SEÑALES, APOCALIPSIS (6:10)
Juan Bta. García Serna
Entramos en la segunda parte del "Sello Quinto", y claro, de una manera muy resumida, pero destacando lo esencial.
Samuel Pérez Millos
Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo Señor, santo y
verdadero, no juzgas, y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?
Y clamaron con voz grande diciendo: ¿Hasta cuándo, el Soberano
el Santo y verdadero no juzgas y vindicas la sangre de nosotros en los que
habitan sobre la tierra? (Gr.)
Sin más revelación sobre quienes son “las almas” bajo el
altar, Juan recoge y traslada la oración de ese grupo de mártires. Es una
oración imprecatoria, como muchas de la que aparecen en los Salmos. La primera
observación que surge de la lectura del texto, es que estos que claman están
conscientes delante de Dios. La enseñanza de que el alma de los que mueren,
entre ellos los salvos, permanece inconsciente en el sepulcro juntamente con el
cuerpo es un descanso hasta resurrección, carece de base bíblica. Los mártires
están conscientes en la presencia del Señor puesto que oran, y son conscientes
también de la compañía de todos restantes, puesto que se dirigen al Señor
usando el plural “nuestra sangre”.
Se manifiestan también con emociones, expresadas en deseos
personales. Esta verdad concuerda plenamente con el deseo del apóstol Pablo: “parir
y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Fil.1:23). El partir del
creyente es para estar con Cristo disfrutando de su presencia. Pablo sabe que
al partir de esta vida inmediatamente se está con Cristo. Es la enseñanza
general de la Biblia. (cf.Sal.16:11; 17:15; Mt.8:11; Lc.16:25; Jn.17:24;
1Cor.13:12; Heb.12:23)
Los muertos por el testimonio de Jesús claman, "clamaron a gran voz", es decir, oran enfáticamente. Juan expres la idea utilizando un verbo que signifca clamar, en sentido de orar a grandes voces, asío lo dice el texto griego: "a gran voz". Los mártires dejaban orir un fuerte clamor en la presencia del Señor.
Esta oración contiene una pregunta
muy intensa: “¿Hasta cuándo? “. Ellos estaban seguros de que Dios actuaría en
justicia y que el tiempo para concluir con la situación de injusticia en la
tierra que causó la muerte de todos ellos, tendría un final. Es la pregunta que
espera la respuesta concreta del tiempo de Dios que ellos no conocen. No es
tanto una pregunta reivindicativa sino de necesidad. Aquellos esperaban el
tiempo de Dios y deseaban conocer el alcance temporal de la persecución de los
creyentes sobre la tierra.
La oración se dirige a Dios a quien
le dan tres títulos. El primero es el de Soberano, referido al que
ejerce autoridad como dueño absoluto, amo supremo. Dios como el controlador de
todo, incluyendo la vida de los creyentes. Los mártires claman al que, siendo
Dueño y Soberano, puede actuar sin ningún condicionamiento en respuesta a su
oración, que hacen confiando en su justicia y no como resultado meritorio en
los que oran al Señor.
En segundo título que dan en su
oración es el de Santo, realmente en el texto griego aparece como un
adjetivo que califica al sujeto de la oración que es Dios. Santo expresa la
idea de separado de toda imperfección, por esa causa deberá actuar en justicia
contra los que inicuamente trataron a los suyos causándoles la muerte.
En tercer lugar, le llaman,
verdadero. El adjetivo verdadero implica actuar con fidelidad. Dios había
registrado promesas de ayuda y justicia para quienes le aman y, con toda
certeza, las cumple por canto es fiel. Es Aquel que dice de sí mismo: “una vez
he jurado por mi santidad y no mentiré” (Sal.89:35), por tanto, en base a esa
certeza, claman esperando la respuesta que la santidad y justicia de Dios
demandan y que la Soberanía le permitirá llevar a cabo.
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