EL PODER DE LA ORACIÓN (2ª)

Billy Graham

POSTURAS EN LA ORACIÓN

No son sino secundarias en el culto en la iglesia, porque la Biblia dice: “Quiero pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos limpias, sin ira ni contienda” (1Tm.2:8) Cuando vosotros oráis, vuestra postura física no es tan importante como la actitud de vuestro corazón. Algunos grupos o denominaciones insisten en que se debe orar de rodillas, o en que deben juntarse las manos de cierto modo. Todo esto es de importancia relativa, aunque orar de rodillas es un acto de humildad cuando se hace sinceramente.

“Josué, postrándose sobre su rostro en tierra le adoró; y dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?” (Josué 5:14).  “Salomón se puso delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extiendo sus manos al cielo” (1Reyes 8:22 “Daniel hincándose de rodillas tres veces al día y oraba delante de Dios” (Daniel 6:10) Los discípulos, en Pentecostés, “estaban sentados” (Hechos 2:2) cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos. Aquí hemos visto cuatro distintas posiciones al orar a los siervos de Dios, y todas buenas.

Orar es, sencillamente, conversas con Dios. La razón por que muchos cristianos ha cerrado sus ojos al orar es para olvidarse mejor de las cosas que nos rodean y poder conversar más íntimamente con su Señor. Con todo, la Santa Escritura no nos dice que ello sea indispensable. Y, ¿quiénes deben orar? La Palabra de Dios nos dice “que todos los hombres y en cada lugar, y siempre”.

DIOS CONTESTA TODAS LAS ORACIONES

Esta es mi creencia. Solamente que en ocasiones la respuesta es “Sí”, y en otras “No”, según Él comprende ser mejor o más justo. Quizá en vuestras oraciones había mezcladas dudas o egoísmos, o pedíais cosas que no os convenían. La Biblia dice que existen razones específicas cuando Dios no os responde según quisierais: Podéis estar viviendo en desobediencia. En Deuteronomio 28:15, se nos enseña que Dios no nos podrá bendecir entonces. Quizá hay pecado secreto en vuestra vida: David dijo: “Si tú mirares a la iniquidad en mi corazón, no me oirás” (Salmo 66:18)

Y es que el pecado corta la comunicación con Dios, y las oraciones del pecador que vive tranquilo con su pecado ni llegan ante la presencia de Dios. Otra razón puede ser nuestro egoísmo: “Pedís y no recibís porque pedís mal para gastar en vuestros deleites” (Stg.4:3) Hay otras razones, todas ellas señalando pecados, y la Biblia nos advierte que no podrán ser escuchadas tales oraciones. Debemos orar pensando en la gloria del Señor, y en que se hecha su voluntad, o nuestro orar será en vano: “No mi voluntad, sino tu voluntad” es el espíritu de la oración que prevalece ante la presencia de Dios. 

 

 

 

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