SEÑALES, APOCALIPSIS (Cap.6:5-6)

 Juan Bta. García Serna

TERCER SELLO

(Cap.6:5-6)

Samuel Pérez Millos

Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven. Y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y cuando abrió el sello el tercero oí al tercer ser viviente que dice: Ven. Y vi y he aquí caballo negro y el sentado sobre él que tiene balanza en la mano de él (Gr.)

Mediante una acción semejante a las anteriores, el Cordero, que tiene en su mano el rollo escrito, va abriendo o rompiendo los sellos para dar lectura y ejecutar su contenido. La lectura es silenciosa, esto es, no se dice el contenido en palabras, pero se lleva a cabo el propósito describiendo mediante la figura de un caballo y un jinete cuyo simbolismo expresa un aspecto de la acción judicial de Dios sobre el mundo.

Como en las anteriores ocasiones, la determinación divina se expresa por medio de la voz del tercer se viviente. La ejecución del juicio que Dios envía y, por tanto, permite, se establece con la misma autoridad que en casos anteriores. Juan escuchó como el tercer de los cuatro seres vivientes que se mostraron antes (4:7), cuyo aspecto era semejante al rostro de un hombre, que, con voz potente, como en los casos anteriores, estable el mandato: “¡Ven”!

Inmediatamente se aprecia la presencia de un caballo con su corre4spondiente jinete que acude al llamado con autoridad del ser viviente. En este caso el color del caballo que Juan vio era negro. El color negro es señal de luto, miseria, hambre y escasez.

Para enfatizar el simbolismo, el apóstol descubrió que en la mano del jinete que montaba el caballo negro, había una balanza. En el texto griego se lee, literalmente, yugo, palabra que se usa para referirse al yugo de esclavitud (Hech.15:10; Gál.5:1, al de enseñanza (Mt.11:29) y aquí una balanza que tiene dos platillos equilibrados en el centro y colocados en los extremos de un yugo de metal. Indudablemente el control de la balanza y, por tanto, de todo cuanto se colocaba en ella, estaba en el jinete. La idea que se expresa aquí es la de escasez de alimentos que se produce por la acción de quien puede controlarlos y distribuirlos, porque tiene en sus manos la balanza para distribuirlos por peso.

La visión presenta un juicio en el que el hambre será el elemento que afecte a los moradores de la tierra. En esto coincide también con el desarrollo del sermón profético de Cristo, que anunció que “habrá hambre” (Mt.24:7), y que el hambre no producirá angustia, sino también muerte.

Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino. Y oí como voz en medio de los cuatro seres vivientes que dice, cuartillo de trigo por denario y tres cuartillos de cebada por denario y al aceite y al vino no dañes (Gr.)

Un período de hambre que asolará el mundo en el juicio de Dios sobre los moradores de la tierra por su pecado, es el contenido del mensaje que Juan oyó. El aspecto indefinido del escrito de Juan vuelve a reflejarse aquí, cuando dice simplemente que “oí como una voz”. Esa voz procedía de en medio de los cuatro seres vivientes. Debe recordarse que los seres vivientes se presentaron antes rodeados el trono, por tanto, de la impresión de que la voz procedía del trono mismo.

Esta impresión se ve respaldada por la autoridad del mensaje que Juan oyó de esa indefinida voz que establecía el valor de un denario que alcanzarían dos libras de trigo y seis libras de cebada, respectivamente. La libra era una antigua medida para áridos que equivalía aproximadamente a un litro. La libra panificada era el alimento que necesitaba una persona al día. Un denario era el salario que percibía un trabajador cada jornada de trabajo (Mt.20:2) por tanto, se pone de manifiesto una situación en la que los ingresos no alcanzaban para el sostenimiento de una familia.

Podría alcanzarse algo más para la alimentación familiar si en lugar de utilizar trigo se usaba cebada. Sin embargo, la cebada era el alimento propio de los animales que solían consumir también quienes eran muy pobres. Se necesitaba mayor cantidad de cebada que de trigo para alimentar convenientemente a una persona, de modo que aunque la cantidad que podía comprarse por el mismo dinero era mayor en cebada que en trigo, al necesitarse mayor cantidad de la primera para una buena alimentación, resultaba en los mismo, no era suficiente lo que se ganaba para lo que se necesitaba, La indicación figurativa de la visión de Juan da a entender un tiempo en que la carestía de los elementos básicos, los productos de primera necesidad, generará una gran aflicción en el mundo.

En contraste con la escasez y carestía de los productos de primea necesidad, habrá abundancia de aceite y vino. La prohibición al jinete que representa el hambre, preserva toda acción contra los dos productos. El vino y el aceite son complementos alimenticios, pero no pueden sustituir a los alimentos de primera necesidad como el pan. La gran paradoja está en que el mundo tendrá abundancia de lo que no pueden comer sin la base del pan como alimento representativo de lo que es esencial.

La carestía que le impedirá comprar lo que es básico, les permitirá adquirir lo que es secundario o complementario. Una persona que está hambrienta pide pan, pero no busca vino o aceite, y los más trágico es que no tendrá recursos suficientes para comprar lo que le es imprescindible. Es posible considerar también que la aflicción se manifestará más en las clases pobres que en las pudientes.

Aunque es cierto que el vino fino y el aceite refinado es propio de personas pudientes, no cabe duda que la Biblia presenta los tres elementos pan, aceite y vino como expresión general de la alimentación del hombre, haciendo con ello referencia a las necesidades habituales de la vida (Dt.7:13; 11:14; 28:51; 2Cr.32:28; Neh.5:11; Os.2:8,22; Joel 2:19; Hag.1:11). Estos tres alimentos representan las comidas corrientes en las tierras bíblicas, esenciales para la vida y tanto como manifestación de opulencia.

Es necesario entender que la hambruna a que se refiere la visión de Juan, no debe confundirse con las muchas manifestaciones de hambre que se producen continuamente en la tierra. La panorámica profética está dada para enseñarnos que, en el futuro, cuando Dios intervenga en la historia de la humanidad con juicio, una de las aflicciones se producirá por la falta de alimentos básicos en el mundo. No debe especularse en como se producirá esto. Cualquier propuesta en este sentido es mera especulación. Baste con saber que el hambre será un elemento que Dios usará para juzgar a los hombres.

 

 

 

 

 

                          

 

                         

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