PROFECÍA BÍBLICA (IX)

WILLEM KRAAK

CAPÍTULO IX

Presagios de un conflicto

mundial con armas nucleares

Durante los tres años y medio en los cuales los dos testigos ejercen su tarea en Jerusalén, el poderoso adversario, o sea, el diablo, prosigue su operación en el mundo, lo que da como resultado que las naciones se enfurezcan. Por esta influencia demoníaca estalla otra vez una guerra mundial con armas nucleares, lo que se dibuja sugestivamente en forma simbólica (Ap.11:18)

El profeta lo vio en una visión anterior. Después de haber notado el doloroso ataque de los insectos que llama langostas, la escena va a cambiar. Las langostas se transforman en una especie de caballos voladores enteramente pertrechados para la guerra. Van protegidos con armadura como de hierro, y el ruido de sus alas, dice el texto sagrado, era el ruido de muchos carros cuando corren a la batalla (Ap.9:7-19) Esta última nota nos da la sugerencia de aviones de bombardeo.

“Oí el número de los soldados de a caballo y eran doscientos millones” Siguiendo el sugestivo texto podemos imaginarnos a los cabalgadores tendidos hacia adelante en sus caballos, parecían formar una sola figura del hombre con su caballo. Así se comprende la descripción de esta figura: tenía en la cabeza una protección que parecía una corona de oro; y la apariencia de león con cara de hombre; tenía como cabello de mujer, lo que pudiera representar cualquier aparato de protección. Estas figuras tenían trazas de estar provistas de armas nucleares. Pues de su boca salían fuego, y humo y azufre.

“El poder de esos caballos estaba en su boca y en su cola: pues sus colas parecían serpientes con cabezas, y con ellas hacían daño”.  Será una lucha inhumana entre Oriente y Occidente para disputar el poder mundial. El profeta dice: “Oí una voz que dijo al ángel: “Suelta los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates” (Ap.9:14, 15) El río Éufrates con su enorme anchura y fondo, forma una separación natural entre Este y Oeste. Ahora, por orden de Dios, “fueron soltados los cuatro ángeles, para matar la tercera parte de la gente, pues habían sido preparados precisamente para esta hora, día, mes y año”.

Esto nos enseña que los hombres actúan bajo influencias espirituales, buenas o malas; y por esta influencia aquellos hombres eran capaces de vencer grandes obstáculos. Así, los ejércitos del tiempo del fin podrán atravesar el río para llegar a su meta en una guerra que causará la muerte de tanta multitud de personas.

“Pero el resto de la gente, los que no murieron, no dejaron de hacer el mal que hacían, ni dejaron de adorar a los espíritus malos y a los ídolos de ora, plata, bronce, piedra y madera” (Ap.9:20, 21)

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