NEE TO-SHENG

 

Juan Bta. García Serna

IBSTE

Prof. Ignacio Simal

Curso 2ª en Máster en Teología

Un ensayo sobre la vida espiritual de Nee To-sheng

Por medio de estos datos biográficos que expondré sobre la vida espiritual de Nee To-sheng, será posible entrar en ese concepto de espiritualidad que mantenía este hermano de nacionalidad china. Personalmente he sido edificado en la lectura de su biografía; por su coherencia espiritual, la actitud variada que tomaba según los problemas, capacidad en el sufrimiento, y su celo por la salvación de los perdidos.

Nee  To-sheng, quien vino al mundo el día 4 de noviembre de 1903, fue uno de tantos, de carácter e intelecto excepcionales que influyó en sus contemporáneos, un “hombre de destino”, como se le caracteriza, llegando a ser conocido por muchos cristianos en el mundo entero. Tuvo padres y abuelos creyentes. Se dice de él que pocos predicadores chinos modernos han glorificado a Cristo de tal manera, y han edificado de tal forma a sus oyentes con la profundidad de su experiencia y la amplitud de pensamiento como lo ha hecho Nee  To-sheng.

Los datos biográficos señalan que no era un hombre perfecto, tuvo sus debilidades en algunas áreas. Aún los personajes más importantes de la Biblia no carecían de sus flaquezas y equivocaciones, esto nos lleva a una práctica de humildad, y a tener compasión hacia los demás. To-sheng significa nota de batitín (matraca de bambú) Entre los creyentes de habla inglesa se le llamó “Watchaman Nee”, que quiere decir, “vigía”. Nee To-sheng, escribió y publicó un solo libro titulado, “el hombree espiritual”, pero dejó un registro de sus sermones y conferencias publicados en las revistas que él edicto.

Fuchou es la capital provincial de Fukien, situada en la costa del Mar de la China.  Durante generaciones habían vivido allí la familia de Nee To-sheng. En Fuchou los primeros misioneros en llegar fueron los congregacionales de Norteamérica que llegaron en 1847. Seguidos ese mismo año por los Metodistas Episcopales Norteamericanos, y en 1850 por los misioneros anglicanos. La primera escuela que ofreció una educación occidental fue abierta por el Consejo Americano en un suburbio de la antigua ciudad en 1853, y fue allí que por primera vez el abuelo de To-sheng había oído del amor de Dios, y fue ganado para Cristo.

Cuatro años más tarde, en 1857, en el mismo año en que se formó la primera iglesia cristiana en Fuchou, él fue uno de los cuatro alumnos bautizados en el río Min.  Nee  U-cheng, tenía el don de exponer las Escrituras, y aún después de su muerte en 1890, se le recordaba con gran respeto. Tuvo nueve hijos varones, el cuarto fue Nee  Weng-hsin que nació en 1877, y por ser hijo de un pastor fue educado en una escuela primaria cristiana, y luego tuvo que estudiar los clásicos de Confucio para los exámenes imperiales.

El éxito que obtuvo en su examen, poco antes de casarse, le mereció el puesto de oficial menor de la Aduana.  Su joven esposa Lin Huo-ping había nacido en 1880 de una familia aldeana, la menor de familia numerosa, pobres y llenos de supersticiones, vivían bajo el temor de los demonios, los dragones y la hadas. La niña tenía pocas posibilidades de vivir, pues había muchos hijos que alimentar. Aún en condiciones normales una hija por el solo hecho de estar de más podría ser abandonada, ahogada o aun sepultada viva por su padre.

El padre de Lin  Huo-ping, necesitado de dos o tres dólares la vendió a una familia de mejor posición, que quería criarla como esclava.  Pero era una niña vivaz y al poco tiempo un comerciante de una familia extranjera en Nantai deseaba adoptarla como hija, de modo que Huo-ping cambio de familia. El comerciante amaba a los niños y ella encontró allí un hogar.

Cuando su padre adoptivo enfermó y ninguno de los médicos consultados pudo determinar la naturaleza de la misteriosa enfermedad que le aquejaba. En esas circunstancias un hombre llamado Chang, que se había convertido y se congregaba con los metodistas, sugerió que se llamara al pastor metodista para que orara por el enfermo. La oración fue contestada y la familia quedó tan impresionada que su pronta recuperación que comenzaron a interesarse por el cristianismo. Finalmente creyeron en Jesucristo, quitaron los feos ídolos del lugar de honor que ocupaban en la casa, y junto con su esposa se bautizaron.

