SEÑALES, APOCALIPSIS (Cap.6:3-4)

Juan Bta.García Serna


SELLO SEGUNDO

(6:3-4)

Samuel Pérez Millos

 

“Y cunado abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira”. Y cuando abrió el sello el segundo oí al segundo ser viviente que decía: Ven (Gr.)

Una acción reiterada que comenzó con la apertura del primer sello, sigue con el segundo. El mismo que abrió el primero es también quien abre el segundo. El Cordero que fue inmolado y que es digno sigue en el proceso de apertura de los sellos, dando paso con ello a la ejecución progresiva de lo que Dios había determinado para el futuro de la historia humana.

De la misma forma que en el primer sello también en el segundo se formula un mandato por medio del segundo de los cuatro seres vivientes (4:6). Este segundo ser viviente tiene el aspecto como de un becerro (4:7) y pronuncia un mandato semejante al primero en la misma forma autoritativa y con la misma palabra “¡Ven!”, y la voz no está dirigida a Juan sino al segundo caballo con su correspondiente jinete.

“Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada”.

A la voz autoritativa del segundo ser viviente acudió un segundo caballo. El anterior había ya pasado y se presenta oro diferente. El color de este nuevo caballo es rojo, bermejo, color de sangre. Este color representa la sangre vertida, por tanto, es símbolo de guerra que conduce a la muerte de muchos.

El jinete que montaba este segundo caballo bermejo le fue dado el poder para quitar la paz. La idea del verbo empleado por Juan, expresa la capacidad para quitar la paz del mundo. Esta consecuencia natural de la acción de Dios sobre la falsa propuesta de paz con que el Anticristo convencerá a muchos en la tierra. Esa oferta de paz atraerá especialmente al pueblo de Israel apóstata que, incrédulos a la realidad de la primera venida de Cristo, siguen esperando el libertador que les de lo que ellos esperaban recibir del Mesías. Cuando Jesús, a pesar de las señales que hizo delante de ellos que lo acreditaban como el enviado de Dios, el Cristo prometido, no fue recibido como tal, sino despreciado y entregado a muerte, en una manifestación de incredulidad consciente y voluntaria que condujo a una acción judicial de Dios sobre ellos dejándoles en tinieblas espirituales para que no creyesen (Jn.12:37-41). En su aparición el falso Cristo les prometerá las tres cosas que ellos esperan del Mesías; reino en sentido de territorio seguro, paz y protección para el ejercicio de su religión. Tales incrédulos aceptarán al Anticristo como el Mesías esperado y firmarán con él un pacto de paz (Dn.9:27)

Las naciones del mundo comenzarán a pensar en una paz estable y duradera que siempre anhelaron pero que nunca alcanzaron por buscarla por sí mismas y no en el único que puede darla que es Dios. Lejos de Dios sólo hay iniquidad, de modo que cuando ellos afirmen y proclamen la paz, Dios permitirá el espectro de la guerra cayendo sobre todos, destrucción repentina (1Ts.5:2-3)

Los judíos incrédulos habrán firmado un pacto, no con el Mesías, sino con la muerte como expresó antes el profeta (Is.28:15. En aquel tiempo muchos habrán aceptado al Anticristo como el gobernante que proveerá de paz, pero el Señor hizo una advertencia solemne sobe la cuando dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Jn.14:27), indicando con ello que el mundo nunca podrá proveer de duradera. La paz ficticia que ofrece Satanás no puede mantenerse. Dios permitirá entonces la acción del jinete que quitará la paz del mundo, induciendo a la guerra. Esa revelación dada a Juan coincide plenamente con la segunda señal que Cristo dio en su sermón profético: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino” (Mt.24:6-7)

La finalidad de la acción del jinete es que, en la tierra se matasen unos a otros. El verbo que Juan utiliza es muy enfático y alcanza incluso el sentido de degollar, esto es una referencia a la intensidad de muerte que se producirá en la tierra en forma violenta, asesinándose unos a otros. Al mismo jinete se le dota de una espada grande. La palabra en el texto griego hace referencia a la espada de defensa.

Esta manifestación de conflictos y muerte se ha producido continuamente a lo largo del tiempo en la historia humana. Las guerras y rumores de guerras, la violencia desatada, la falta de afectos entrañables, es la consecuencia natural de una humanidad que no tiene en cuenta a Dios. No cabe duda que la Biblia anuncia un incremento de esta situación a lo largo del tiempo (2Tm.3:1-5). Sin embargo, el creyente no debe estar viendo los conflictos actuales como se tratase de esta señal previa a la segunda venida de Cristo. Es cierto que el incremento de la inestabilidad mundial entre las naciones, de las guerras que se extienden por todo el mundo, de la violencia de unos contra otros, advierte del tiempo en que esta situación alcanzará cotas elevadas, pero no se producirá sino hasta el comienzo de la última semana de años profetizada por Daniel, que se iniciará con la firma de un pacto entre el Anticristo e Israel (Dn.9:27). A los cristianos no se nos manda esperar señales, sino esperar al Señor (1Ts.1:9-10; 1Ped.1:13). En la búsqueda de señales, en lo que algunos están empeñados, los errores se producen continuamente y la decepción se hace notoria, por tanto, la profecía está dada para que el cristiano tenga una panorámica de lo que Dios hará en el tiempo futuro cuando llegue el momento determinado por Él. Mientras tanto la ocupación del creyente es llevar fruto par la gloria de Dios (Jn.15:8)

 

 

 

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