el mundo de los perdidos se preocupase por este asunto vital! ¡Ojalá que esta preocupación diese como resultado días preocupantes y noches sin dormir hasta que se encontrase la respuesta a esta preocupación!

CAPÍTULO VII

Y LA RESPUESTA

Ésta es la respuesta de Dios a la preocupación que penetras en la vida del no cristiano. Deja que perdone tus pecados y que haga que los dones de su gracia sean reales y maravillosos en tu vida.

Hay demasiados errores acerca de lo que de hecho es un cristiano. Algunos piensan equivocadamente que un cristiano es simplemente cualquiera que no sea un pagano; cualquiera que intenta hacer lo que está bien. Nada más lejos de la verdad. Dios nunca ha salvado ningún alma sobre la base de lo que ha hecho o no ha hecho. Todo el asunto de la salvación se basa en la gracia de Dios.

¿Qué queremos decir por gracia?

Se pusieron de acuerdo por la gracia de Dios. En la plenitud de los tiempos, Dios envió al mundo a Su propio y querido Hijo, el Señor Jesucristo, para quitar el castigo del pecador y para pagar su culpa. Cristo se dio a Sí mismo en la cruz para ser un Sacrificio voluntario para los pecados de este mundo. En Su muerte quedó vindicada por completo la justicia de Dios, y su amor satisfecho. Cuando el pecador acepta y agradece la muerte de Su Hijo, Dios puede perdonarle, limpiarlo del pecado, y hacerle Su hijo. Ésta es la gracia (Efesios 2:8,9), o el favor inmerecido, de Dios.

Este es el mensaje del Evangelio aún hoy día para aquellos que son pecadores y están en inminente peligro de una eterna separación de Dios, la llamada a estas inmensurables Buenas Nuevas (Juan 3:16-18) prosigue de siglo en siglo: Cree en lo que Dios ha hecho por ti, abre tu corazón a Cristo, recíbele en lo más profundo de tu corazón como Salvador, y te verás libre de la preocupación que es propio que te cause la muerte y tu futuro eterno.

Cuando aceptar el Don de Dios sincera y verdaderamente, Dios inmediatamente hace que en tu vida se sucedan una serie de milagros únicos: Todos tus pecados te son perdonados; naces en la familia de Dios; se te da vida eterna; se te da la misión de ser embajador de Cristo. Todo ello sucede en un período de tiempo más corto que el que has empleado para leer este párrafo.

¿Cómo puedes recibir este gran Don de Dios? No es difícil. Busca un lugar tranquilo. Eleva tu corazón a Dios. Confiesa que eres un pecador. Dile a Dios que recibes a Su Hijo como tu Salvador (Juan 1:12). Y luego, cree en Dios de todo corazón. Él te salvará del pecado, y del infierno.

CAPÍTILO VIII

LOS CRISTIANOS TAMBIÉN

SE PREOCUPAN

Es una triste verdad el que cristianos nacidos de nuevo también se preocupen. Sí, muchos de los que genuinamente han experimentado la redención por la sangre de Cristo también se preocupan. Algunos cristianos sólo se preocupan por los grandes problemas de sus vidas. Cuando se encuentran con los así llamados problemas “menores”, se apoyan confiadamente en el Señor. Sin embargo, cuando se encuentran con problemas que afectan verdaderamente la estructura de sus existencias, parare que no estén dispuesto a confiar en la habilidad, poder y sabiduría del Señor para solucionarlos.

Respecto al asunto de la salvación eterna, la mayoría de los cristianos disfrutan de una completa libertad ya que han puesto todas las culpas de una vida pecaminosa pasada, que ya no pueden eliminar por sí mismos, bajo las promesas de Jesucristo, y por ellas saben que Él los ha perdonado y limpiado, y que están en su camino hacia el cielo. Sin embargo, cuando se trata de alguna pequeña dificultad de su vida presente, como saldar una deuda de dinero que apremia, o de encontrar consuelo cuando un ser querido tiene un accidente serio, inexplicablemente parecen incapaces de confiar en el Señor. Se rinden, por lo tanto, a una preocupación hiriente y cruel.

Los que están preocupados no ayudan a la casusa de Cristo. Alrededor de cada creyente hay observadores atentos, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, conocidos, que continuamente miran al cristiano y ven que, cuando las cosas van bien, el cristiano esta feliz, contento, libre de cuidad, y el testimonio de su vida no causa mucha impresión. Cualquiera puede estar libre de preocupaciones si tiene salud, dinero en el banco, un buen trabajo, y una familia satisfecha.

La prueba viene cuando las cosas van mal, cuando viene la adversidad, cuando hace su apariencia el dolor, cuando se presentan problemas altos como montañas. Entonces los amigos mundanos viran la reacción del cristiano a las pruebas de la vida. ¿Dará lugar al desespero el que profesa tener un Padre celestial? ¿Aturdirán sus desgracias su ecuanimidad? ¿Es real el cristianismo? ¿Es suficiente para los problemas diarios de la vida? Desgraciadamente, hay cristianos que se preocupan por TODO. Se inquietan, se irritan y están indebidamente preocupados por casi todo. Desde la mañana hasta la noche viven en un constante temor de que algo les tiene que pasar. Su confianza en el amoroso cuidado de Dios parece que no existe. Exteriormente, viven como si no tuvieran en absoluto a un Padre celestial. ¡Qué tragedia!

Esta situación no se limita a los nuevos cristianos. Hay algunos que hace años que viven vidas cristianas pero que son igualmente culpables de esta falta de. En algún momento a través de su experiencia cristiana dejaron de aprender a confiar en el cuidad de Dios. En el transcurso de los años, este hábito se ha establecido tanto que ahora casi no saben lo que es pasar un día sin estar preocupados.

CAPÍTULO IX

¿POR QUÉ?

Algunos cristianos siguen a sus compañeros. Se preocupan porque ellos lo hacen. Tienen cierta tendencia a adoptar hábitos de amigos que están fuera de Cristo. Sin lugar a dudas, la preocupación es contagiosa. A no ser que los cristianos se sitúen ellos mismos bajo una estricta disciplina espiritual, se sentirán tan desgraciados como si no conocieran el cuidad de Dios.

También, además, algunos cristianos nunca han recapacitado en la consoladora verdad de la atención diaria de Dios hacia ellos. No se dan cuenta de que en el plan de Dios para Sus hijos hay un programa perfecto de protección. Lo que les ayudaría sería un estudio cuidadoso de los pasajes de la Biblia que tratan del poder de proteger que hay en Cristo. Tampoco es difícil de entender esta verdad. Así como toda la creación de Dios, Su obra se basa en el tiempo y la eternidad a la vez. Debe quedarnos bien claro en nuestra mente que, si Dios tuviera que desamparar a aquellos que Él ha salvado, Su nombre quedaría mucho peor que el nuestro.

De igual modo algunos cristianos no han considerado suficientemente el carácter de peregrino del camino del creyente. De hecho, este mundo no es nuestro hogar. “Estamos sólo de paso” como afirma un himno evangélico. Al igual que Abraham esperamos “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”” (Heb.11:10). Por lo tanto, no debemos esperar que todo sea suave y fácil. Tenemos que anticipar tiempos difíciles y problemas. Que no son una indicación de que Dios nos olvida o no se interesa lo suficiente en nosotros. La vida nunca se dijo que sería suave; no estamos destinados para “pisar sendas llenas de flores”.

Por otro lado, la Biblia enseña con énfasis que habrá penalidades (Juan 16:33; 2ª Timoteo 3:12) por el camino. De hecho, tenemos que esperar la tribulación. A través de la tribulación, la paciencia (Romanos5:3; 12:12) nace y se nutre. Aún más Dios permite que haya pruebas para fortalecer nuestros caracteres. Al encontrar y al superar los problemas crecemos en la gracia.

Tampoco debemos quitar importancia a la oposición que vine de parte de Satanás. Cada cristiano se enfrenta con un enemigo tremendo. El diablo odia el Nombre que llevamos con un odio diabólico. Tampoco se detendrá ante nada para hacernos caer bajo tentación o para robarnos nuestra paz y felicidad celestial. Que nadie menosprecie el poder de Satanás (1ªPedro 5:8)

Sin embargo, Dios no planea ningún problema, o ninguna prueba, o ninguna tentación para hacer preocupar a los cristianos. Todo puede ser vencido y el hijo de Dios puede salir victorioso al aprender a confiar en su Dios.

CAPÍTULO X

LA PREOCUPACIÓN DAÑA

A LOS CRISTIANOS

Los cristianos deshonran a Dios cuando se preocupan. Piensa en lo que sienten los padres cuando los hijos, a los que prodigan amor y afecto, y trabajan a fin de proveer de cualquier necesidad, desconfían de ellos. ¡Imagínate que un hijo va de arriba abajo con cara larga y el corazón escogido, y que cuando se le pregunta qué le pasa, responde que está preocupado acerca de cómo obtener alimento y abrigo! Los padres sentirían profundamente la falta de confianza del niño en ellos. Del mismo modo que tiene que ser herido el corazón de nuestro Padre celestial cuando Sus hijos dejan de confiar en Él para sus necesidades.

