UNA VIDA SIN DIOS ESTÁ VACÍA

Juan Bta. García Serna

Unos textos bíblicos, y varios comentarios al título encabezado, y quizás nos hagan reflexionar lo que es una vida sin Dios, como claramente expone el libro de la Biblia Eclesiastés. ¿Permitirás una vida "vacia" en aras de rechar al Señor? ¡Dios te ofrece una vida con finalidad aquí, y una eternidad con Él!

Un comentario al libro

de Eclesiastés, por,

José Grau

“Vanidad de vanidades, dijo el predicador:

Vanidad de vanidades, todo es vanidad”

(Ecl.1:2)

“Cohélet se dirige al pueblo reunido, con toda probabilidad en el atrio de los gentiles: Va a enseñarles no la “sabiduría oculta” de los maduros en la fe (1ªCor.2:7), sino unas consideraciones capaces de hacer vacilar la confianza que tiene la mayoría en las realidades seculares, en las promesas de felicidad a ras de suelo. De entrada, Cohélet es apologético. Se pone en lugar de sus oyentes, cuyos horizontes no van más allá de sus narices. Se dirige a la masa en términos fácilmente inteligibles, pues se coloca en su mismo terreno y comienza a partir de los mismos postulados en boga, para demostrar que todo es vanidad si la única realidad que aceptamos es la de este mundo, la del secularismo “debajo del sol” (vs.3 y 9)

“Vanidad de vanidades” no es un veredicto que Cohélet pronuncia en términos absolutos sobre la vida en general, sino solamente sobre quienes hacen del mundo -y del aquí y el ahora- la única suprema realidad; los que convierten la creación en una finalidad en sí misma.

“Vanidad de vanidades” es el juicio crítico que Cohélet formula acerca de quienes afirman no tener otro “dios” que la naturaleza y se quedan tan frescos, como si fuera igual y acarreara las mismas consecuencias la fe en el Dios vivo- Yaveh, el Dios del Pacto y Padre de nuestro Señor Jesucristo – que en las fuerzas frías e insensibles del universo físico.                   

“Vanidad de vanidades” significa: vanidad absoluta, suprema, total. Se trata de un superlativo hebreo. El vocablo “vanidad” se emplea 30 veces en todo el libro; el término hebbel significa vapor, vaho, aliento como el que lanzamos al aire en los días helados de invierno para desaparecer en seguida. “Vanidad” connota dos ideas estrechamente enlazadas: transitoriedad y futilidad. Describen la fragilidad de las cosas y especialmente de la vida humana. Todo es transitorio, contingente, relativo y pasajero en nuestra existencia. De ahí el vacío en que desemboca toda experiencia apoyada únicamente en los valores seculares, terrenos, “debajo del sol”. Una traducción libre del versículo 2 podría ser: ¡Cuán transitorias son todas las cosas, cuán frágiles, cuán fútiles! ¡Qué pronto se desvanecen!

Lo que se disuelve como el vaho es incapaz de retener – y aun de contener, significados profundos. Y lo que carece de sentido transcendente tampoco puede permanecer. El concepto de “vanidad” nos mete en un círculo cerrado del que es imposible escapar. Por supuesto, todo es vanidad para aquellos a quienes se dirige Cohélet, pero no para él ni para el creyente que confía en el Señor de la Historia y de la Creación (2:24-26; 3:11-14) Más el Predicador se mueve en el terreno propio de sus oyentes para convencerles de que, aun partiendo de sus premisas, no hay otra salida sino la frustración”

“Vanidad de vanidades; dijo el Cohélet;

vanidad de vanidades; todo es vanidad”.

“Miré todo cuanto se hace bajo el

sol, y vi que todo era vanidad (´ilusión´)

y apacentarse de viento” (´es correr

tras el viento´)

(Eclesiastés 1:2,14)

“La repetición aumenta la fuerza, todo en hebreo, “el todo”, todo sin excepción, a saber, las cosas terrenas; vanidad, no en sí misma, pues Dios nada hace en vano (1ªTimoteo 4:4), sino vanas cuando son puestas en lugar de Dios, y hechas el fin, en vez de los medios (Mateo 6:33); vanas también a causa de la “vanidad” a la que fueron “sujetadas” por la caída (Romanos 8:20)”

Roberto Jamieson

"La vida es vacía, inútil, inservible, sin valor, y sin sentido cuando es vivida en un plano humano, sin el reconocimiento de las demandas de Dios sobre el total de la vida”.

E.F. Harrison

 

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