Huo-ping a la medida que aprendía los himnos y las historias bíblicas, su corazón se deleitaba en las cosas divinas.  Después de cursar sus estudios, fue entregada a un hombre que jamás había visto, le fue entregado formalmente el retrato de Nee  Weng-hsiu y el hermoso regalo de compromiso que sellaba el contrato. Llegó octubre y el otoño, el día diecinueve se celebró en Nantai la unión de Nee  Weng-hsiu, quien acababa de ser designado como oficial de Aduana en Swatow, y Lin Huo-ping, hija adoptiva de un adinerado hombre de negocios.

La familia de Nee creció hasta tener nueve hijos, cinco varones y cuatro mujeres.  Generalmente un padre chino gobernaba el hogar con mano fuerte, pero Nee  Weng-hsiu era de otra naturaleza, no le gustaba reprender, él se sentía en segundo plano, ya que en el hogar era Huo-ping la que ejercía la disciplina. Weng-hsiu era un hombre poco propenso a hablar en público, pero Huo-ping era a la inversa, era elocuente y dinámica, dispuesta a reafirmar su nueva libertad de las ataduras de la inferioridad femenina. En el tercer embarazo vino el varón deseado, To-sheng.

A los dieciocho años Nee  To-sheng se consagró a Jesucristo, su entrega fue total, fue durante una serie de reuniones llevadas a cabo por una evangelista. Evaluó cuidadosamente las implicaciones, sabiendo que se trataba de todo o nada (Lc.5:11).  Comprendió que la salvación significaba una obediencia por vida a Aquel cuyas demandas son absolutas.  Leyendo las palabras del apóstol Pablo, “presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios instrumentos de justicia” (Rom.613), para él la verdadera vida cristiana empezó ese día, cuando entendió que todo lo que él tenía era de Dios.

En Shangai ingresó en la Escuela Bíblica de la señorita Yu Tsi-tu por un año para estudiar las Escrituras. Se dedicó con ahínco a sus estudios, y se dice que no pudo haber tenido mejor maestra. Aprendió de ella el secreto de confiar solamente en Dios para sus necesidades materiales, como lo había hecho ella durante su vida. Le enseñó a permitir que la palabra de Dios hable a su corazón y no sólo a llenar la mente con su texto, aunque esto también es importante.

Al volver al colegio para terminar su carrera, elaboró una lista de los nombres de los muchachos de su clase y comenzó a orar sistemáticamente por cada uno de ellos, y a testificarles en cada oportunidad que se le presentaba.  Al principio se reían de él y le dieron el apodo de “depósito bíblico”, pues siempre llevaba una Biblia consigo, leyéndola constantemente y conocía su contenido. Se había propuesto leer todo el Nuevo Testamento varias veces por mes.

Su madre, mediante su testimonio claro y su acertado uso de las Escrituras, llegó a ser muy solicitada como predicadora metodista en reuniones de señoras y señoritas en todo el norte de Fukien. Era una mujer de fe en el cuidado que Dios tenía de los suyos, su marido, mediante una experiencia de intervención divina, quedó muy impresionado ante la evidencia del cuidado de Dios.

Cuando Nee  To-sheng se bautizó, decía que el bautismo es una cuestión de obediencia, el tener “una buena conciencia hacia Dios” (1º Ped.3:21)  Expresó públicamente su separación con el mundo. Salgo del sistema gobernado por Satanás. Ya no pertenezco a ese sistema. En cambio, mi corazón está preparado para seguir lo que Dios ha dispuesto. Tomo como meta su eterno propósito en Cristo y me coloco allí siendo liberado de ese sistema.

To-sheng no entendía que un problema en el que él tenía la razón, no se le diese. La señorita Barber le dijo, en estos últimos meses no haces más que afirmar que tú estás en lo correcto y tu hermano está equivocado, el juicio que has vertido puede ser correcto, pero qué de tu vida interior, ¿no protesta acaso contra tu resentimiento? Estos argumentos habían tocado sus sentimientos íntimos. Tuvo que admitir que aun cuando por lógica humana él estaba en lo cierto, el Espíritu Santo pronunciaba que su actitud era errónea.  Margaret Barber a menudo reprendía a To-sheng.