La preocupación daña gravemente la vida del cristiano. Normalmente, un cristiano debería de estar animado y ser simpático. Y esto no es posible cuando se ciernen nubes de preocupación por encima de él. La paz del cristiano se va; está receloso y angustiado. En cierto sentido siente pavor ante el día que ha de venir, por las dificultades que podrían traer.

Asimismo, se estorban las oportunidades de testimonio. ¿Cómo puede un cristiano contar a otros del amor y el cuidado, y de la paz, consuelo, y bendición de la vida cristiana, si no da ejemplo de estas cualidades? De hecho, el ejemplo de un cristiano preocupado puede impedir a alguien aceptar a Cristo como su Salvador. No podemos culpar a una persona no salva si llega a la siguiente conclusión: “Si esto es la vida cristiana”, no quiere saber nada de ello.

La preocupación disminuirá gradualmente las oportunidades del cristiano, si no la deja completamente aparte, de obtener recompensas eternas. La salvación es completamente libre. Dios actúa en gracia inmaculada y salva al pecador culpable, solamente en la base del sacrificio de su Hijo. Nadie puede pagar o comprar su salvación. Pero las recompensas (1ªCor.3:8; Col.3:23,24) son otra cosa, pues se ganan. Serán dada por todos los fieles servicios llevados a cabo en el nombre del Señor, y por amor a Él.

¿Cómo puede un cristiano servir al Señor con eficacia si está viviendo en un cenagal de preocupación? El incentivo al trabajo desaparece. La mente se llena de temores. CESA EL CONTACTO CON el Padre celestial. El corazón angustiado se ocupa de pensamientos sobre dificultades amenazadoras y aún sobre destino eterno.

La preocupación innecesaria además es perjudicial, es una de las herramientas más afiladas del diablo. Mediante esta actitud tan poco natural, se frustra la voluntad de Dios, se estorba su obra, y el hijo de Dios se siente desgraciado. El daño que se ocasiona va más allá de cualquier cálculo. La preocupación, en demasía, no tiene por qué existir en la vida de un creyente.

CAPÍTULO XI

¿QUÉ HACER?

En lo más profundo del corazón de casi todos los cristianos hay remordimiento por las dudas en las que han caído, y una resolución, tal vez todavía no cumplida, de parar el inútil, y degradante, hábito de preocuparse.

¿Cómo podemos empezar a pararlo?       

En algunos casos, la preocupación o la depresión tienen que ver con una dificultad realmente física. Vivimos muy cerca de nuestros cuerpos, y éstos se descomponen y llevan a cabo funciones equivocadas. Nuestro elaborado sistema nervioso ocasionalmente se afloja y como resultado de problemas, se producen períodos de extremo desaliento. Indudablemente hay períodos de fatiga del cerebro. Un médico puede recetar tranquilizantes. Si el problema es solamente físico, el médico lo curará. El tratamiento médico no dará resultado si el problema es esencialmente espiritual, las pastillas no serán una respuesta a la depresión o preocupación que tenga, como causa, razones morales o espirituales.

Una necesidad espiritual requiere un tratamiento espiritual. No es el deseo de Dios que Sus hijos se arrastren por la vida en un estado de ánimo desalentado y derrotado. Ciertamente hay pode disponible para convertir la preocupación en confianza y el desaliento en victoria.

Tal vez el punto de partida sea precisamente aquí: una determinación por parte del creyente de salir de este valle de depresión, por la gracia de Dios. Fijando resueltamente la mira en la cumbre de la montaña de la adoración y la esperanza en las promesas de Dios la depresión se curará. ¿No es éste el desafío de la vida cristiana? ¿No podemos clamar al poder de Cristo para que nos eleve fuera de los pantanos del miedo esclavizante y que nos ayude a escalar las alturas de la alegre confianza y el gozo?

Hay muchos peldaños en esta ascensión. El conseguir la libertad en el lugar de la aprensión tal vez no sea posible ni en un día ni en más. Incluso puede haber algún período de reincidencia. Pero debemos mirar siempre hacia adelante, y en el tiempo oportuno, ganaremos. Pero tenemos que empezar con resolución.

Si hace tiempo que estás afligido por esta enfermedad espiritual, haz los preparativos. Busca un lugar silencioso. Abre el libro de Dios, La Biblia, y lee algunos pasajes preciosos de animación y de desafío, tales como Josué 1; Salmo 103:6; Romanos 8. Después arrodíllate en oración y confiesa sinceramente lo necio, inútil y pecaminoso que es no confiar en tu Padre celestial. No escondas nada, sácalo todo y ten el valor de confesar delante del Señor tu propia vergüenza. Recuérdale tu gran deseo de vivir por encima de este hábito degradante, y pídele con fe que te libre. Haz esto desde lo más profundo de tu corazón.

Espera confiadamente que Dios responda a tu plegaria. Como una ayuda adicional escribe tu petición y ponla delante del Señor.

CAPÍTULO XII

EL SIGUIENTE PASO

Tómate tiempo para comprobarlo: Es completamente inútil esperar que Dios nos dé una vida de paz, gozo, y de éxito, a menos que seas Su verdadero hijo. Demasiados de los que piensan que son cristianos no han experimentado genuinamente la salvación ni nunca han nacido de nuevo.

Un cristiano no es meramente uno que vive una vida un tanto respetable, guardándose de ciertos males. No se es cristiano por tener buenos pensamientos y por hacer buenas obras. Nadie es admitido en la categoría de los redimidos sobre la base de lo que él es por naturaleza o por lo que ha hecho por caridad. La justicia propia-las obras de la carne-no son el camino de salvación según Dios.

Muy sencillamente, un cristiano es uno por quien Dios ha hecho grandes cosas, sobre la base de haber recibido al Hijo de Dios como su Salvador. Dios le ha perdonado sus pecados, cada uno de ellos. Dios le ha traído a Su familia sobre sobre una base completamente justa. Él, aquí y ahora, posee el incomparable don de vida eterna. En su corazón moran tanto el Cristo resucitado como el bendito Espíritu Santo. Nada menos que el total de l asuma de estas cosas constituye a un cristiano.

La base de la salvación ahora y para siempre es la Obra de Cristo. Los hombres han sido pecadores desde que nuestros primeros padres desobedecieron a Dios en el hermoso huerto de Edén. Pero Cristo vino al mundo para vivir y morir. Vino a vivir como una prueba de sus reclamos de Deidad única y sin mancha. Murió como el sacrificio perfecto, el Cordero de Dios, quien se dio a sí mismo voluntariamente por los pecados del mundo y resucitó al tercer día, como había prometido que lo hará.

Entonces, la salvación es posible sobre la base del sacrificio de Cristo por nosotros. Cuando creemos esto, y obramos por nuestra fe encomendando nuestras vidas enteramente a Cristo, encontramos el milagro del nuevo nacimiento, el cual sólo Dios realiza.

Cristo es el único Camino (Jn.14:6) No es simplemente “un” camino, o un indicador del camino. Él mismo, en persona, es el Camino. No hay otro sendero por los que uno pueda acercase a Dios: no por buenas obras, ni guardándose del mal, ni por el ascetismo.

La pregunta más necesaria y urgente es: ¿Eres un verdadero cristiano? ¿Ha habido un tiempo definitivo en el que en verdad has confiado en Jesucristo como tu Salvador? Si tu respuesta es negativa, o incierta, entonces esto es lo que tienes que hacer: Recibe a Cristo ahora. Tenlo como el paso más importante de la vida. Ven a Dios sobre una base escritural (Mt.11:28) Cuando lo hayas hecho, cuenta (Ro.10:9,10) a otros lo que Él ha hecho para ti.

CAPÍTULO XIII                               

RASGOS DE SALVACIÓN

Seguramente el cristiano se hará notar en tu vida. Para los que no están seguros de cuándo fu exactamente que pusieron su fe en Cristo, este hecho puede servir de prueba. En los que hace poco recibieron a Cristo, los rasgos de la vida de Cristo no tardarán en manifestarse. Por ejemplo, el apóstol Pablo dijo que el cristiano es “nueva criatura, o creación” ((1ª Cor.5:17) Las cosas de la vieja vida irán siendo menos y menos importantes para él. En su lugar, habrá nuevos intereses, nuevos apetitos, nuevos móviles, nuevos deseos.

En un principio, tal vez, no se presenten como una fuerza irresistible, pero con el tiempo aparecerán en su vida, si verdaderamente es nacido de nuevo. Uno de estos nuevos intereses será un apetito que tendrá para la Biblia. Mientras que por una parte la Biblia se había considerado irremediablemente fuera de moda e inaplicable a las necesidades del mundo de hoy (excepto para los que están a punto de morir), ahora se presentará como el comentario más al día de las cosas del mundo y de los problemas personales que jamás se conoció -un libro lleno de sabiduría extraordinaria.

