EL PODER DE LA ORACIÓN (3ª)

Billy Graham

EL BUEN MÉTODO DE ORACIÓN

Ahora pasemos a mirar a la oración en sentido más objetivo, y preguntémonos: ¿Qué enseña la Biblia en cuanto a la técnica de la oración eficiente?

1.   Qué la oración pertenece a los hijos de Dios. Jesús enseñó: “Cuando oréis decid: “Padre nuestro”. Tengo cinco hijos en mi hogar para los cuales proveer lo necesario pensando en sus vidas. Ellos me piden libremente y yo respondo bien a sus peticione, ¡porque son mis hijos! Y por virtud de tal relación es que yo me siento en deuda con ellos. Dios no es responsable en verdad sino de sus hijos, y a menos de haber nosotros nacido “de arriba”, en su familia, no tenemos derecho a pedir su favor. En Juan 1:12 se nos declara “que por creer en Él venimos a ser sus hijos”.

Algunos creyentes me han dicho: “yo no sé cómo orar, ni encuentro las palabras adecuadas; el mas pequeño de mis hijos, todavía no sabe hablar, pero sabe hacerse entender en lo que desea, tan bien como si ya fuese un adulto. Dios, nuestro Padre, nos comprende del mismo modo, con oda facilidad, como podemos leer en Heb.4:16. ¡Oh, mis amigos ansiosos de las respuestas de Dios cuyas oraciones no fueron contestadas!; Él os invita a una más cercana intimidad de hijos en su familia!, y leedlo en Filipenses 2:15.

2. la oración debe ser elevada con fe. Jesús dice: “Creed que lo recibiréis y os vendrá” (Mr.11:24). Esto nos declara que, sin fe, sin verdadera puntería recta a la diana de la promesa de Dios no lo alcanzaremos.

3. La oración debe partir de un corazón obediente. “Porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que a Él le agradan” escribe Juan en su primera carta 3:22. Y en 1ª Samuel 12:15m se nos amonesta “a obedecer a la voz de Dios para que Él no se aparte de nosotros”. Por lo tanto, debemos serle obedientes para que Él pueda bendecirnos.

4. La oración debe ser presentada en el nombre de Cristo. “Y todo lo que pidiereis en mi nombre, esto haré para que mi Padre sea glorificado en el Hijo” (Juan 14:13) Nosotros no somos dignos de acercarnos al trono de Dios excepto por nuestro Abogado Jesucristo y por sus méritos, como nos enseña la Santa Escritura por la Epístola a los Heb.10:19-22 que haremos bien en leer atentamente, y por otros muchos pasajes en el Nuevo Testamento.

 Dios, por Cristo, por sus méritos, nos ha salvado perdonándonos el pecado. Por su mediación ahora suple ¡, según su promesa, nuestras necesidades. Debemos orar en su Nombre, y acercarnos así tranquilos y asegurados al Trono de la Gracia.

5. La oración debe ser según la voluntad de Dios, sumisos a ella. Como Jesús en Getsemaní: “No mi voluntad, sino la tuya” decía sometiéndose al Padre (Mt.26:42) La oración de sumisión nos une a Dios en favor aun de todo el mundo, no solamente para nuestra ayuda particular, cuando está en línea recta con la voluntad de Dios, bien definida en tantos puntos.

RESUMIENDO

Nuestras oraciones, debe buscar siempre que el Nombre de Dios sea glorificado, como nos enseña Jesús: “Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria”. Cuando Dios puede contestar a nuestras oraciones, Su Nombre es glorificado porque le glorificamos en gratitud. Y Jesús nos dice: “Y cualquiera cosa que pidáis en mi nombre esto haré, para que el Padre pueda ser glorificado” (Juan 14:13)

¡Cuán grande es nuestro privilegio de oración! Cristiano, examina tu corazón, consagra a Dios tu vida, ríndete por entero a su voluntad, sé limpio así, para que Él pueda escuchar tus peticiones. La Palabra de Dios declara que, “la oración del justo obrando eficazmente, puede mucho” (Stg.5:16)

Oremos, pues, en tiempos de adversidad no sea que nos volvamos incrédulos e infieles. Oremos en días de prosperidad no venga a suceder que lleguemos al orgullo y a la vanidad. Oremos en horas de peligro para no volvernos cobardes o propio suficientes. Oremos que el Espíritu Santo convenza de pecado a un mundo que vive en las tinieblas de sus propios pecados.

¡Padres, orad a Dios para que Él pueda coronar a vuestro hogar con gracia y misericordia! ¡Hijos, orad por la libertad de vuestros padres, encadenados al mal! Cristianos, creyentes en Dios, orad para que el “rocío de los cielos” pueda inundar la tierra sea, ardiente y sedienta y para que “la justicia cubra como las aguas cubren al mar”. Unid vuestras oraciones de hijos de Dios a la pobre fe de un mundo que perece en su necesidad de orar, y hacedlo en amor, recordando esta promesa del Salvador: “Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.

 Fuente:

“Entre Nosotros”, 1957

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

INTEGRIDAD

DON/ES DEL ESPÍRITU SANTO

SANIDAD SEGÚN LA BIBLIA