To-sheng llevaba todos sus planes para persuadirla, para decirle que era necesario hacer esto o aquello, ella decía unas pocas palabras sencillas y se hacía la luz en mi corazón. Mis proyectos eran tan naturales, tan llenos de sabiduría humana, mientras que ella vivía para Dios solamente. Tuve que clamar al Señor, enséñame a caminar de esta manera.

En cierta ocasión él tenía que ir a una isla plagada de piratas, y aunque le costó disponerse a ir tomó seriamente el llamado, ¿qué no haría Dios si él procedía en obediencia?  Pero sus padres se opusieron, así que tuvo un dilema interior, y que la Biblia dice que hay que obedecer a los padres. Entendió que Dios le decía, si es mi voluntad que vayas, pero procuras forzar el cumplimiento de esa voluntad. Lo que quiero que tú hagas es obedecer a tus padres, de modo que tendrás que dejar que Yo lleve a cabo mi voluntad de otra forma.

Un día leyó las palabras de Jesús, “los hijos están exentos, sin embargo, para no ofenderles, tómalo y dáselo por mí y por ti” (Mt.17:26-27)  De inmediato, comprendió ese sin embargo,  Jesús pudo acomodarse a aquellos que se ofenderían por la libertad de que él gozaba. La revelación de la voluntad puede ser clara e inequívoca, pero el cumplimiento para nosotros puede ser en forma indirecta.

En otra ocasión cuando leía el Salmo 73:25, “fuera de ti nada deseo en la tierra”, él si tenía su deseo en una joven de la cual estaba enamorado, pero sentía que debía renunciar a ella.  Intentó hacer un pacto con Dios, Señor, haré cualquier cosa para Ti, pero no puedo hacer esto que me pides.  Si él quería seguir al Señor de todo corazón debía quitársela de sus pensamientos. Con tristeza se dispuso a olvidarla. Se arrodilló en su habitación y encomendó el asunto firme y definitivamente a Dios.

Cuenta que, durante un año después de su conversión había sentido un fuerte deseo de predicar, me era imposible mantenerme en silencio, era como si algo dentro de mí me impulsaba a seguir. La predicación había llegado a ser para mí la misma vida. En varias visitas a cierto grupo para confirmarlos en su fe, su autoestima recibió un fuerte golpe. Estas mujeres, descubrió, a pesar de su analfabetismo habían llegado a un conocimiento íntimo del Señor, yo conocía el libro que ellas apenas podían leer, mientras que ellas conocían a Aquel de quien habla el Libro.

To-sheng empezó a aprender humildad, cuando se enfrentaba por primera vez a un principio divino para fructificar, “sin mí nada podéis hacer” (Jn.15:5)  ¿No era Dios mismo el que proporcionaba el poder?  Creyó ver aquí algo que muchos creyentes pasaban por alto. Lo expresó de esta manera:  Cuando vemos a un hombre de intelecto agudo, elocuente y enérgico y con habilidad administrativa, decimos, ¡cuánto bien haría un hombre así para la causa de Cristo!

Esto es como decir que, mientras el comienzo debe ser de Dios y también el fin, lo que está entre estos dos extremos lo debe hacer el hombre, ya que está capacitado para esto. A él le preocupaba la afirmación de Jesús, “no puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre”.  Y las palabras explícitas de Dios al apóstol Pablo, “mi poder se perfecciona en la debilidad” (Jn.5:19.  y 2º Cor.12:9)

Consideraba que este elemento esencial de milagro divino era la fuente principal de toda obra para Dio. Recordó a sus oyentes que en Jericó la presencia del arca había logrado la caída de esa ciudad. Decía, ¿cómo puede Dios lograr hoy día una obra y obreros a los cuales él pueda honrar de esa manera? To-sheng creía que esto era figura de la única manera en que cualquier siervo de Dios podía fructificar, indicaba que no se cumple la obra de Dios sólo al aprovechar las puertas abiertas y las grandes oportunidades.

Entendía que no se debería “aceptar nada de los gentiles” para la obra de Dios, evitando así que Dios tuviera deuda hacia los pecadores (Lc.6:38 2º Jn.7)  Tuvo experiencia de lo que es confiar en Dios cuando no tenía lo que necesitaba,  y comprobó la fidelidad del Señor en proveer. Tenía un ejemplo vivo en Margaret Barber, que había salido de Gran Bretaña sin ninguna garantía de apoyo, aparte de las palabras de un fiel cristiano hebreo, si Dios la envía, él se hará responsable.

