SEÑALES, APOCALIPSIS (6:12)
Juan Bta. García Serna
Entramos en el “Sexto sello” del libro de Apocalipsis, y lo único que hago es sintetizar al amplio comentario que hace el autor de esta exposición analítica y exegética que consta en su libro, el cual recomiendo.
SEXTO SELLO
(Ap.6:12)
Samuel Pérez Millos
Miré
cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol s puso
negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre.
Y vi cuando abrió el sello el sexto, y terremoto grande
ocurrió y el sol se volvió negro como saco de crin y la luna entera se volvió
como sangre (Gr.)
En su observación Juan prestó atención al momento en que el
Cordero abrió el sexto sello. El sexto sello abre una panorámica de cataclismos
cósmicos aterradores. El orden del firmamento se conmueve. Unos acontecimientos
propios del día de Jehová (Is.13:10-11) El Apocalipsis recurre a las
profecías dadas por los profetas. Los acontecimientos dados aquí tendrán lugar
a la mitad de la última semana de las anunciadas por Daniel (Dn.9:25) Por el
desarrollo del libro se estima que este terremoto corresponde al final del
primer período de tribulación y habrá otro inmediatamente antes del retorno de
Jesucristo.
Estos sucesos anteceden a la segunda venida de Jesucristo
(Jl.2:30; Mt.24:29, 30; Mr. 13:24-26; Lc.21:25-28) Jesús señaló acontecimientos
semejantes en el discurso del Monte de los Olivos, lo que hace coincidir
plenamente todo el desarrollo del Apocalipsis con el mensaje de Jesús
(Mt.24:29) De la angustia en la tierra a la conmoción cósmica, ambas cosas se
manifestarán en el tiempo anterior a la segunda venida del Señor. Las dificultades
irán en aumento y a las guerras, hambres, pestilencias, se añadieran las
convulsiones de la naturaleza que, al servicio del Soberano, serán instrumentos
de juicio contra los pecadores.
Juan observó como se produjo el gran terremoto. No era uno de
los acostumbrados, sino uno de enorme magnitud. De terremotos como
manifestaciones de intervención divina sobre el mundo en el tiempo de la ira de
Dios, hay muchas referencias, entre otras (Mt.24:7, 8; Lc.21:11; Ezq.38:19;
Jl.2:10; Am.8:8) La magnitud del terremoto no se había producido antes, y tal
seísmo se producirá antes de la inmediata aparición de Jesucristo (16:18)
Una segunda manifestación de la convulsión cósmica tiene que
ver con el oscurecimiento del sol. Una de las manifestaciones que tuvieron
lugar como evidencia para los egipcios de la acción divina fue las tinieblas.
En el relato del Éxodo se afirma que “hubo densas tinieblas sobre toda la
tierra de Egipto, por tres días” (Éx.10:22)
El oscurecimiento del sol se había anunciado proféticamente
en el Antiguo Testamento (cf.Is.50:3), refiriéndose al Calvario, y estuvo
durante tres horas (Mt.27:45) Mateo describe aquel acontecimiento sobrenatural
con palabras sencillas que corresponden a la realidad de un hecho histórico: La
luz se retiró de la “sexta hora”, que en el cómputo del tiempo actual
correspondería al medio día. Mateo afirma que “hubo tinieblas”. No se trata de una nube de tiniebla que cubriese
la luz del sol, sino de sombras que cayeron sobre la tierra. El evangelista
afirma que esas tinieblas cubrieron “toda la tierra. En la Escritura el
término “tierra”, tiene que ver, sobre todo en profecía con Israel.
El sol no se apagará en aquellos días, la vida sería
imposible en la tierra, simplemente se oscurecerá, disminuirá la intensidad de
la luz. He aquí una profecía que se refiere al día de Jehová (Is.13:9-11) Y el
profeta Joel habla en el mismo sentido (Jl.2:31) Un poco más adelante profetizó
que “el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su
resplandor” (Jl.3:15) La convulsión cósmica está plenamente profetizada en
el Antiguo Testamento (cf.Is.13:9-10; Ezq.32:7; Jl.2:31)
Los efectos
sobre el sol alcanzarán también a la luna. En la visión de Juan se aprecia que
la luz del astro adquiere una tonalidad rojiza. Joel lo había anunciado ya en
su profecía “El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre”
(Jl.2:31) Y otros profetas hicieron mención de la luna que dejaría de dar su
resplandor (Is.13:10; Ezq.32:7)
La descripción de los efectos de la acción sobre la creación
se describe con palabras y lenguaje de los hombres, conforme a lo que el
profeta aprecia en la revelación que recibe en la visión, y estos cataclismos
producen efecto en las personas (Lc.21:25-26) El desfallecimiento de las gentes
no es señal de arrepentimiento y retorno a Dios. Simplemente serán conscientes
de que tales acontecimientos no son naturales, sino que se producen por la
intervención divina.
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