Juntamente con el amor a la Palabra de Dios, apare otro rasgo de la salvación genuina (1ª Ped.2:2) Un nuevo interés en la oración. Los que no son salvos puede que oren en momentos de peligro y pánico, pero un hijo de Dios quiere vivir (1ªTs.5:17) en una atmósfera de oración. No orará simplemente antes de acostarse por la noche, sino muchas veces durante el día. NO sólo pedirá favores a Dios, sino que buscará el compañerismo con Él, al leer la Palabra y expresará al Señor lo que tiene en su corazón.

Además, en el corazón cambiado, entrará poco a poco un sincero amor (Jn.12:335) para otros creyentes. Antes de ser salvo podía haber considerado como “extraños” o “anticuados” a los cristianos; pero ahora sentirá un nuevo interés y simpatía para con ellos. Los cultos de la iglesia también le serán atractivos y los himnos adquirirán una melodía para el corazón del recién convertido cristiano. Gozará de los sermones del pastor (si éste efectivamente predica la verdad) y el culto de oración, de media semana, le gustará.

Pero hay más todavía. Antes, el nuevo cristiano pensaba en la vida desde el punto de vista de lo que se podría aprovechar de ella, es decir, lo que la vida podía darle a él; ahora la considera al revés. Su afán será honrar a su Señor, “darle fruto a Él” (Gál.5:22,23) Querrá colaborar para adelantar el trabajo de Cristo. Se interesará por los misioneros de los confines de la tierra (Hch.1:8) La Gran Comisión del Señor de “ir por el mundo” (Mr.16:15) será un mensaje personal para él.

CAPÍTULO XIV

¿QUÉ TE PASÓ A TI?

Una liberación real de la preocupación puede tener un resultado glorioso de meditar en serio sobre los aspectos de la salvación lejanos. Piensa: “¿Qué hizo Dios para mí cuando confíe en Cristo?” “¿Eran todas esas transacciones permanentes?”.

Entendemos que Cristo murió por nuestros pecados. Pero ¿nos acordamos de que todos nuestros pecados están pagados (Heb.9:12,26,28)), incluso los pecados todavía futuros? Esto incluye pecados que hacemos después de ser creyentes. Así es que, si nuestros pecados nos amenazasen en separarnos del amor de Dios, tal separación nunca podría ser (Sal.103:12: Rom..8:38,39)

La salvación hace entrar en la familia de Dios. Si somos desobedientes, nuestro Padre celestial puede darnos una fuerza que nos permita no desobedecer más. Castiga (Heb.12:6) a Sus hijos como lo hace un padre humano fiel. Es el Padre ideal, y nosotros podemos confiar en Él con toda seguridad.

La vida eterna es un don Dios incomparable y adicional, no en el instante de la muerte, sino en el mismo momento en el que recibimos al Señor Jesucristo como a nuestro Salvador. Dios no se está exponiendo a la deshonra por unos hijos que yerran. Ya ha calculado el coste y sabe muy bien lo que los años venideros traerán. En “aquel que es poderoso para guardarnos sin caída y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría (Judas24)

Considera también las implicaciones de la justificación. Cuando Dios nos salva, nos declara justos (Rom.5:16,17). No solamente somos vistos en Cristo como completamente libres del pecado, sino que además Dios nos ve como si nunca hubiéramos pecado. Dios, en su gracia, pone en nuestra cuenta la justicia de Cristo (Fil.3:9) Llevaremos Su justicia, no la nuestra, para siempre.

Otras realidades espirituales y gloriosas son nuestras: Somos santificados (Heb.10:10), o reservados para el honor de Dios. Somos embajadores (2ª Cor.5:20) para Cristo, completamente autorizados por Él. Estamos en la línea de la recompensa sin precio por el servicio. Somos poseedores de toda bendición espiritual.

¿Cómo podemos preocuparnos, cuando todas estas cosas son nuestras en Cristo? Esto es lo que realmente cuenta. ¿Por qué dejar que las pequeñeces de los problemas terrenales obscurezcan los picos de las montañas de las verdades de Dios?

CAPÍTULO XV

CUANDO LOS CRISTIANOS PECAN

La entera estructura de la salvación es completamente una obra de Dios para el hombre, y de ninguna manera una obra del hombre para Dios. Así es que, como todas las obras de Dios, la salvación será duradera. Nuestro perdón y nuestra seguridad, están libres de lo incierto de los esfuerzos humanos. Esto rae una paz mental incomparable.

Pero, también es verdad que incluso los cristianos pecan, y el pecado es siempre una cosa condenable y ruin. ¿Qué sucede cuando un cristiano peca? Nada puede separar (Rom.8:38,39) a un creyente del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. De todas formas, cuando un cristiano cae en pecado se suceden unas consecuencias sumamente serias. Por un lado, el cristiano pierde su paz. La paz mental y del corazón es el resultado de una relación íntima entre el cristiano y su Salvador. Cuando se peca, o cuando habiendo aparecido el pecado no se juzga ni abandona, la paz desaparece.

Entonces la felicidad también desaparece. Dios había pensado hacer de la vida del cristiano una vida de gozo profundo interior. El gozo lo produce el Espíritu (Gál.5:22) Cuando se peca o después de aparecer el pecado no se juzga ni abandona, el Espíritu Santo en lugar de producir fruto en la vida del creyente le redarguye por el pecado. Las oportunidades para dar testimonio también desaparecen. El hablar a otros del Salvador de forma entusiasta, está inseparablemente relacionado con la condición espiritual del creyente. El deseo de dar testimonio a otros parece irse, si el corazón del cristiano retiene el pecado.

En resumen, un pecado no confesado es el ladrón del gozo del cristiano y de la paz mental. Aquí está la puerta abierta a la ansiedad con todos los males que resultan de ella. Pero espera. Dios ya ha provisto una solución a esta amenaza. Hay una liberación del pecado y de sus efectos: El lado legal ha sido cubierto por la muerte de Cristo. Murió por todos nuestros pecados, una vez y por todas. Pero ¿y qué del lado “familiar”, del hecho de que somos hijos errados en la familia de Dios? Esto también es increíblemente sencillo. Tenemos que “confesar” (1ªJn.1:9), decirle al Señor que nos hemos equivocado, tenemos que ponernos a Su lado en lugar de permanecer en nuestras propias cosas mal hechas. Esta confesión tiene que ser sincera; nuestro arrepentimiento debe ser genuino. Debemos confesar, decirlo sinceramente a Él y creer que Él nos limpia. Entonces conoceremos la restauración de nuestra paz y de nuestro gozo y podremos levantar la cabeza y volver a testificar.

Podemos confesar y, de hecho, debemos confesar el pecado a Dios todas las veces que sea necesario. (Hay que señalar que no siempre la pérdida del gozo y de la paz, se debe algún tipo de pecado en la vida del cristiano, sino que también hay otras razones: las circunstancias de la vida producen el desasosiego, la ansiedad, y como decía un psiquiatra cristiano: “la mente también enferma, lo mismo que cualquier otro miembro del cuerpo” - subrayado mío)

CAPÍTULO XVI

LAS PRUEBAS SON DE ESPERAR

Hay otra cosa en la debemos pensar concerniente al temor y a las preocupaciones: las pruebas, o todo lo que nos pone a prueba, son una parte normal de la vida del cristiano.

Cuando uno llega ser cristiano por la fe en la obra acabada de nuestro Señor Jesucristo, sigue siendo nada más que un bebé en Cristo. Su alimento es la “leche” de la Palabra, o las verdades más sencillas de la Biblia. Su experiencia es la de un principiante. Desde este plano debe moverse a la madurez espiritual.

El gran Maestro, el Santo Espíritu de Dios, se compromete a enseñar, entrenar y guiar al creyente a la madurez espiritual. Las pruebas son de esperar. Si no fuese así ¿cómo podríamos madurar? Las pruebas pueden incluir problemas financieros, enfermedad, dolor, desacuerdos con otras personas, desilusión, fracaso real o imaginario, tentaciones: una hilera de pruebas tan ancha como la vida misma.

En apariencia, muchas pruebas son iguales a los apuros por los que pasan los no cristianos. Pero las pruebas de un cristiano no están ni mucho menos en la misma categoría. Cada prueba en tu vida está sabiamente designada y permitida por Dios, tu Padre celestial. A pesar de que habrá castigo (Ap.3:19) por tus cosas mal hechas, y corrección por tus fallos en confesar y ser limpiado de tu pecado, todo es administrado en un amor de Padre, y Dios personalmente supervisa la disciplina.

Quizá te parezca que tus vecinos o amigos, quienes no presumen conocer a Dios a través de Cristo, tienen menos problemas que tú. En algunos casos, parece que se escapen sin que les pase nada de lo que a ti te hace sufrir. Incluso cuando están envueltos en pecados y ofensas de las cuales tú te apartarías son repugnancia, progresan y tienen éxito en sus empresas. Puedes ser tentado a gritar a Dios “¿Por qué Señor; por qué?”

