ADORACIÓN A DIOS (2ª)

Juan C. Varetto

Al luchar nuestro Señor con el tentador, le dirigió estas palabras fulminantes: “Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo servirás” (Mt.4:10) El sabio Max Müller en su obra famosa, Ciencia de la Religión, sostiene que antes del paganismo los hombres adoraban una Deidad Suprema. Antes de la existencia del sanscrito del griego y del latín; antes de que se adorase a los dioses de Vela; antes de que hubiese un santuario de Júpiter; los habitantes del mundo creían en la existencia de un solo Dios creador.

Pero a medida que los hombres fueron avanzando en el camino de la maldad, fuero perdiendo esta creencia monoteísta, y con el ensalzamiento de los héroes convertidos en dioses, vino el culto pagano que adquirió formas tan diversas como extrañas. Egipto adoró sus imágenes horripilantes y sus animales sagrados, a los ríos, a las fuentes, a las plantas, y a mil objetos más, a tal punto que se dijo que en aquel país todo era dios menos Dios mismo.

Asiria tuvo sus leones alados y sus toros con cabezas humanas, y el arte antiguo le dedicó sus obras más famosas. Babilonia estaba llena de dioses de oro y de plata. Persia adoraba a sus divinidades del bien y del mal, de la luz y las tinieblas. La culta Grecia tenía múltiples dioses y diosas que habitaban el Olimpo, y Roma honraba a no menos de treinta mil dioses en el Panteón. La India tenía centenares de miles de dioses y diosas imaginarios.

San Pablo describe el culto pagano de este modo: “Habiendo conocido a Dios no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fue entenebrecido. Diciéndose ser sabios se hicieron fatuos, y trocaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, y de animales. Los cuales mudaron la verdad de Dios en mentira, honrando y sirviendo a las criaturas antes que, al Creador, el cual es bendito por los siglos” (Rom.1:21)

Surgió en el mundo el cristianismo, y en su conflicto con el paganismo, su lema fue: un solo Dios y un solo mediador, que es Cristo Jesús. Pero cuando vino la apostasía que había sido predicha por los apóstoles, y el mundo se vio invadido por mil vírgenes y santos que equivalían a los dioses y héroes del paganismo, el culto cristiano degeneró hasta dejar ser lo que había sido en su origen, perdiendo la espiritualidad que lo había caracterizado.

El culto que se tributa a la virgen María es un culto idolátrico y anticristiano en el más alto grado. Viola el gran precepto del decálogo que manda adorar sólo a Dios. El que dirige sus preces a María, y la adora, hace una acción que ella misma sería la primera en desaprobar enérgicamente.

El culto a los santos está en la misma categoría, y merece ser denunciado como anticristiano y contario al espíritu y a la letra del Evangelio. Está bien imitar a los santos en sus virtudes; seguir la buena huella por la cual ellos anduvieron; tener el mismo celo santo que ellos tuvieron; trabajar, luchar, sufrir por el bien, como ellos supieron hacerlo, ro rendirles culto es un acto abominable que Dios condena en su santa Palabra, porque ellos son seres humanos como nosotros y sólo la divinidad debe recibir la adoración.

 

 

 

 

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