PROFECÍA BÍBLICA (II)

 WILLEM KRAAK

CAPÍTULO II

En busca del Rey

Como cada pueblo escribe su propia historia, este curioso incidente del sueño real fue guardado en el archivo de los sabios, y sus sucesos observaban el curso histórico. Y nosotros haremos bien en seguir observando los signos de los tiempos, porque de esta manera hallaremos la respuesta a la pregunta del futuro. Notemos que, al Imperio Babilónico, que existió desde el año 606 hasta el 538 antes de Cristo, siguió el Imperio Medo-Persia hasta el 330 antes de Cristo, seguido por el imperio de Grecia hasta el año 146 antes de Cristo, y por último se impuso el Imperio de Roma.

Unos 150 años después de haberse establecido el dominio de Roma unos sabios en el Oriente fueron asombrados extremadamente por la aparición de una estrella de mayor magnitud que todas aquellas de que se tenía noticia en la ciencia de la astronomía. ¿Qué significaría? ¿La venida del Gobernante Mundial?

Una averiguación seria les, llevó a la conclusión de que se hallaban en el tiempo del cuarto Imperio; en cuyo período, según santos proféticos que poseían, aparecería un rey universal israelí. Era un vaticinio que se remontaba a 1200 años antes de Cristo, cuando los hebreos conquistaron el país de Canaán después de su salida de Egipto.

El rey de Moab, que temió la conquista, llamo a un vaticinador para maldecir a su enemigo. El hombre no podía hacerlo; por el contrario, se sentía milagrosamente impulsado a bendecirlo, y predijo: “La veo, pero no ahora; la contemplo, pero no de cerca. Alzase de Jacob una estrella; surge de Israel un cetro. De Jacob sale el dominador” (Números 24:17,19) El resultado fue que una comisión de sabios emprendió el largo viaje a Jerusalén, antigua capital israelí (Evangelio Mateo 2:2) Allí, a su pregunta: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues en el Oriente vimos su estrella, y hemos venido para adorarle” (Evangelio según Mateo 2:5), recibieron informes exactos. Los escribas, que conocían perfectamente las Escrituras Sagradas dijeron: “En Belén de Judea. Porque un profeta escribió así 600 años atrás: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los gobernantes de esta tierra· porque de ti saldrá un jefe que cuidará a mi pueblo Israel” (Evangelio Mateo 2:6)

Los peregrinos siguieron su viaje con alegría hacia Belén, “y al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre. Entonces se arrodillaron y adoraron al niño. Luego abrieron sus cajas y le regalaron oro m incienso y mirra” (Evangelio Mateo 2:11) ¡Acertado! Habían encontrado a la Persona en cuestión. Pero ¡note bien! No era todavía el tiempo indicado por la profecía cuando la piedra cortada se convertiría en un gran monte. Tenía que pasar aún muchos siglos. La profecía indicaba primeramente el fin del Imperio Romano, que desapareció en el año 395 de nuestra era, y luego la continuación en forma de varios pueblos hasta los postreros días. Sólo después de esto vendría el reinado universal expresado por el monte que llenaría la tierra entera.

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