Acuérdate de esto: inevitable e inexorablemente vendrá un tiempo en el que el incrédulo tendrá que dar cuentas. Ningún pecado se quedará sin ser castigado; ninguna ofensa será paliada. Ciertamente el pecador un día aparecerá ante el juicio de Dios. “Está establecido para los hombres que mueran una sola ve, y después de esto el juicio” (Heb.9:27)

En resumen, la mayoría de las pruebas de los creyentes están bajo la clasificación de “entrenamiento filial”. Dios nos está probando, no con la idea de enfatizar nuestros fallos, sino para capacitarnos para sobrellevar cosas pesadas, hacernos más fuertes, más sabios, y más parecidos a Cristo. Juntamente con cada prueba, hay una promesa (1ª Cor.10:13) de que no será demasiado difícil de llevar. Esto debería aliviarnos a nosotros de nuestras preocupaciones.

CAPITULO XVII

CÓMO AFRONTARLAS

Es cuando recibimos a Su Hijo como Redentor nuestro que Dios se hace nuestro Padre (Jn.1:12; Rom.8:14-16). Y su forma de tratarnos es todo lo que se puede esperar de un padre, de hecho, más que lo que podríamos imaginar. Podemos tenerlo por seguro que Él se interesa profundamente por nuestro comportamiento y crecimiento en la vida cristiana. Es Su plan que nuestras vidas sean conformadas a la imagen de Su amado Hijo (Rom.8:29) Por eso, nuestro Padre, tan sabio, permite que las pruebas sean parte de nuestra formación.El conocimiento de esta verdad da un significado totalmente distinto a las dificultades. Si son de parte de Dios para nuestro crecimiento y madurez, debe haber la manera de utilizarlas o superarlas. Si el propósito del problema es de enseñarnos lecciones importantes, aprendámoslas.

Cuán diferente es esta actitud de la de algunos cristianos que, cada vez que se encuentran con dificultades suponen que Dios los ha olvidado; o “lloran como un bebé”, cuando las cosas no van exactamente como les gustaría a ellos. Si hay una pregunta acerca del significado de alguna adversidad, no olvidemos que tenemos el derecho de entrar en la presencia de Dios mediante nuestro Señor Jesucristo. Podemos acudir a Él en oración y preguntarle por qué. “Y ésta es la confianza que tenemos en Él, que, si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye” (1ªJn.5:14)     

Puede ser que algún cristiano con problemas esté tolerando algún pecado en su vida el cual está dañando su testimonio y deshonrando a Dios. Puede estar seguro de que el Espíritu Santo le redargüirá, y el remedio está cerca. Que confiese a Dios su pecado y lo deje enseguida. Por otra parte, la respuesta que Dios da podría ser que ha enviado la prueba por motivos que sólo Él sabe. Esto nos basta. El amor y la sabiduría de Dios lo envió, y saldrá bendición más tarde de nuestra prueba. No deberíamos estar cargados, y quejosos, sino perseverar hasta que venga la victoria.

Hay mucho consuelo en considerar las pruebas de los héroes de Dios de antaño. Pensemos por ejemplo en la vida del fiel Job. Fue puesto a prueba de una forma que pocos tienen que sufrir. Los Salmos de David son un arsenal de consuelo, pues David fue puesto a prueba de forma continua. Daniel y sus tres amigos hebreros, que permanecieron leales a Dios frente a una gran tribulación, son ejemplos brillantes de personas reales que fueron puestas a prueba y salieron como oro puro.

En algunos casos, cuando más pronto uno deja su propia voluntad y sus preguntas, y acepta gozosamente la voluntad de Dios que todavía se desconoce, tanto más pronto vendrá la bendición.                       

CAPÍTULO XVIII

CONSIDERA EL AMOR DE DIOS

¿Qué más en la vida puede importarnos a fondo cuando ya sabemos que Dios nos ama? Es la calidad más destacada de la relación de Dios con nosotros. Fue el amor de Dios que realizó todo el plan y el cumplimiento de la salvación.

No necesitamos hacer teorías sobre el amor de Dios, pues ya hemos tenido la demostración más convincente posible de él. “De tal manera amó Dios al mundo” (Jn.3:16) de gente no atractiva, que se empeñó en redimirlo para que fuese un pueblo suyo. Para hacer esto de una manera que fuese a la vez recta y justa, envió a Su Propio Hijo Amado para llevar a cabo nuestra Redención y perdón y así hacer posible la recepción de pecadores redimidos en Su familia.

El amor de Dios no puede ser entendido. Podemos entender cómo puede castigar creación. No es difícil entender que Él pueda despreciarnos a causa de nuestros pecados, nuestra rebeldía, nuestro egoísmo, nuestra fealdad. No hay que forzar la imaginación para ver la justicia de la ira de Dios que se derrama sobre la orgullosa humanidad no arrepentida.

No obstante, las noticias que se proclaman desde el trono del universo no son solamente de juicio venidero sino de MISERICORDIA. Desde que murió Cristo, la llamada de trompera desde el cielo es que Dios ofrece perón pleno y gratuito a cualquier persona, y a toda persona que quiere aceptarlo. Aunque parezca increíble a los que han quebrantado todas las buenas leyes de Dios, se extiende la mano del perdón. ¿Qué es lo que causó todo esto?

La respuesta parece hasta demasiado sencilla. Dios nos ama. Tal amor no lo merecemos. Nuestros hechos nunca lo han merecido. Pero el amor no se da sobre esta base. Dios ama porque es Su naturaleza amar, nosotros somos los receptores afortunados que no merecen el amor que recibimos.

Tampoco depende el amor de Dios de nuestro buen comportamiento. No se reparará si hacemos lo malo alguna vez. Espero que sepas entender esto. Es verdad que Dios se preocupa profundamente de nuestro comportamiento, insiste que vivamos bien o justamente. Pero Su amor no falla cuando nosotros pecamos. En cambio, se esfuerza aún más para Pero

¿Qué lugar hay, pues, para la preocupación en nuestras vidas? La preocupación no es otra cosa que dudar del amor de Dios. Ello representa la negación de Su propia naturaleza, un insulto a Su gracia. Sólo contemplar el amor de Dios trae paz a nuestros corazones. Sólo leyendo vez tras vez los pasajes del amor de la Biblia tenemos descanso para la mente. Sólo pedir que su amor se derrame nuevamente en nuestros corazones hace que ellos rebosen en humilde gratitud (Rom.5:5)

CAPÍTULO XIX

Y SU PODER

Dios es un Dios Grande. No hay nada que Él no pueda hacer. Su poder se manifiesta, no sólo en el mundo material. Se ve una manifestación mucho mayor de Él en el mundo espiritual.

Pero miremos por un momento el lado material. Vivimos en un mundo inmenso de 36.245 kilómetros de circunferencia, y toneladas de peso. Nuestra tierra es parte de un sistema solar con otros nueve planetas, unas cuantas lunas y un sol central inmenso que si fuera hueco podríamos colocar un millón de tierras dentro de él.

Nuestro sistema solar es parte de una galaxia, o grupo de otros sistemas solares o soles. Se nos dice que en la Vía Láctea sola hay 100 billones de soles. Notarás que en el Universo se trata de billones, no de millones. Recordamos que nuestra galaxia es sólo una de cientos de millones de otras galaxias, muchas de ellas mucho más grandes que la nuestra. Dios hizo el Universo

No hay nadie que sepa lo que hay en los otros mundo y galaxias. Pero cerca de nosotros, en nuestro mundo, hay árboles, ríos, y montañas; océanos y nubes; peces y pájaros, sin contar hierba, y viento, y lluvia. El poeta lo dijo bien cuando declaró que el mundo “está tan lleno de un número de cosas” que él estaba seguro que “tendríamos” que “estar tan felices como reyes”.

Dios tiene poder espiritual ilimitado también. Puede cambiar un corazón pecaminoso en uno que se justo. Puede derrotar las fuerzas del mal, y traer victoria a sus hijos débiles. Tiene la capacidad necesaria para guiar a uno sin vacilar a través de las pruebas hasta los pastos verdes y aguas tranquilas. Y lo hará, si confiamos en Él.

¿Por qué va a preocuparse, un hijo Dios, cuando tiene a su disposición Su poder? De hecho, solamente orando se alcanza (Jeremías 33:3) No queremos decir que Dios contestará inmediatamente toda petición exactamente de la forma que Le pedimos que lo haga. Hay muchas oraciones que son necias, y Dios no se rebaja a la necedad. Pero Su oído está atento; Su corazón compadece; Su poder es suficiente.

Un pequeño secreto: Dios quiere demostrar Su poder para llevar a cabo Su santa voluntad. Nuestras oraciones serán más eficaces si están de acuerdo (1ªJn.5:14) con esta voluntad.

CAPÍTULO XX

EL ESPÍRITU SANTO

Considera ahora, la última noche de la vida del Señor en la tierra antes de Su crucifixión. Estaba con los suyos en el aposento algo. Bien sabía lo que iba a pasar. Sabía que sus discípulos pronto serían esparcidos como ovejas sin pastor, y Su corazón se conmovía para con ellos. ¿Qué podía decir para calmar sus temores y consolar sus corazones? Sabemos que, en el discurso maravilloso del aposento alto, uno de los temas principales fue la pronta venida del Espíritu Santo (Jn.14:16,17) De hecho, el Espíritu había de ser para los discípulos todo lo que Cristo había sido para ellos. Sería el Paracleto, o “ayudador cercano” tal como el Señor Jesús mismo lo había sido.

