SEÑALES, APOCALIPSIS (6:11)

QUINTO SELLO

Ap.6:11

Samuel Pérez Millos

Y se les dieron vestiduras blancas, y se le dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

Y fue dado les a cada uno vestido blanco y fue dijo les que descansasen aun tiempo, hasta completasen también los consiervos de ellos y los hermanos d ellos lo que iba a ser muertos como también ellos (Gr.)

Los mártires reciben un adorno de gracia, vestiduras blancas, que son símbolo de santidad y de victoria. Aparentemente habían sido derrotados por cuanto estaban muertos, pero esto es la vista o desde la perspectiva de los hombres. Muertos por los hombres viven para Dios y son más que vencedores por la fe en Cristo. Las ropas blancas que recibieron son vestidos propios de los santos y de los ángeles cuando se manifestaron en alguna ocasión.

Las vestiduras blancas son símbolo de bendición y descanso, mientras esperan el momento de la manifestación final y perfecta en el retorno de Cristo cuando se produciría para ellos también la resurrección del cuerpo. Son como las arras de la primera resurrección (20:4-6), pudiendo gustar ya de la gloria final del triunfo del Señor en el cual son partícipes.

Junto con las vestiduras blancas se les aporta provisión de descanso. El verbo que utiliza Juan lleva aparejada la idea de un descanso confortable. Es experiencia bienaventurada que conlleva estar en la presencia de Dios. Es el reposo en la espera definitiva de la acción vindicativa y justa de Dios sobre sus enemigos que les causaron la muerte. La tribulación y aflicción es siempre larga en el plano de los hombres, pero todo es corto en el tiempo de Dios.

Es un tiempo mensurable, como expresa el sustantivo que utiliza Juan. Una medida de tiempo que es, además, corta. Las aflicciones del tiempo presente son cortas, como el apóstol afirma: “Porque esta leve tribulación momentánea” (2Cor.4:17). No debemos olvidar que Dios permite las dificultades y las pruebas para acrisolar nuestra fe y eso sólo cuando es necesario y por el tiempo preciso (1Ped.1:6)

 A los mártires en la presencia del Señor, junto con las ropas blancas se les recuerda que el sufrimiento y la experiencia de muerte por la que pasaron a la presencia del Señor, no es algo exclusivo de ellos, sino que será experiencia de otros muchos que todavía estaban en la tierra. El número de los mártires debía completarse, hasta que otros darían su vida por el testimonio de Jesucristo y la palabra de Dios. La espera sería corta por cuanto la muerte de los otros creyentes estaba a punto de llevarse a cabo. Esos que sellarían su fe con la muerte, eran consiervos de los que había sido muertos y a quienes se dirigían las palabras que Juan oyó, creyentes que también servían al Señor. No se puede hablar de conversión sin hablar al mismo tiempo de entrega al servicio. El creyente que recibe a Cristo por fe, vive también a Cristo en la fe (Gál.2:20); Fil.1;21)

Si Jesús fue siervo, quiénes siguen sus pisadas (1Ped.2:21), no tiene otra opción que servir, como es el testimonio que se da de los creyentes en Tesalónica (1 Ts.1:9-10) Además de consiervos eran también sus hermanos, miembros de la misma familia de la fe. Las dos palabras expresan una idea de comunión: los siervos, habla de la relación vertical ente cada creyente y el Señor; los hermanos expresan la relación horizontal entre los miembros con Dios. A los muertos ya en la presencia de Dios se les dice que esperasen hasta que se complete el número, de los que había de ser muertos. Quiere decir que Dios tenía conocimiento y había consentido en que un determinado número de creyentes diesen su vida, en la tribulación. Aquí no se habla del número de los redimidos, sino del de los mártires.

La esperanza del creyente está en el momento de la resurrección en donde recibirá el cuerpo de resurrección revestido de inmortalidad para nunca más experimentar la separación entre su parte material del cuerpo espiritual de resurrección y la parte espiritual de su propia naturaleza humana. La conclusión a que debe llegarse como la más consecuente con la enseñanza bíblica general es que no existe un cuerpo intermedio entre la muerte y la resurrección sobre el que pueda ponerse vestiduras blancas.  Los vestidos blancos en este versículo son simbólicos, lo mismo que el altar.

Es una enseñanza simbólica de la condición de los santos mártires en el tiempo en que, esperando el día de la resurrección, estén en la misma presencia del Señor. Mientras tanto descansan, no en un sueño insensible, sino en el disfrute de las bendiciones que se manifiestan en la presencia de Dios. Por otro lado, el tiempo a que se refiere está medido desde la perspectiva humana, pero la experiencia de los mártires está fuera de esta temporalidad, vinculada ya a una nueva dimensión diferente de la humana actual.

 

 

 

 

 

 

 

                 

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