ORIGEN DEL PAPADO
Juan Bta. García Serna
Recopilo este artículo para mis lectores del Blog, ya que, aunque no es exhaustivo, no obstante, hay una reflexión bíblica e histórica de interés en sus datos. Hay que volver a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, y no dejarse llevar por las tradiciones humanas religiosas, sean estas cuales sean, ¡ya que sólo la Biblia es la única palabra de Dios! Y cualquiera que añada o quita a la inspiración divina está oponiéndose a Dios.
Ref.
"Pensamiento Reformado".
¿Cómo apareció el primer “papa”?
La historia del papado no comenzó con
Pedro, sino con un proceso lento de distorsión de la estructura bíblica del liderazgo
eclesial. Lejos de tener raíces apostólicas, el papado fue producto de siglos
de acumulación de poder, teología corrompida y sincretismo con el sistema
imperial romano.
El Señor Jesucristo enseñó con claridad:
“No llaméis padre vuestro a nadie en la
tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mateo
23:9). Jesús está denunciando en Mateo 23 a los escribas y fariseos, no
por su enseñanza en sí (“en la cátedra de Moisés se sientan” (v.2), sino por su
hipocresía, su amor a los títulos, y su deseo de exaltarse a sí mismos sobre
los demás (v.5-7).
En el judaísmo del segundo templo, era
común que los discípulos llamaran “padres” a sus rabinos o maestros religiosos
como señal de respeto y sumisión. Este uso no era necesariamente maligno, pero
en el contexto farisaico, se había corrompido hacia un sistema jerárquico de
honra humana, donde los líderes exigían reverencia desproporcionada.
Por ejemplo, en la literatura rabínica
se decía:
“El que transgrede las palabras del sabio
es más culpable que el que transgrede las palabras de la Torá.” (Mishná,
Sanedrín 11:3) Esto muestra cómo los rabinos se veían casi como mediadores
infalibles entre Dios y el pueblo. ¿Te suena familiar? Jesús está
denunciando un sistema religioso que desplaza la gloria de Dios hacia los
hombres. Al prohibir llamar "padre" en este contexto, Él no se
refiere al uso natural del término (biológico o afectivo), sino a la atribución
de autoridad espiritual última a un ser humano, como si fuera fuente de vida,
verdad y dirección espiritual autónoma.
La frase “uno es vuestro Padre, el que
está en los cielos” subraya la exclusividad de Dios como fuente suprema de
autoridad, origen espiritual y guía del alma. Esto encaja con la crítica
del Señor a toda búsqueda de títulos honoríficos como “Rabí”. “Guía” (v.10), y
“Padre” (v.9), todos los cuales sólo pertenecen legítimamente al Hijo o al
Padre celestial.
¿Cómo lo entendieron los discípulos?
Los discípulos de Jesús, formados dentro
del judaísmo, habrían entendido esto como una prohibición de adoptar las
estructuras jerárquicas farisaicas que promovían un liderazgo exaltado,
arrogante y separado del pueblo. Ellos no debían construir una comunidad
religiosa basada en rangos y honores, sino en la hermandad bajo el único
Maestro y el único Padre.
El lenguaje de Jesús tenía implicaciones
radicales:
Destruye la posibilidad de un
"clero" superior espiritualmente al
"laicado". Establece la igualdad esencial de todos los creyentes
ante Dios. Anticipa la doctrina del sacerdocio universal de los santos,
que sería recapturada por la Reforma (cf. 1 Pedro 2:9). Y, sin embargo, el
título “Papa”, derivado del latín papa (“padre”), fue adoptado gradualmente por
los obispos romanos que se elevaron por encima de sus hermanos en el
ministerio. Como explica Philip Schaff, historiador reformado
monumental: “El ascenso del papado fue una usurpación progresiva de
autoridad espiritual. No fue instituido por Cristo ni los apóstoles, sino que
se desarrolló bajo la influencia de factores eclesiásticos, políticos y culturales.”
(History of the Christian Church, Vol.
III, 1884)
En el siglo IV, Dámaso I comenzó a
reclamar primacía sobre todas las iglesias, no por mandato divino, sino por
conveniencia política, aprovechando el traslado del poder imperial hacia
Constantinopla. J.H. Merle d’Aubigné, otro historiador reformado, lo describió
así: “El papado surgió de una ambición disfrazada de piedad. Fue el
resultado de un cristianismo corrompido por su alianza con el trono.”
(History of the Reformation of the
Sixteenth Century, Vol. I, 1846)
Y como afirmaba Bavinck:
“La Iglesia romana no es la continuación
pura de la Iglesia apostólica, sino una degeneración organizada de la misma.”
(Reformed Dogmatics, Vol. 4, 2008)
Incluso Samuel Waldron, en su análisis
moderno de la eclesiología reformada, nos recuerda que:
“El único fundamento de la Iglesia es
Cristo, no Pedro. Cualquier afirmación de primacía perpetuada en un oficio
humano es un retroceso a estructuras eclesiásticas no bíblicas.”
(A Modern Exposition of the 1689 Baptist Confession
of Faith, 2016)
Por tanto, como herederos de la Reforma,
proclamamos con claridad: Cristo es el único Cabeza de Su Iglesia. Él no
necesita un vicario humano, pues dijo: “He aquí, yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Conocer la historia del
papado no es un acto de odio, sino de amor por la verdad. El Señor nos llama a
volver a la simplicidad del Evangelio, a la autoridad exclusiva de las
Escrituras, y al liderazgo humilde que sirve, no que se enseñorea (1 Pedro
5:1-4). Que muchos ojos sean abiertos. Que Cristo, y no Roma, sea el
centro de la fe y de la Iglesia.
#SoliDeoGloria
Bibliografía
Bavinck, Herman. Reformed Dogmatics, Vol.
4: Holy Spirit, Church, and New Creation. Edited by John Bolt. Translated by
John Vriend. Grand Rapids: Baker Academic, 2008.
d’Aubigné, J.H. Merle. History of the
Reformation of the Sixteenth Century, Vol. I. New York: Robert Carter, 1846.
Schaff, Philip. History of the Christian
Church, Vol. III: Nicene and Post-Nicene Christianity. New York: Charles
Scribner’s Sons, 1884.
Waldron, Samuel E. A Modern Exposition of the 1689
Baptist Confession of Faith. Darlington, UK: Evang
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