Así fue. El día de Pentecostés, 50 días después de la muerte y resurrección del Señor, efectivamente, vino el Espíritu Santo, e inmediatamente empezó Su ministerio. Aunque es verdad que trabajaba en los incrédulos, Su ministerio íntimo es en los creyentes, los hijos de Dios. El Espíritu Santo es el regenerador, es decir Aquel que lleva a cabo el milagro del nuevo nacimiento (Jn.3:7,8)

El pecador que confíe en Cristo se transforma totalmente, Habiendo sido hijo del diablo ahora es hijo de Dios, y puede vivir una nueva vida como hijo de Dios. Luego el Espíritu Santo es quien se encarga del bautismo (1ªCor.12:13) del creyente. Su ministerio es el que une de forma vital al creyente con Cristo y con otros creyentes, el cuerpo de Cristo. La ilustración escritural es la del cuerpo humano. Es como se si uniese mediante hábil cirugía el dedo al cuerpo. Después de esto llega a ser parte del cuerpo en función y de él recibe su sostén. Es exactamente así que el creyente es bautizado en Cristo.

Espiritualmente queda “soldado” o “fusionado” al cuero de Cristo, que es la verdadera Iglesia. El Espíritu Santo llega a ser un sello (Ef.4:30). Nunca podemos olvidar que hay una poderosa fuerza de mal en este mundo. No cabe duda que Satanás procura dañar los miembros del cuerpo de Cristo si puede. Pero en cada cristiano está puesto el Sello de Dios, que no es otra cosa que la misma presencia del Espíritu. Es Él quien dice al Diablo: “¡No metas la mano en ellos, son Míos!”

Todas las obras del Espíritu, se cumplen, cuando uno recibe a Cristo. No necesitan ser pedidas, y por cierto no se merecen. Son dones dados a todo creyente y tienen un alcance eterno. Siendo así traen paz inestimable al corazón del que lo entiende. 

CAPÍTULO XXI

EN LOS CORAZONES

DE LOS CREYENTES

Tampoco esto es todo. Tal vez la mejor bendición del Espíritu es morada en el creyente. Aunque parezca increíble la residencia que ocupa el Espíritu no es otra cosa que el corazón recién limpiado del creyente. Como puede ser esto, o por qué el Espíritu infinito creador se humille para ocuparse en ello, nadie puede entenderlo plenamente. No obstante, no deja de ser una verdad gloriosa.

Es importante no equivocarnos. El Espíritu Santo no está dividido entre los cristianos. En toda Su plenitud, vive en el cuerpo de cada hijo de Dios ((1ªCor.3:16) Si están tentado a preguntar cómo puede ser esto debes recordarte que ello plan de Dios. Es una realidad tal como lo testifica la Palabra de Dios.

También podemos regocijarnos por la permanencia de la morada del Espíritu Santo en nosotros. Un pensamiento natural es que el Espíritu morará en el corazón de los creyentes todo el tiempo que se retengan de pecar, y luego, forzosamente, los dejará. Pero con gozo nos acordamos que Cristo dijo que moraría “para siempre” (Jn.14:16) Es verdad que cuando un creyente peca, el Espíritu se entristece. Es verdad que cuando el creyente deja de escuchar la dirección del Espíritu, y no presta atención a su voz, el Espíritu se “apaga”.

Pero nunca se irá. Él redarguye del pecado, y cuando las condiciones se corrigen, cuando el pecado se confiesa y se sigue Su guía, está allí mismo para reanudar Su trabajo de consolar, animar y Su ministerio que da poder.

Como miembro de la Trinidad, no hay cosa que el Espíritu Santo no sepa. No hay ninguna área de la experiencia humana que Él no entienda perfectamente. Sea la que sea la necesidad, Él puede suplirla con abundancia. En tiempo de tristeza, Él es el gran Consolador. En tiempos de gozo, se regocija juntamente con nuestro espíritu alegre. Cuando falta dirección (Rom.8:14), Él indica el camino. El Espíritu posee todo atributo que poseen el Padre y el Hijo, en la infinita Trinidad Divina.

No debemos considerar que el ministerio del Espíritu sea puramente pasivo. Él ha venido para dirigir activamente nuestras vidas. No se trata de que se quede escondido esperando hasta que vayamos a Él con nuestros problemas. Más bien es Él quien tiene un programa que va adelante planeado para hacer que nuestras vidas sean un éxito a los ojos de Dios, y para conformarnos a la imagen de Cristo.

Evidentemente, no ha motivo para ninguna clase de preocupación o inquietud indebidas, cuando consideramos estas verdades del Espíritu. No hacemos bien, cuando estamos inquietos, furiosos y temerosos en vez de depender de Él. De hecho, la completa solución de la preocupación, ¿no está en depender enteramente del ministerio de gracia del Espíritu Santo de Dios?

CAPÍTULO XXII

LA BIBLIA ILUSTRA

En cierto sentido, la Biblia es el libro de texto sobre la cura para la preocupación. Sus páginas están llenas de ejemplos de cómo Dios suple las necesidades humanas. Por ejemplo, considera el caso de Pedro en la cárcel (Hch.12:1-19) Pasó cuando hacía poco que el Señor había vuelto al cielo; el lugar fue en Jerusalén.

El individuo criminal que reinaba en Judea, era Herodes el tetrarca. Ya había hecho degollar a Jacobo, hermano de Juan. Ello gustó a los dirigentes religiosos judíos, de manera que pensaba que era listo cuando hizo arrestar a Pedro y ponerle bajo severa custodia. ¿Qué podía hacer la iglesia? De hecho, era una situación seria.

La iglesia hizo lo que tenía que hacer. Los creyentes se juntaron para una reunión de oración. Sus oraciones se extendieron hasta altas horas de la noche. En cuanto a Pedro, estaba encadenado a dos soldados, a la vez que había otros en los corredores y en las puertas vigilando. No había la más remota posibilidad de que Pedro pudiera escapar de ellos. Parece mentira, pero Pedro no estaba preocupado. Estaba durmiendo.

Lo que pasó es emocionante. De repente una luz brilló en la celda, y de la luz salió un ángel del Señor. Los soldados cayeron desmayados. Las cadenas que sujetaban a Pedro por las muñecas se deslizaron de ellas como si fueran hechas de papel. Señalando a Pedro que le siguiese, el ángel le condujo por una puerta tras otra hasta que llegaron en plena calle. Pedro seguía pensando todo el tiempo que soñaba. No fue hasta que se encontró en el pleno aire de la noche, cuando se dio cuenta de que todo ello era realidad y no un sueño. Luego el ángel le dejó, libre, en plena calle.

Se apresuró a ir a la casa de Juan Marcos en Jerusalén y llamo suavemente a la puerta. Una joven criada que se llamaba Rode y reconoció la voz de Pedro, quedó tan sorprendida que volvió y lo dijo primero a los que se habían reunido para orar. Y fue difícil convencerles de que efectivamente Pedro estaba allí. ¡Qué tiempo de regocijo después!

¿Qué significa esto? Ha ocurrido muy pocas veces que Dios enviara ángeles a libertar a cristianos encarcelados. Pero lo importante es que lo haya hecho una vez. Lo importante que tengamos en mente es que nada es demasiado para Él. Dios se preocupa por Sus hijos y tiene abundancia de poder para librar. Ésta es la clase de Dios que servimos. Recuerda también que hubo mucha oración tras la liberación de Pedro. Esto también es vital.

Hechos 16:12-40

La razón de que Dios no haga en el día de hoy muchos milagros, es por lo que dice S. Pablo: “Por fe andamos, no por vista”. Si Dios hubiese repetido muchos sucesos semejantes a éstos que leemos en la Biblia a lo largo de la Historia, existiría tal evidencia de fe que esta virtud que Dios recomienda como método probatorio de confianza en Él, no tendía ningún mérito. Jesús dijo a Tomás: “Porque has visto, Tomás, creíste; bienaventurados son los que sin ver creerán”.

Para nosotros este régimen de fe nos parece largo y difícil porque solamente podemos ver las cosas que tocamos y palpamos de este planeta probatorio, en el cual Dios están levantando una familia de hijos espirituales, fieles y agradecidos para hacernos al fin “testigos suyos a principados y potestades en los cielos” (Ef.3:10)

A vista de Dios y de los ángeles que ven desde el otro lado de la muerte, éste no es más que un traslado de una y otra dimensión de este casi infinito universo de Dios; pero en el cual nuestro propio espíritu, hecho a imagen y semejanza del mismo Creador, puede vislumbrar, por razonamientos sensatos y por la fe, las cosas invisibles. De esta superior facultad están faltos los seres vivos compuestos únicamente de materia física

CAPÍTULO XXIII

Y OTRO EJEMPLO

Durante un viaje, Pablo vino a Filipos (Hch.16:12-40) Filipos era una ciudad colonial que disfrutaba de privilegios especiales. El evangelio había tenido un caluroso acogimiento, y las obras potenciadas por Espíritu Santo, a través de Pablo, condujeron preciosas almas a Cristo. En medio de su ministerio, Pablo echó de una joven a un demonio que le afligía, la cual hacia predicciones. Esto provocó la ira de los hombres sin escrúpulos que la habían usado para que adivinase, para que ganase dinero para ellos. A Pablo y a Silas los arrastraron violentamente delante de las autoridades, acusándoles que habían interferido en su manera de ganarse la vida.