El principio de “da, y os será dado” se tornaría en una regla para toda la vida. Si nos ocupáramos solamente de las necesidades de otros, entonces él creía que Dios se ocuparía de las nuestras. El método de Dios no es, ahorra y serás enriquecido, sino, “dad, y se os dará, medida buena, apretada, remecida y rebosando” (Lc.6:38)

Tuvo sus opositores. Algunas de las escuelas procuraban impedir que los estudiantes asistieran a las reuniones de avivamiento, y un misionero lo catalogó como un diablo y engañador de muchos. Esta puede haber expresado la opinión general. Wang Tsai le envió un mensaje pidiéndole que no asistiera a la convención en Fuchou, por cuanto las críticas de la obra se centraban en él y sería mejor que no fuese. Este pedido sacudió su paz en Cristo y lo hundió en una profunda desilusión. Su depresión lo impulsó a tomar la balsa hasta Ma Wei para visitar a su amiga y consejera.

¿Había él ofendido a Dios en alguna otra cosa? ¿Les había dado motivo a sus hermanos para que asumieran tal actitud? Al orar recibieron una respuesta clara en sus corazones. Deja tus problemas conmigo. ¡Ve y predica las buenas nuevas!  Al pasar el tiempo, entendieron los hermanos que se habían precipitado. Algunos jóvenes cuentan la experiencia de una intervención divina:

En cierta ocasión fueron a predicar a un lugar, y al noveno día no había respuesta, y dijeron, ¿qué pasa? Demandó al gentío, ¿por qué no quieren creer?,  le dijeron que su dios, de quien podían depender y que por medio de adivinación hacía conocer el día de su fiesta, ese año le había fijado el día 11, él había provisto un día de sol.

Durante los últimos años, afirmaron, él había provisto un día de sol. Uno del equipo dijo, entonces les prometo que nuestro Dios, que es el verdadero Dios, hará llover el día 11. De inmediato el gentío aceptó el desafío. Esta bien, si llueve ese día entonces sabremos que vuestro Jesús es en verdad Dios, estaremos dispuestos a escucharle.

Cuando To-sheng se enteró quedó horrorizado, ya que peligraba el honor del Señor, pues quizás Dios no estaba dispuesto a cumplir. Sabía que debían de lo que esto significaba. Si Dios no cumplía, entonces qué futuro habría para su evangelio en las islas. ¿Habían pecado? ¿Deberían irse?  To-sheng recibió esta palabra, ¿dónde está el Dios de Elías?  (2º Rey.2:14) La seguridad de que llovería el día 11 fue tan clara que salieron a difundir el desafío.

Efectivamente, la lluvia vino ese día señalado, los aldeanos jóvenes no fueron desanimados, así que sacaron a su dios, pues él pondría fin al chaparrón. Sin embargo, al caer más fuertemente la lluvia la procesión fue detenida y el ídolo llevado a una casa donde nuevamente, por medio de adivinación recibieron que hoy no era el día, la fiesta ha de ser el día 14, y la procesión se llevará a cabo a las dieciocho horas. Al recibir la noticia los hermanos inmediatamente tuvieron la seguridad de que una vez más Dios iba a actuar. Buscaron al Señor en oración. Llegó el día 14, nuevamente con el sol radiante. Ni un minuto tarde llegó la respuesta con lluvias torrenciales e inundaciones. El poder de Satanás manifestado en aquel ídolo había sido quebrado.

Al mirar hacia atrás a esa experiencia, To-sheng podía ver en ella lecciones espirituales de valor permanente. En ese momento el incidente era oportuno y muy significativo para él y para lo que le acompañaban. Comprendieron que si proseguían humildemente manteniéndose cerca de Dios, él se encargaría de todas las consecuencias.

Desde los 22 a los 24 años, período éste de transición y de intenso desarrollo espiritual en su vida, To-sheng comenzó a fijarse metas.  Un amigo que le enseñó a utilizar la bicicleta le dijo, mira hacia delante, al camino, fija la mirada en la dirección que quieres tomar. Procuró aplicar este principio a su trabajo para Dios. Una de las áreas donde vio que era necesario aplicar este principio fue la de capacitarse y se fijó a sí mismo un arduo programa de estudios. Dios se interesa tanto en el predicador como en lo que predica, era necesario que Dios primero lograra en él mismo lo que deseaba proclamar por su intermedio.

