EL AMOR DE DIOS
Juan Bta. García Serna
REFLEXIÓN
PASTORAL
Gálatas 2:20
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó así mismo por mí”.
Un texto bíblico de
mucho calado espiritual, y que todo cristiano deberíamos interiorizarlo,
y no sólo saber la letra, “porque la letra mata, mas el espíritu vivifica”
(2Cor.3:6) Así también dijo Jesús refiriéndose a la oración: “los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn.4:23) Analizaré, de
manera breve, estas palabras expresadas por el apóstol Pablo, quién las
experimentó en su propia vida de forma práctica.
1. “Con Cristo estoy juntamente crucificado”.
¿Qué indica esta expresión del apóstol Pablo? Creo que, su
viejo hombre heredado de Adán y Eva, había sido crucificado juntamente con Jesús
en la cruz, o sea: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos” (Ef.4:22), y que ahora
en Cristo había en él un nuevo hombre: “Y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Ef.4:24) Uno para ser
cristiano tiene que experimentar este cambio de vida, al cual Jesús denomina “nacer
de nuevo”, así se lo expresó a un líder muy religioso, llamado Nicodemo: “De cierto,
de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de
Dios” (Jn.3:3) ¿Y cómo se produce tal experiencia de cambio? Por recibir a
Cristo por la fe: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn.1:12)
2. “Y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”.
Cuando uno es cristiano renuncia así mismo, para dar lugar a
Cristo en su vida: “Y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”, algo muy
costoso, pero ya Jesús lo había dicho: “Y llamando a la gente y a sus
discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
y tome su cruz, y sígame” (Mr.8:34) Pablo, el apóstol, vivió esta experiencia,
tal como la expresa. Una vida cristiana de autenticidad requiere un proceso
hacia la madurez, y aún así, no habrá una perfección de vida espiritual
mientras estemos en este cuerpo, no obstante, esto no exime de la
responsabilidad de progreso espiritual, dejando la vida vieja y adentrándonos a
la vida nueva en Cristo.
3 “Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios”.
Una fe verdadera mantiene al cristiano firme en las
enseñanzas de la palabra de Dios, inamovible, con la seguridad de que Dios le ayudará
a rechazar el pecado, que viene a nuestra vida de muchas formas para hacernos
caer, pero hay una fe de victoria: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence
al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1Jn.5:4)
¿Qué es lo que ofrece el mundo? “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos
de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene
del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre” ((1Jn.2:16)
4 “El cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
Si algo debería afectar a la gente, esto sería que Jesús
hubiese entregado su vida en la cruz por cada uno de nosotros, así lo dice el
evangelio de Juan: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna” (Jn.3:16) Tal amor de Dios es algo inmerecido: “En esto consiste
el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a
nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1Jn.4:10) ¿Podrá
alguien pensar que hay amor si éste no fuera acompañado de manera práctica? Cristo
Jesús lo hizo, y eso espera de toda persona que se llame cristiano. La palabra “amor”
no sería comprendida ni aceptada si no conlleva su praxis.
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