MARÍA, LEYENDA Y VERDAD (3ª)

Juan Bta. García Serna

Última parte de este artículo, algo extenso, pero quizás haya ayudado algunos de los lectores del blog a reflexionar respecto a lo que enseña la Biblia, anulando cualquier otra enseñaza sin apoyo bíblico. 

 Autor:

Juan A. Monroy

ÚLTIMAS MENCIONES DE

MARÍA EN LA BIBLIA

Tras la mención de Lucas 2:39-40, que habla del retorno de María a Nazaret, en unión del Hijo y de José, la Biblia cita a María en otros seis pasajes. Nada más. Son los siguientes.

En el templo de Jerusalén

(Lucas 2:41-52)

Una vez al año, con motivo de la pascua judía, la familia viajaba desde Nazaret hasta Jerusalén para celebrar la festividad religiosa. En uno de estos viajes, cuando el niño Jesús contaba doce años de edad, se aparta de sus padres y se dirige al templo. Durante tres días le buscaron en vano. Cuando le hallaron, se regocijaron y volvieron con él a Nazaret. Es la única mención bíblica que tenemos de la infancia de Jesús.

En las bodas de Caná

(Juan 2:1-12)

El primer milagro que conocemos del Cristo hombre tuvo lugar durante la celebración de unas bodas en una ciudad llamada Caná, en la región de Galilea. Fue aquí donde Cristo hizo que el agua se convirtiera en vino. El texto bíblico dice que en las bodas estaba también la madre de Jesús. Fue ella quien dijo a los criados, señalando a Cristo: “Haced todo lo que él os diga”.

Durante su ministerio público

(Mateo 12:46-50)

En un momento de ministerio público, encontrándose Jesús hablando a la multitud, llegan su madre y sus hermanos. La multitud advierte su presencia y dicen a Cristo que su madre y sus hermanos quieren hablarle. Jesús, señalando hacia sus discípulos, dijo: “He aquí mi madre y mis hermanos. Todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, este es mi hermano, y hermana y madre”. Con estas palabras Cristo estaba colocando el parentesco del espíritu por encima del parentesco de la carne.

La alabanza de la mujer

(Lucas 11:27-28)

El concepto anterior es reafirmado por Cristo en una ocasión posterior. Jesús está hablando con su acostumbrada sabiduría espiritual, con todo su poder de penetración. Una mujer destaca de entre la multitud y, emocionada, aturdida de alegría, exclama: “Bienaventurado el vientre que trajo, y los senos que mamaste”. Que sepamos, esta fue la primera mujer que empezó a quitar la gloria al Hijo para atribuírsela a la madre; quiso honrar a la criatura antes que al Creador. Jesús no acepta el cambio. La reprende y le dice: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Más importante que la propia madre es cumplir la voluntad de Dios.

Al pie de la Cruz

(Juan 19:25-27)

La madre debe estar donde esté el hijo sufriendo. En este aspecto, María da una gran lección a todas las madres; de todos los tiempos. Ella estaba allí, en el lugar que le correspondía, al pie de la Cruz, donde sufría y agonizaba el Hijo. La espada anunciada por Simeón se le había clavado hasta lo más hondo del alma. Cada quejido, cada gesto del Hijo era como un aguijó que le penetraba los sentidos. Su entereza y su valor humano la dignifican ante los ojos del mundo.

Última mención de María

(Hechos 1:12-14)

La última mención que la Biblia hace de la Virgen María se encuentra en el primer capítulo del libro de los Hechos. Tras la ascensión de Cristo, los discípulos se reunieron en el lugar conocido como Aposento Alto. En Jerusalén. En esta reunión se decidió la elección del sucesor de Judas. El texto dice que además de los discípulos se encontraba también la madre de Jesús, María, y el resto de los hijos, que al parecer habían sido convertidos a la causa de Cristo, en quien al principio no creían (Juan 7:5; Hechos 1:14). Tras esta última mención, la Virgen María desaparece definitivamente de las páginas de la Biblia.

El libro de los Hechos, que describe la historia de la Iglesia primitiva, tiene 27 capítulos más. Luego siguen otros 22 libros inspirados, escritos por Pablo, Pedro, Juan, Judas y Santiago, todos los discípulos del Señor, y tres del círculo de los íntimos: Pedro, Juan y Santiago. Sin embargo, ni en los restantes 27 capítulos del libro de los Hechos ni en uno solo de los 22 libros que siguen en la Biblia se menciona para nada a la Virgen María. ¿Por qué? La razón, a nuestro entender, se encuentra en las propias palabras de la Virgen, pronunciadas con motivo de las bodas de Caná: “A ÉL OÍD”. Para los primeros cristianos, la figura central del mensaje, la figura única, era Cristo, sólo Cristo, cabeza de la Iglesia que él mismo fundó a precio de sangre.

 

 

 

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