Por un motivo u otro que desconocemos Pablo no protestó basándose en su ciudadanía romana, como lo hizo en otras ocasiones, sino que aceptó los latigazos y encarcelamiento. A los oficiales se les dieron órdenes que guardasen seguros a Pablo y a Silas en el calabozo de más adentro con los pies sujetos en el cepo. Aunque no hay constancia escrita de ello, podemos estar seguros que ´si hicieron oraciones sinceras para Pablo y Silas por la pequeña iglesia, tan joven, en Filipos. Dios contestó de la siguiente manera.

A media noche, en vez de los gemidos, maldiciones e imprecaciones que se solían oír de los infelices presos que sufrían, se oía un sonido muy distinto procedente de Pablo y Silas. Se levantaban oraciones y cánticos de alabanza a Dios, y los presos los oían. De repente la tierra tembló; las pareces de la cárcel se tambalearon. Súbitamente las puertas se abrieron girando sobre sus goznes. Los pernos que sujetaban los cepos se soltaron, y los presos estuvieron libres para escaparse poniendo en movimiento sus piernas doloridas.

El carcelero estaba desesperado. Si los cautivos huyesen, la responsabilidad sería suya y ellos significaba su muerte. Pero Pablo le llamó en compasión impidiendo que él se matase. Luego Pablo le llevó a Cristo, y a su vez fue ayudado por el carcelero. El carcelero y su familia fueron bautizados aquella misma noche, en testimonio a su recién hallada fe en Cristo. ¡Qué giro inesperado de los sucesos! ¡Cuán diferente de lo que Pablo y Silas hubieran podido imaginar y que sus enemigos hubieran podido planear!

Es verdad que Dios puede guardar a Sus siervos de recibir latigazos y sufrir doloroso encarcelamiento y las dudas que seguramente los acompañaban. Pero escogió, más bien, producir un milagro de Su gracia, para demostrar Su poder.

CAPÍTULO XXIV

MADRES EN APUROS

La mujer era viuda de uno de los hijos de los profetas. Tenía grandes problemas financieros. Evidentemente no había salido a no ser que se entregase a sí misma y a sus hijos para ser vendidos como esclavos. ¡Aquí sí que había motivos de preocupación! Pero observa lo que Dios hizo para ella (2ª Reyes 4:1-7)

Acercándose a Eliseo, el profeta de Dios, la viuda le contó todas sus tristezas, problemas y pesares. Eliseo le preguntó qué le quedaba en posesión. Le dijo que no le quedaba más que una vasija de aceite.

Eliseo le dijo que pidiese prestadas vasijas vacías a sus vecinas. Dijo claramente “que no sean pocas” (1ª Reyes 4:3). ¿Iba a obedecer? ¿Cuánta confianza tenía en el hombre de Dios? El profeta mandó además que entrasen sus dos hijos en la casa con aquellas vasijas vacías y que empezasen a verter aceite en ellas. Tenía que llenar las vasijas prestadas de aceite que contenía la suya.

La viuda obedeció al pie de la letra. Vertía y vertía y vasija tras otra se llenaron hasta arriba. Dijo a uno de sus hijos, “tráeme otra vasija” y él le dijo, “ya no hay más” y el aceite paró de fluir (4:6). La viuda preguntó al profeta ¿Ahora qué? Él le dijo que vendiese el aceite para pagar sus deudas y vivir de lo demás. Los jóvenes escaparon de la esclavitud, y la fe triunfó.

Otra historia fascinadora en la Palabra de Dios tiene que ver con el profeta Elías, otra viuda en la tierra de Sarepta, y su hijo ((1ª Reyes 17:9,10). Dios mandó a Su profeta que fuese a la viuda, la cual le daría sustento en tiempo de gran hambre. Pero cuando Elías llegó, encontró que la mujer no tenía más que aceite y comida para para una torta para ella y su hijo, después de lo cual pensaba que moriría de hambre.

El profeta le dijo que hiciese la torta para él primero y luego una para ella y su hijo. ¿No era esto motivo para preocuparse? Pero obedeció. Nadie hubiera criticado a la mujer si vacilase o hasta rehusar. Pero queda claro en la Palabra: ella hizo tal y como el hombre de Dios le ordenó, haciéndole primero la torta para él.

Para su fe, se dice que el suministro se hizo inagotable, “y el barril de harina no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó” (1ª Reyes 17:16), hasta que vinieron las lluvias y cesó el hambre. La historia acaba con la observación que tanto ella como el profeta, y su casa, “comieron muchos días” (17:15)

Aquí podríamos buscar palabras de preocupación, pero no se encuentra en ninguna parte. Dios es capaz de suplir la necesidad, y en ambos casos fue a través de un siervo Suyo. Dios honra la palabra de Sus sinceros ministros fieles.

CAPÍTULO XXV

LA PREOCUPACIÓN

Y EL DESESPERO

El siguiente caso podría llamarse extremo. El protagonista principal en este drama fue uno de los mayores hombres del Antiguo Testamento. Era un gran líder, el principal responsable en llamar a la nación de Israel que volviese a Dios.

Inmediatamente antes de este incidente preocupante (1ª Reyes 19:1-18) Elías fue el gran “director” que puso en escena una gran confrontación entre Dios y Baal, entre las fuerzas del Señor y las de Satanás, entre la adoración a Dios y la adoración a los ídolos. El resultado fue una victoria decisiva para Dios ya que bajó fuego del cielo en respuesta a la oración de Elías. De modo que fue un gran éxito.

Pero la malvada reina, Jezabel, esposa de Ajab, rey de Israel, era adoradora de ídolos y una de las mujeres más inicuas que jamás hayan existido. En su ira por la derrota de Baal y la muerte de 450 profetas de este ídolo-diablo, ella hizo un voto que sus dioses podían hacer a ella lo que había pasado a aquellos profetas paganos, si en 24 horas no se había vengado de Elías matándole.

Ahora bien, después de una victoria tan destacada, uno pensaría que el profeta habría quedado firme riéndose de sus amenazas. Pero lo increíble del caso es que Elías fue lleno de pánico irrazonable, y huyó para salvar su vida en un viaje de un día en el desierto. Agotado, se sentó bajo un árbol y pidió al Señor que le dejase morir.

Qué situación más extraña para un hombre que tan poco antes había pedido a Dios que descendiera fuego del cielo, y que había sido un líder en la destrucción de aquellos enemigos de Dios. Ésta es una preocupación seria, de angustia y dolor.

Cansado y triste, Elías se durmió bajo el árbol. Un ángel le despertó y le dio una torta y bebida. Se durmió de nuevo, y otra vez el ángel le proporcionó comida nutritiva. Reforzado con estas dos comidas, Elías siguió viendo cuarenta días y noches, hasta que llegó al Monte Horeb, donde encontró lugar para cobijarse en una cueva. Allí oyó la voz del Señor preguntándole qué hacía allí.

No hubo reprensiones, ni castigo, ni ridiculización de su actitud. Elías explicó que sentía que era el único de los siervos de Dios que quedaban en vida. El Señor le demostró cuán equivocado estaba y volvió a darle su misión y le devolvió a su ministerio.

Después de momentos de victoria hay un gran peligro. Uno necesita mantenerse muy cerca de Dios. Cuando se comenten grandes errores, hay perdón, limpieza, y oportunidad renovada de servicio.

CAPÍTULO XXVI

DOS CATEGORÍAS

Puede decirse que hay dos clases principales de preocupación, La primera podía llamarse ansiedad insensata, innecesaria, sin un fundamento justificable. Ésta puede ser el resultado de información incorrecta o de insuficiente información. En otras palabras, no entiendes bien los hechos y llegas a una conclusión equivocada. La respuesta, o solución, de esta clase de preocupación es fácil. Busca la verdad del asunto hasta encontrarla. Serás grandemente aliviado y la preocupación terminará al momento.

También puede darse el caso que tú te hayas puesto en áreas de preocupación donde no tienes derecho a meterte. A menudo aceptamos para nosotros preocupaciones que no son nuestras. Nos preocupamos por otros. El remedio en este caso es fácil: no hacerlo.

Luego hay una manera de considerar la preocupación de puro sentido común. Por ejemplo. Cuando los problemas son reales, las dificultades existen y ha verdaderos peligros. Pero luego uno de preguntarse “Si me pongo demasiado preocupado por ello, ¿ayudará en encontrar una solución?” Cuando tú no puedes hacer absolutamente nada para cambiar la situación, ¿no es sabio quitarlo de tu mente?

