PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
Juan Bta. García Serna
Jesús habló de una parábola, y Él
mismo explicó su significado a los discípulos.
PARÁBOLA
“Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió
alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca se sentó en ella
en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. Y les enseñaba por
parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: Oíd: He aquí, el sembrador
salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y
vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde
no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra.
Pero salido el sol, se quemó, y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó
entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra
parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a
treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Entonces les dijo (a las gentes que le escuchaban): El que tiene oídos
para oír, oiga” (Mr.4:1-9)
EXPLICACIÓN
“El sembrador es el que siembra la
palabra. Y éstos son los que junto al camino; en quienes se siembra la palabra,
pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se
sembró en sus corazones. Estos son asimismo los que fueron sembrados en
pedregales; los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo,
pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene
la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. Estos
son los que fueron sembrados entre espinos; los que oyen la palabra, pero los
afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras
cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Y éstos son los que
fueron sembrados en buena tierra; los que oyen la palabra y la reciben, y dan
fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno” (Mr.4:14-20)
APLICACIÓN
La enseñanza de Jesús es muy clara, y lo que quiere decir es que, no todas las personas que escuchan la palabra de Dios están dispuestas a recibirla en sus corazones. Hay mucha gente que les agrada leer, o escuchar la palabra del Señor, pero el precio de aceptarla en su modo de vivir les hace rechazarla. Sin duda que, esta parábola es una reflexión de seriedad, ya que no es posible vivir la vida cristiana sin un compromiso serio con la enseñanza de las Sagradas Escrituras. Pregúntate: ¿Qué tipo de tierra soy yo, donde se está sembrando la palabra de Dios? Si eres “buena tierra”, entonces darás fruto, y si no, intentarás apoyarte en algún tiempo de creencia que llene tu vacío espiritual, pero no lo lograras, ya que solamente Dios lo hará, claro, si le dejas actuar en tu vida. ¡Lee, reflexiona, y acepta la enseñanza de Jesús, y observarás que tu vida ha sido cambiada!
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