MARÍA, LEYENDA Y VERDAD (2ª)

Juan Bta. García Serna

Autor:

Juan Antonio Monroy

MARÍA, EN LA HISTORIA

DE LA NAVIDAD

 Por desgracia para la misma Virgen, las leyendas humanas en torno a su persona se suelen resaltar más que las verdades bíblicas. La Biblia menciona a la Virgen unas catorce veces, principalmente en relación con la encarnación y nacimiento de Jesús.

El anuncio del profeta

La primera mención a la Virgen se encuentra en Isaías 7:14. No se habla concretamente de María. Tan sólo se dice que “la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Este grandísimo privilegio, sin igual en la Historia del mundo, le cupo a aquella sencilla muchacha de Nazaret.

El anuncio del ángel

Unos seiscientos años después del anuncio profético, un ángel enviado por Dios, Gabriel, se aparece a María y le da a conocer los propósitos divinos. La historia de la anunciación se encuentra en Lucas 1:26-38 y de ella destacan cinco importantes lecciones.

La primera es el estado de la Virgen. El texto dice que se hallaba “desposada” con José. En el lenguaje judío contemporáneo esta expresión equivalía a “prometida”. Ante el anuncio del ángel, María reacciona con turbación y sorpresa, lo que demuestra que se hallaba totalmente ignorante del alto privilegio que Dios le había concedido. Su contestación al ángel, con palabras de inocencia e ingenuidad, dan fe de su pureza moral. Al decir que no había conocido varón estaba confirmando, sin pretenderlo, el requisito profético de la virginidad física. La siguiente lección es una confirmación del poder de Dios. El ángel responde a María que para Dios nada es imposible.

El Dios que hizo al mundo de la nada y al hombre del barro de la tierra, bien podía engendrar a un embrión humano en el vientre de la Virgen sin necesidad de hombre. La quinta y última lección de este pasaje es la sumisión de María a la voluntad de Dios. Su obediencia fiel, pese a no comprender totalmente el misterio divino. Es aquí donde María debe ser hoy imitada. Hoy y siempre.

La visita a su prima Elisabeth

Tras el anuncio del ángel, María se encamina hacia una ciudad de la montaña de Judá, donde vivía su prima Elisabeth, que por entonces estaba embarazada, esperando el nacimiento del niño que más tarde sería conocido como Juan el Bautista. Es Lucas quien sigue contándonos esta historia, en el primer capítulo de su Evangelio. Aquí, en la montaña, ante su prima, tiene lugar el célebre cántico o acción de gracias de la Virgen María. La primera estrofa de este cántico es un reconocimiento de la grandeza divina y de la pequeñez humana. Humildemente, sinceramente, María dice: “Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su criatura” (Lucas 1:46-47)

El nacimiento de Cristo

Llegó para María el gran momento. El acontecimiento más grande que jamás haya podido ocurrir en la vida de una mujer. Nueve meses lo llevó en su vientre, como todas las mujeres. Pero a diferencia de ellas, María sabía que el ser que llevaba en su interior era varón; y que había sido concebido por un por sobrenatural. El embarazo de María tuvo que haber sido distinto a todos los demás. Luego vino el fatigoso viaje desde Nazaret a Belén. El alumbramiento en u8na posada, en un pesebre, junto al olor de los animales. Fue todo un acontecimiento. En la tierra y en el cielo. Los ángeles cantando, los pastores celebrando, los personajes venidos de tierras lejanas, adorando algún tiempo después. El texto de Lucas dice que “María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2:19). Eran, desde luego, cosas para ser meditadas. Profundamente meditadas.

La espada en el alma

Cuando el cumple ocho días se le somete al rito de la circuncisión, conforme a la ley judía. Y a los cuarenta días es presentado en el templo, en cumplimiento igualmente a la ley mosaica. Aquí, en el templo, un hombre llamado Simeón, anciano, justo, piadoso, toma al niño en sus manos y movido por el Espíritu Santo dice a María que una espada llegaría a traspasar su alma. De esta forma, Dios estaba diciendo a María lo que tendría que sufrir en los años futuros a causa del Hijo. Como así fue, efectivamente. No una, sino muchas espadas se clavaron en su corazón de madre, haciéndolo sangrar hasta los límites del dolor humano.

Nuevos viajes con el niño

El pesado viaje de Nazaret a Belén cuando se hallaba encinta no fue el único que María tuvo que realizar a causa del niño. La espada del dolor empieza a traspasar su alma cuando Herodes ordena la muerte de todos los niños menores de dos años. Por revelación de Dios, María huye con el niño a Egipto. Tras dos años de permanencia en Egipto, María regresa a Nazaret, cumpliendo nuevas órdenes de Dios, hecho este que demuestra una vez más su completo sometimiento a la voluntad divina. Aquí, en Nazaret, María vive como las demás mujeres hebreas. Sus relaciones matrimoniales con José son normales y María da a luz otros hijos. La Biblia nos da los nombres de cuatro de ellos, todos varones, pero además habla también de hijas (Mateo 13:53-58; Marcos 6:1-3)

 

 

 

 

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