EL YO Y LA CONCIENCIA

José Manuel González Campa

(Dr. en Psiquiatría)

 El yo y la conciencia

En el anterior artículo en torno a “Las enfermedades” hacíamos una descripción sobre los diversos estratos que constituyen la esfera de la intimidad del hombre.

En este trabajo pretendemos realizar algunas aportaciones que nos ayuden a comprender y clarificar la parte de la mente humana de la que tenemos mayor consciencia: EL YO.

El gran psicólogo y científico universal C. G. Yung, hablando del yo, decía: “Ha de entenderse por YO ese factor complejo al que se refieren todos los contenidos de conciencia. Pese a la indesconocible amplitud de sus bases, el YO no es nunca más, ni nunca menos, que la conciencia en general”.

El apóstol Pablo, en el capítulo siete de su epístola a los Romanos, deja plasmado el estudio más profundo y sublime que jamás se haya realizado sobre la esfera de la intimidad en tan corto espacio gráfico. En lo que se refiere al YO, manifiesta: “Porque sabemos (“tenemos conciencia de=YO”) que la ley es espiritual; más YO soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago (yo), no lo entiendo (yo); pues no hago (yo) lo que quiero, sino lo que aborrezco (yo), eso hago”. Toda esta sección de Romanos 7:14-24 constituye lo que podríamos denominar el primer y más grande estudio psicoanalítico de la Historia. Nunca debemos olvidar que Pablo y el fundador del psicoanálisis científico, Sigmund Freud, tenían en común el hecho de que ambos eran judíos y que se habían formado, espiritual e intelectualmente, bebiendo de la misma fuente inspiradora: la Biblia. Quizá en este hecho, desapercibido para la mayoría de los estudiosos de las figuras de Pablo y Freud, se encuentre la razón de que dos personajes tan distantes en la historia y con tan diferentes concepciones sobre Dios y la religión, hayan coincidido en poner de manifiesto las realidades más complejas, profundas y trascendentes del espíritu humano.

Volviendo al tema que nos ocupa es necesario que, llegado este momento, en el desarrollo de nuestro pensamiento, plasmemos, de manera sucinta, una descripción didáctica de la tectónica (división en diversos estratos) de la personalidad. En este sentido distinguimos:

Personalidad consciente (YO).

Personalidad inconsciente (ELLO).

Personalidad conjunta o total (EL SI-MISMO).

Siguiendo con la concepción de C. G. Yung sobre el yo, debemos recordar otra de las definiciones que sobre esta instancia psíquica apuntó: “El yo está, por definición, subordinado al sí-mismo, respecto del cual se comporta como una parte con respecto al todo”. Así mismo el gran psicólogo establecía la infraestructura yoica, descubriendo que el YO tiene dos bases de sustentación:

1) Una somática: Se trata de sensaciones endosomáticas (es decir, sensaciones que se viven o se vivencian como devenidas o sentidas dentro de nuestro mismo cuerpo), que por su parte son ya de naturaleza psíquica, están ligadas al yo y son conscientes. Dependen de estímulos endosomáticos, los cuales sólo en parte trasponen el umbral de la conciencia, mientras que en proporción considerable tienen un curso inconsciente o subliminal (por debajo de la conciencia).

2) Una psíquica: Constituida por factores conscientes e inconscientes (inconsciente personal y colectivo). A su vez, los contenidos inconscientes pueden ser: a) temporariamente subliminares (se trata de contenidos psíquicos, que se encuentran ubicados a nivel inconsciente y que voluntariamente, por una decisión del YO, pueden ser reproducidos mediante la facultad de la memoria; b) contenidos inconscientes no voluntariamente reproducibles, pero que en ocasiones pueden irrumpir en el campo de la conciencia, y c) contenidos inconscientes totalmente inaccesibles a la conciencia, y que pueden llegar a ser o no conscientes. Estos contenidos últimos constituyen los denominados ARQUETIPOS.

Los arquetipos corresponden a los contenidos más antiguos del espíritu humano; en parte se transmiten genéticamente de una generación a otra, y en parte están condicionados por la cultura, que se ha venido deviniendo a través de toda la historia de la humanidad. Los contenidos arquetípicos más importantes ocupan espacios de la esfera de la intimidad que contienen la verdad última de quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos.

Las Sagradas Escrituras se ocupan de manera amplia y magistral en revelarnos esta realidad arquetípica correspondiente a los estratos más profundos de la esfera de la intimidad. La Biblia nos va desvelando los contenidos del corazón del hombre a través del análisis de los sueños (José, Jacob, Daniel), revelaciones (Moisés), visiones (Ezequiel, Daniel, Isaías, Juan) y exposiciones producto de la investigación científica de grandes hombres de Dios (Salomón). Pero por encima de cualquier otra realidad o circunstancia, las Sagradas Escrituras nos revelan nuestra realidad interior a través de las declaraciones que al respecto realizara el mismo Señor Jesucristo. Pero el adentrarnos en el estudio del inconsciente humano constituirá el material de nuestra próxima aportación.

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