Tuvo que tomar una decisión muy importante, cuando su madre había apañado que se casase con un joven que ella veía como la mujer que su hijo necesitaba. Fue todo arreglado sin que él supiese nada al respecto. Le costaba trabajo creerlo. En un asunto que afectaba tan profundamente en el propósito de Dios para su vida, estaba determinado a no dar un paso en falso.  En el año 1934, el día 19 de octubre, contrajo matrimonio con Chang Pin-huei, su amiga de juventud, que enamorado de ella intentó olvidarla, pero que ahora era una creyente entregada y sirviendo al Señor.

Lo mas llamativo de la predicación de él era su habilidad de exponer en forma sencilla y clara que el único camino a Dios es por medio de la obra consumada de Cristo. Para esta época estaba encontrando mucha ayuda personal en los escritos de Andrés Murray y F.B. Meyer sobre la vida práctica de santidad y liberación del pecado. Su propio estudio del Nuevo Testamento le llevó a la conclusión de que había importantes facetas de experiencia cristiana que de alguna manera debían ser transmitidas en términos sencillos a sus hermanos en la fe.

Cuando lo invitaban a hablar en convenciones les decía a sus oyentes que no era suficiente recibir el perdón de los pecados y la seguridad de la salvación, pues esto sólo representaba el punto de partida. El hombre debe llegar a conocer al Salvador resucitado como su misma vida, pues sólo así podrá esperar conducirse de manera tal que agrade a Dios. Lo escuchaban con avidez, ya que pensaban que el evangelio era sólo para los pecadores.

En cierta ocasión se encontró con una situación molesta, que en su opinión no era justa, dijo, ¿qué haré?  ¿cuál debiera ser mi actitud correcta en esta situación? Se arrodillaron con él para orar, y el consejo fue, si sólo hacemos lo que es correcto en verdad somos siervos inútiles. Debemos hacer más de lo que es meramente lo correcto. Esta era la clase de devoción a Dios que desde entonces iba a fomentar y a servir.

To-sheng cuenta que conocía a un hombre que odiaba a otro, cuando se encontró con él en una reunión de oración, se levantó y en silencio se retiró. El Espíritu Santo trajo a su memoria las palabras de Juan 13:35, y esto lo quebrantó, “Señor, lo perdono”, y volvió a la reunión con lágrimas en sus ojos. To-sheng pensaba y velaba por la calidad espiritual. En la obra de Dios, dice, todo depende de la calidad del obrero que se envía y a la clase de convertidos que se produce.

To-sheng cayó en una enfermedad de tuberculosis avanzada, afectando todo su pulmón y parte del otro. Después de un tiempo tuvo una recuperación, que él consideraba un milagro del Señor, ya que había mejorado completamente. En su espiritualidad quiso entender lo que significaba realmente la expresión, “con Cristo estoy crucificado” (Gál.2:20), Pidió a Dios que abriera sus ojos, y entendió que, si Cristo murió, y eso es un hecho indiscutible, y si Dios me colocó en Jesús, entonces yo también he muerto. Mi muerte al pecado era un asunto del pasado y no del futuro. Desde ese día no he dudado de esa palabra. Llevó al papel en el libro que estaba escribiendo las verdades que había aprendido mediante muchos sufrimientos y fracasos.

Queriendo examinar más de cerca la obra de los misioneros, entró en contacto con la Misión al Interior de la China, esa gran misión interdenominacional fundada por Hudson Taylor, que durante sesenta años o más había difundido su testimonio evangélico en el interior del país. To-sheng fue fundador de una obra evangélica nacional, separada de las misiones extranjeras. Al poco tiempo su congregación llegó a llamarse por las otras denominaciones, La Manada Pequeña, y después las Iglesias de La Manada Pequeña, nombre que sus miembros deploraban y nunca utilizaban.

A él le horrorizaban los nombres denominacionales tales como Anglicanos, Luteranos y Bautistas con sus connotaciones nacionales, personales y rituales, y se esforzó a limitarse a los términos bíblicos más sencillos. Llamaban a la vida cristiana el “camino”, el lugar de reunión era el “salón de la asamblea de la iglesia”. Un observador de la Misión al Interior de la China comentó que esos jóvenes llevaban a cabo una gran obra separadamente de las misiones, y que en la conferencia que duró doce días dedicaban cuatro horas diarias a la oración.