Con mucha frecuencia hay preocupación por asociación. Por ejemplo, puedes saber que alguien tenía un problema específico que causó una multitud de tristezas. Luego oyes hablar de otro caso que parece reunir las mismas circunstancias, e inmediatamente supones que las misas terribles consecuencias seguirán en el caso cuestión. ¿Cómo lo sabes? Puede haber otros factores. Los resultados pueden ser totalmente diferentes.

En otras palabras, una buena parte de preocupación puede ser sencillamente el resultado de información incorrecta o de no aplicar la sabiduría. ¡Ojalá que todo el mundo tuviera suficiente sabiduría además de suficiente información! En esto, el lado espiritual es importante. Dios está disponible para dar a Sus hijos la sabiduría necesaria cuando Le piden. Sencillamente mediante la oración del que cree se consigue esta calidad que es de un valor inestimable.

¿Cómo es que tu médico se queda en tanta calma cuando tú le explicas todos tus temores? La respuesta es que él sabe la cura de tu necesidad física y tiene la suficiente sabiduría para aplicar el remedio, tus temores desaparecerán. Una aplicación estupenda de sabiduría es exponer claramente tus preocupaciones para luego analizarlas con calma. ¿Se basan en los hechos reales? ¿El preocuparte te ayudará en algún sentido? Perderás la mitad de tus preocupaciones si de forma honrada las contestas correctamente.

CAPÍTULO XXVII

LA SEGUNDA CLASE

No todas las preocupaciones tienen su origen en asuntos ridículos, no justificables o no comprendidos. Es un hecho que existen muchos problemas serios en la vida. Con algunos de éstos, tener información completa sólo añade preocupación. Hay esta otra categoría que requiere una sobria consideración.

Repasemos nuestras definiciones: el “ocuparse” de algo puede definirse como tener una comprensión seria, adecuada y calmada de un problema, juntamente con el más profundo deseo de solucionarlo. Por otra parte, la “preocupación” es una ansiedad irrazonable a veces ilógica que puede llegar a ser una histeria y causar alteraciones altamente emocionales. La “ocupación”, en el sentido, es necesaria; y no la esquivan las personas responsables. La “preocupación” es inútil. No soluciona nada y sólo sirve para aumentar el problema.

La misma naturaleza de la vida requiere la “ocupación”. Hay batallas que librar y victorias que ganar (1ªPed.5:8) Se ve la necesidad de un punto de vista serio. Habrá oposición en la vida del cristiano. Dios lo ha proyectado así. Los problemas de la vida tienen la tendencia de hacerle madurar a uno. Es así que se crece, moralmente. La vida cristiana tiene otra dimensión. Los problemas, hostilidades, dificultades, hasta las tribulaciones (2ª Tm.3:12) han de venir necesariamente. No hay una vida cristiana verdaderamente viva que no los tenga.

¿Cómo puede ser esto, cuando el cristiano posee un Salvador que le ama y un Padre todopoderoso? Claro que no puede ser a causa de falta de interés o de poder. Más bien hay un plan profundamente arraigado debajo de los problemas de la vida. El punto de vista de Dios es naturalmente extenso. Su corazón no se limita a la tierra, sino a las cosas del cielo. Se interesa por nuestro bienestar eterno. Es Su propósito de gracia que los redimidos de la tierra moren con Él para siempre (Jn.14:2,3). Pero tenemos que estar preparados, y la vida presente es la base de esta preparación.

Como ejemplo, consideremos unos padres sabios que educan a sus hijos. Permiten que sus hijos tengan que pasar por ciertos problemas para que sean preparados para la vida. Mientras tanto vigilan todo el tiempo con cuidado. No permiten que las pruebas sean demasiado fuertes. Así es Dios, pero mil veces con mayor poder y atención. ¿Nos pondremos demasiado ansiosos por los problemas que Dios no envía? Claro que no. Más bien los aceptaremos para aprender las lecciones que nos enseñan, vivir con oración diaria, y creer que nuestro Padre celestial no nos abandonará.

CAPÍTULO XXVIII

AQUELLOS PASAJES

TAN HERMOSOS

Por toda la Palabra de Dios hay versículos que echan de la mente la preocupación cuando los incorporamos en nuestras vidas. Algunos de los más destacados debemos no sólo leerlos, sino memorizarlos y meditar en ellos constantemente.

Las primeras palabras del Salmo 37 nos provocan a ello. Podrían traducirse: “No te preocupes”. Tenemos la tendencia de comparar nuestra suerte como hijo de Dios con la de los no salvos; pensamos que nuestros problemas son grandes y los de los no cristianos poca cosa. Ellos pueden prosperar, mientras que nosotros quedamos pobres. Pero el Salmista nos avisa que su vida es breve; la nuestra eterna.

Más adelante, en este mismo Salmo, encontramos la fórmula para una vida cristiana feliz. Primero, debemos confiar (37:3) Se trata de una actitud activa que incluye “hacer el bien”. Para esto hay una promesa segura que “moraremos en la tierra” y seremos “alimentados”. Después, el que quisiera ser feliz de “deleitarse” en el Señor (37:4) Esto parece ser exactamente el opuesto de lo que hace el cristiano que lo es solamente de nombre. El que responde a este mandato no encuentra su placer principal en los intereses mundanos, sino que encuentra su mayor gozo en las obras y la Palabra de Dios.

El versículo que viene después es una “receta”, condensada maravillosamente, para conseguir una vida cristiana. Primero, uno encomienda su camino al Señor (37:5); es decir, no sólo recibe a Cristo como su Salvador, sino que también pone toda su vida en las manos hábiles del Señor. Luego, se revela el secreto del vivir con éxito. Es confiar, de día en día. Pase lo que pase, confía en el Señor. Para todas las circunstancias se “receta” lo mismo. Hay muchas ramificaciones, pero la clave pata toda bendición espiritual es la misma en todo caso: esta confianza continua. Confía en Dios. El versículo acaba con una promesa llena de gracia: “Él hará”. Dios en Su poder sin límite y Su sabiduría sin par y Su amor infinito, se cuidará de que Su propósito se lleve a cabo.

El versículo 7 es un punto culminante muy apropiado: “Reposa en Dios”, es decir: todo lo que nos pesa lo pasamos a Él. No tenemos que llevar nuestras cargas solos. Si todo lo que deseábamos no se ha conseguido, esperemos con paciencia a que Él lo lleve a cabo.

Sé honrado. Si tú obedeces estas instrucciones tan llenas de gracia, ¿es posible estar preocupado a la vez? Estos remedios sencillos pero profundos no son el producto de la sabiduría del hombre, ni siquiera provienen del “especialista”. Este antídoto para la ansiedad humana nos ha venido del Dios Todopoderoso, el Creador, que dio a Su Hijo para que nos salvase.

*Este parece ser el significado del versículo traducido “Calla a Jehová o “Guarda silencio ante Jehová” en las versiones españolas.

CAPÍTULO XXIX

LOS VERSÍCULOS QUE NOS

DICEN “NO TE PREOCUPES”

Posiblemente no te habrás fijado nunca en Filipenses 4:6,7. Pero contiene precisamente el mensaje que estamos enfatizando: “¡No te preocupes!” “Por nada estéis afanosos” dice la versión de Cipriano de Valera, lo que equivale a una orden directa que no debemos preocuparnos, como si se tratara de un mandamiento absoluto: “no te preocupes”.

Pero ¿cómo?

El escritor inspirado lo explica a continuación. Se nos exhorta que pongamos todo delante de Dios en oración. Es evidente, que el énfasis está en la palabra TODO. Algunas personas se contentan con poner en las manos de Dios solamente los grandes problemas. Pero, ¿sabemos de modo cierto, cuales son los verdaderamente grandes? La mayoría de las veces no lo sabemos, pues los asuntos pequeños crecen en nuestra imaginación hasta hacerse inmensos.

Nota que se dice que las “peticiones” deben ser con oración y ruego. La oración incluye tanto la adoración como la petición; el ruego parece significar una petición bien definida, específica, para una respuesta a una necesidad específica. Hay que ver, también, que incluye “acciones de gracias”, este versículo. Ello tiene su motivo. Cuando agradecemos a Dios las bendiciones pasadas, nos animamos a creer que Él contestará nuestra petición para necesidades futuras y actuales.

Todo el tema del pasaje es de oración continua. Esto no significa una petición una vez para siempre, pero, más bien, el llevar delante de Dios, sin cesar, aquellos asuntos que nos interesan. Y a Dios no Le desagrada esto. No Se impacienta como nos impacientaríamos nosotros si se nos “bombardea” de peticiones. De hecho, nos exhorta a que vayamos a él.

