POST- MORTEM DIAGNOSIS

José Cardona Gregori

Así denominan el examen que se hace del cuerpo muerto para conocer las causas de su muerte. El pecado separó el alma humana de Dios, produciéndose en el hombre la muerte espiritual. Desde entonces para Dios no hay en el mundo más que dos clases de gentes: los “muertos en delitos y pecados” y los “regenerados” para vida eterna en Cristo Jesús. En el lenguaje bíblico también tenemos definidos estos estados con las palabras “perdidos” y “salvos”.

Nosotros podemos catalogar a los hombres en diversos grados y condiciones con relación a sí mismos, pero e evidente que para los fines divinos y por consiguiente eterno no hay más que dos: MUERTE O VIDA ETERNA, y es de importancia capital estimar seriamente nuestra personal relación con Dios y conocer la actitud que el Señor pueda tomar considerándonos fuera o dentro Su reino.

I.   MENSAJE DE NAVIDAD NOS HABLA DE UN MUNDO PERDIDO

La vieja Navidad nos hará siempre recordar la triste realidad de una humanidad perdida. Fue en los tiempos de Herodes, mal llamado el “Grande”, edomita y Rey de Judea, de triste memoria para la historia; su siglo se asemejaba mucho a Herodes mismo. “Sed salvos de esta perversa generación” dijo Pedro a los judíos, y Pablo a los gentiles repetía acerca de Cristo “Se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo”.

Pero notamos que Herodes se distingue por su cultura, religiosidad más o menos aparente y cierta filantropía. Ensanchada, fortificaba y adornaba las ciudades de su reino; construyó un anfiteatro en Jerusalén, instituyó juegos olímpicos, importaba viveros en tiempo de hambre, edificaba templos suntuosos en honor al Emperador y reconstruyó el templo de Jerusalén sobre el plan más espléndido.

Con todo se distinguía como uno de los tiranos más crueles de la tierra, aún dentro de su propia familia. Pero si crueles y perversos eran los gobernantes, lo eran también los gobernados, prueba de ello, el nacimiento de Cristo en la más mísera cuadra pública. La cultura, la filantropía, la moral y religión natural no salva a nadie. Y nuestro mundo está necesitado de mirar la Navidad como en antaño, y considerar en ella el único remedio que Dios estableció y que a la vez brindó al hombre en el diagnóstico que estimó.

II. “PORQUE ÉL SALVARÁ A SU PUEBLO DE SUS PECADOS”

Cristo y no otro. Un Salvador, no dos. Para esto vino. El hombre podrá esforzarse y tratar de alcanzar por sus propios méritos la Salvación, con ello no hará más que demostrar su ignorancia en cuanto a la causa de su condenación; y olvidará que el pecado minó mortalmente su saludo espiritual y todo lenitivo moral que de sí mismo proceda, será tan eficaz como querer curar el cáncer sin el medio adecuado. Si medios hubiera habido para la Salvación fuera de Cristo Jesús, Dios los hubiera señalado con precisión.

La Navidad nos recuerda que la miseria humana es tan grande que ni santo en la tierra, ni virgen designada, ni tampoco ángel celeste podían salvar un solo pecador regenerando su alma. Dios encontró un suficiente Salvador en la persona inmaculada de Jesús el Señor; y del pesebre a la cruz en su humillación más perfecta estimó santa y completa medicina salvadora, que el Eterno expresa en la visión del profeta ·y por su llaga fuimos nosotros curados”.

Notemos, pues, que, en Jesús, Dios restaura a los perdidos a completa salvación, no EN sus pecados sino DE sus pecados.

a)  De la culpabilidad de sus pecados, por su muerte expiatoria: “El justo por los injustos, poniendo en boca de sus salvados el himno de victoria: “Ahora pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús· (Rom.8:1)

b)  Del señorío de sus pecados: “Él obra en nosotros el querer como el hacer”; empezó en cada uno la obra y la perfeccionará; toda esclavitud en sus salvados destruirá El es el libertador que nos hace verdaderamente libres, rompiendo las cadenas de las pasiones carnales, inclinaciones insanas y soberbias de la vida.

c)  De la presencia de sus pecados: “Serán guardados por la fe en la virtud de Dios, para alcanzar la Salvación que está aparejada para ser manifestada en el poster tiempo. Esta es la salvación para la glorificación. La salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna. Cuando lo moral sea revestido de inmortalidad y lo corruptible de incorrupción.

III. ES PELIGROSO NO ATENDER AL DIAGNÓSTICO DE DIOS

Atender a Dios por su Palabra en su oferta de salvación es esencial al momento, antes que pase el día de la Gracia, termine el tiempo señalado y acabe toda esperanza para siempre; antes que la fría e inesperada muerte cristalice para la eternidad el carácter del hombre fuera de Cristo con todo lo que ello conllevará, o sea, una eternidad fuera de la presencia del Reino de Dios.  

Es triste ver que tantas personas creyendo no haber peligro por la razón de no verlo exponen sus vidas desatendiendo a su Dios. Ciertamente las cosas más peligrosas son las que menos se ven, y llegan cuando menos se espera. Los vecinos de Sodoma y Gomorra no pensaron en la amenaza del peligro y por esa causa perecieron. Anteriormente Noé, pregonero de justicia, fue desatendido en su prédica para la salvación, y la humanidad feneció despreciándola. El Vesubio sorprendió a un pueblo confiado, y esta fue la razón de sucumbir miles de víctimas. El peligro que se corre al vivir en el pecado es tan cierto y tan seguro, como leyes que gobiernan nuestro mundo.

Jesús está a la puerta ofreciendo su remedio que acabará con los males; aceptar el veredicto de Dios en su diagnóstico, nacer de nuevo otra vez por la oportunidad que Dios ofrece en Cristo Jesús: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” Implícitamente contiene esta declaración la regeneración y sumisión del alma al Señor cuya consecuencia natural produce vida eterna, y esta vida da al hombre el “ver el reino de Dios” y vivir en continúa comunión con Dios.

Un epitafio en un viejo cementerio escocés se leía:

“El que nace una sola vez muere dos veces. El que nace dos veces muere una sola vez”.

 

Fuente:

“El Eco de la Verdad”, 1952

 

 

 

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