To-sheng ya sentía que debía alquilar un salón adecuado para la enseñanza bíblica.  Un proverbio chino dice, “comienza con poco”, concuerda con las palabras del profeta, “el día de las pequeñeces” (Zac.4:10) Como las Asambleas de Hermanos, él había comenzado a aplicar rigurosamente las restrinciones del apóstol sobre el tema de las mujeres, prohibiéndoles predicar en público en la presencia de hombres, y obligándoles a cubrir sus cabezas en las reuniones (1º Cor.11:5, 14:34 y 1º Tm.2:11-12)

Se decía que a los 28 años tenía una buena educación y poseía marcada habilidad. Era muy trabajador y leía mucho. Era un estudioso de los escritos de J.N. Darby, y es evidente que estos lo han ayudado en gran manera. Leía todo el Nuevo Testamento una vez por mes. Se dijo de él, “jamás he conocido otra persona que conociera tan bien las Escrituras”.  A los 50 años de edad fue arrestado en Manchuria por el Departamento de Seguridad Pública, por Gobierno de Mao Tse-tung.

El día 10 de abril de 1952 fue puesto en la cárcel. Había sido acusado de ser “tigre capitalista”, entre otras cosas, pero toda acusación tenía como trasfondo el hecho de que era un cristiano convencido, un líder propagador de la enseñanza bíblica. El Obispo Chen publicó una declaración en la cual denunciaba a To-sheng y a sus cómplices, enfatizando la satisfacción que sentía de que finalmente había sido removida tal piedra de escándalo.

En tal Gobierno, la enseñanza debía favorecer la unión de la iglesia y el socialismo. Todos los libros utilizados para interpretar la Biblia debían ser examinados y juzgados, y los que contenían pensamientos venenosos debían ser rechazados. Los edificios y propiedades de las iglesias, como los libros de cuentas debían ser entregados a la Comisión del Movimiento Patriótico. Así estaba el contexto político en aquel entonces.

Algunos hermanos chinos reunieron la suma requerida y fue depositada en la cuenta tal como se había indicado por las altas autoridades de la República Popular China, con la finalidad de que To-sheng fuese librado y saliese de China. Luego se recibió información de que se había anulado, así que el dinero fue devuelto intacto a sus donantes, ¿qué pasó?  Algunos colegas más inmediatos piensan que él mismo, como aquellos otros de antaño que “no aceptaron el rescate” (Heb.11:35) Dios todavía podía utilizarlo allí y que debía quedarse. “Nada hiere tanto como estar descontento con nuestras circunstancias” solía decir.

“Comenzamos la vida cristiana al encontrar el descanso para nuestras almas en Cristo, pero hay otro descanso que descubrimos cuando aprendemos con Jesús al decir, “te alabo, Padre, porque así te agradó” (Mt.11:25-26), y aceptar las circunstancias. Dios sabe lo que está haciendo y no hay nada accidental en la vida del creyente.  Para el apóstol Pablo el encarcelamiento no significaba un castigo por predicar el evangelio, sino una plataforma para predicarlo (Ef.6:19; Col.4:3 y 2º Tm.4:17)

Si To-sheng escogió permanecer en la China, encerrado como Pablo, “a modo de malhechor” (2ºTm.2:9)  En su última carta a su cuñada dice, “mantengo mi gozo, así que no te preocupes, deseando que estés bien, Shu-ysu”, su nombre de infancia. Pin-huei había tenido una caída fracturando varias costillas, al poco tiempo falleció en el hospital. To-sheng había recibido la noticia y sintió profundamente su pérdida.

En mayo de 1968 un chino que visitaba una capital occidental, pidió asilo, allí contó a las autoridades que había sido un guardia de la cárcel de Shanghai y que mediante el testimonio de To-sheng había encontrado a Jesucristo su Salvador.  En abril de 1967 se cumplieron quince años de la sentencia. En enero de 1970, a la edad de 66 años, y después de dieciocho años en la cárcel de Shangahai, fue transferido a una cárcel abierta, a un campo de trabajo. El día 1 de junio de 1972, a los sesenta y ocho años de edad, pasó a la presencia de su Señor. Había cumplido veinte años de prisión.

 

 

 

 


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