En el versículo 7 se menciona el resultado. Se nos dice que La paz de Dios, la misma paz de Dios, guardará, sostendrá y protegerá nuestros corazones y mentes. Ahora bien, hay que tener presente que Dios no promete contestar las peticiones tal y como Se las presentamos, ya que muy frecuentemente nuestras peticiones son tristemente inconvenientes. Pero lo que nos promete es que entrará en nuestras mentes y corazones aquella seguridad de que todo irá bien.

En otras palabras, la preocupación se desvanecerá, y en su lugar vendrá la confianza de que Dios se cuidará del asunto en el momento oportuno que Él sabe. No mencionamos el pensamiento introductorio de los versículos anteriores de Filipenses 4. Lo que se desea es el gozo en el Señor. Todo el mundo sabe que el gozo es imposible si el corazón está, por así decirlo, “roído” de preocupación. Así pues, por Su gracia, podemos decir “¡Fuera la preocupación y bienvenido el gozo del Señor!”

CAPÍTULO XXX

UNA INVITACIÓN A LA

SERENIDAD      

Mira las palabras directas del mismo Señor, palabras de gracia que se encuentran en Mateo 11:28-30. Antes de pronunciarlas había proclamado terribles ayes para los n o arrepentidos. Pero con Su ojo que todo lo veía observó sin duda a algunos, aun en aquellas ciudades condenadas, que se arrepentían y creerían y Le recibirían como su Salvador. De aquí su invitación:

“Venid a mí todos los que, y yo os haré descansar”. He aquí una traducción extendida y completada: “Venid a Mí, todos los que estáis  cansados hasta el extremo de estar agotados, y que hace tiempo que estáis cargados de sentimientos abrumadores, de manera que os sentís agotados, y curvados bajo su peso, y Yo haré que cesen vuestros trabajos y quitaré vuestras cargas y os aliviaré con el descanso, porque Soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso de vuestros trabajos y refrigerio para vuestras almas, porque mi yugo es agradable y mi carga es ligera”.

De hecho, este versículo se explica a sí mismo. Debemos “venir”, es decir, estar dispuestos a movernos hacia Cristo. Nos espera, pero tenemos que movernos hacia Él. Venimos sólo a Cristo, no a ningún hombre, iglesia, creencia, credo, o programa. No hay límite; todos pueden venir. La invitación de Cristo se dirige especialmente a los cansados y cargados. Sus palabras no van dirigidas primeramente a los que sufren el cansancio físico, aunque el cansancio físico puede tener que ver con ello. No son los músculos cansados a lo que se refiere, sino más bien a los corazones abrumados, a las mentes deprimidas, a los espíritus agotados. A éstos Él ofrece descanso, refrigerio, renovación.

En el versículo 11:29 hay otra invitación, en ella se nos pide que tomemos el “yuyo” de Cristo para compartir Su ministerio, unirnos a Él en el trabajo más grande que jamás existió, el de llevar las buenas nuevas del Evangelio a los amigos, al otro lado de la calle y al oro lado del mundo. Para este ministerio hay un descanso más. Tal vez en esto se trata del descanso de haber conseguido algo, la emoción del éxito en este sentido. Podría decirse que es el placer de ver completada una tarea. De todas formas, hay una promesa de serenidad y relajamiento para el cuerpo de parte del Señor cuando de esta forma entramos en Su trabajo.

El hecho es que el yugo de Cristo se describe como fácil y ligero porque se trata de un yugo doble. El buey que tenía otro buey más fuerte al lado tiraba su carta con más facilidad. El Señor tiene el plan de trabajar con nosotros si trabajamos con Él. Nadie dudará de que la tarea sea inmensa y la responsabilidad más allá de nosotros. Pero el Señor recuerda a sus discípulos, “todo poder me es dado en el cielo y en la tierra, por tanto, id” ((Mt.28:18-20)

CAPÍTULO XXXI

UN ALMACEN DE TESOROS

DE CONSUELO

En cierto sentido la Biblia entera es una respuesta al problema de la preocupación. En ella hay ayudas de toda clase: sermones conmovedores, historias inspiradoras, proverbios incisivos, biografías emocionantes, y cartas instructivas. Pero tal vez el grado mayor de consuelo se encuentra en un libro que está en el mismo centro de la Biblia. Contiene 150 poemas de los más conmovedores que jamás se hayan escrito. Me refiero, por supuesto al Libro de Los Salmos.

Estos poemas, originalmente escritos para ser cantados con música, abarcan toda una gama de experiencias humanas. Casi no se excluyen ninguna clase de emoción humana. Hay canciones de alabanza, de inspiración, de contrición, de consuelo, e instrucción. Hombres y mujeres de todas las edades, al encontrarse preocupados y temerosos han acudido a estos escritos divinamente inspirados y han encontrado que sus cargas se quitan y sus corazones hallan refrigerio.

La mera lectura de estos Salmos eleva el alma, especialmente se si leen en voz alta. Además, lo mejor que puedes hacer es leerlos desde el primero hasta el último, subrayando las frases mas significativas. Hay varios Salmos que se destacan y se aplican de forma especial a uno que suele tener temporadas de preocupación.

Empecemos con el Salmo 1. La primera palabra misma es “Bienaventurado” lo que significa “Feliz”. Después se explica cómo alcanzar la felicidad. Luego se deja claro el contraste que existe entre el placer mundanal y las satisfacciones del camino de los justos. El Salmo 23 tiene sólo seis versículos. Pero en toda la literatura humana no se encuentra una combinación más magnífica de 105 palabras. De hecho, el Salmo 23 se clasifica entre los mejores poemas, aun por literarios no cristianos. Se trata del cuidado del Señor por los Suyos. Si creemos que es así, el cristiano no tiene motivo alguno para estar preocupado.

El Salmo 27 es un poema maravilloso. El Salmo 34 se escribió en momentos de extrema adversidad para el autor y tiene que ver con necesidades y temores básicos. El tema del Salmo 46 es el refugio eterno que sólo Dios ofrece. El Salmo 51 es una expresión de profundo arrepentimiento y contrición por haber pecado y fallado. El Salmo 72 señala más allá del sistema actual del mundo a un tiempo venidero cuando el mundo estará lleno de justicia y paz como las aguas cubren el mar. El Salmo 103 exhorta a que se alabe a Dios como conviene; el Salmo 104 hace resaltar Sus obras en el mundo; el Salmo 107 insiste en que se alabe vez tras vez a Dios. El Salmo 119, un punto culminante final, está lleno de alabanza.

CAPÍTULO XXXII

PUEDES VENCER

Dios no ha tenido nunca la intención de que tú seas esclavo de la preocupación. No es Su voluntad que tus días se pasen pagando el tributo del temor, sometido a dicho tirano. Los cristianos son los hijos del Dios viviente. Nuestro ambiente es el de libertad y felicidad. Ello es verdad, a pesar de que los tres enemigos, el mundo, la carne, y el diablo, no cesan de conspirar contra nosotros. Pero Aquel a quien servimos puede, de forma gloriosa, darnos el poder de derrotar a las fuerzas terribles del rey preocupación. Decidámonos desde ahora que no vamos a rendirnos a él.

Tenemos todo a nuestro favor. Nuestra posición como hijos de Dios es inconmovible. Las fuerzas que podemos llamar en nuestra ayuda son irresistibles. Las verdades que se encuentran en el Libro son insuperables. ¿Qué más se necesita? Sólo se requiere una cosa, nuestra voluntad de ir adelante a la victoria. Debe haber en nuestro corazón la convicción, coraje, y el celo para derrotar al enemigo y seguir teniéndole vencido. Una chispa de deseo de nuestra parte movilizará todas las fuerzas a nuestro favor.

Hay algunos para quienes la preocupación es una aflicción de toda la vida. Posiblemente, algunos ya nacieron en casas llenas de ansiedades. Es posible que las circunstancias de sus vidas hayan aumentado esta tendencia de considerar el lado negativo en vea del optimismo. La costumbre puede estar arraigada que uno crea que nunca la va a superar. Pero, créeme, el poder de Dios es tan grande que dicha persona, puedes ser tú, puedes ser liberado, si quieres.

Puedes leer este libro desde el hoyo más profundo del temor, desánimo y tristeza en que puede caer el ser humano. Puedes estar llegando a considerar el quitarte tu propia vida, por ser la preocupación tan grande que no parece haber salida. No has encontrado la manera de librarte de ella. Pero créeme, nuestro Dios es un gran Dios. Si no pudiera ayudarte, no sería Dios. ¡Pero es Dios y sí que puede! Por tu voluntad para una vida de libertad de la preocupación. Decídete en la profundidad de tu ser que harás tu parte. Luego clama al Dios de amor y perdón y poder, que levante tus pies y los ponga en la roca sólida de Su gracia y favor.

¡Por medio del Señor Jesucristo! Su amado Hijo, tú puedes vencer hoy.

Referencia:

Libros CLIE

Galvani, 113

08224 TERRASSA  (Barcelona)

CÓMO VENCER LAS PREOCUPACIONES

William W. Orr

Versión española: Samuel Vila

Originaly published in the USA under the title WHO TO OWN OVER WORRY by Scripture Press Publications, Wheaton, III.

* 1988 por CLIE para la versión española

 


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