LOS MATRIMONIOS SE ROMPEN ¿POR QUÉ?
Juan Bta. García Serna
He recopilado este artículo que se ha publicado hace algunos
años, pero he considerado para nuestros días, aún si cabe, de bastante actualidad
en el matrimonio de hoy, donde cada vez está al orden de nuestro contexto
social la ruptura de muchísimos matrimonios que no tuvieron una buena
consejería, en especial, eclesial, es decir, de valores morales y de vida espiritual acorde a la Biblia.
El doctor Karsten señala veinte reglas que pueden ayudar a
evitar el rompimiento matrimonial.
UNA
No buscar la perfección. Hay matrimonios que fracasan porque
los cónyuges ven demasiadas imperfecciones en el otro. Pensaron que contraían
matrimonio con un personaje de novela, y poco a poco van descubriendo una serie
de defectos que terminan por hacer decir: “No era así cuando lo conocí; ojalá
no me hubiera casado nunca”. No hay hombres perfectos ni mujeres perfectas.
Ambos deben aceptarse tal cual son, en lugar de echarse en cara sus defectos.
DOS
Ver el buen lado de las cosas. Si la imperfección es un hecho
en todo ser humano, es verdad también que la vida familiar ha de ser
considerada bajo uh doble aspecto: el bueno y el malo. Cuando se aprende a ver
el buen lado de las cosas en la vida matrimonial, se evitan muchas penas.
TRES
Estima los valores del otro. Todo ser humano tiene de manera
natural la tendencia instintiva a afirmar su propio valer y a menospreciar el
ajeno. Cuando este sentimiento se apodera de uno de los cónyuges, el resultado
suele ser fatal. Por el contrario, reconociendo y estimando los valores del
otro se consigue una gran armonía matrimonial.
CUATRO
Evitar el aburrimiento. Una de las más corrientes entre las
enfermedades matrimoniales es el aburrimiento. Tras los primeros años de vida
en común, el matrimonio suele caer en la monotonía y el aburrimiento. Los dos,
el hombre y la mujer, deben preocuparse porque la pasión y el entusiasmo no
decaigan en la vida matrimonial., Esto evitará muchos fracasos.
CINCO
Cultivar el cuidado personal. Ese es un beber que corresponde
mayormente a la mujer. El matrimonio no es una sociedad aseguradora, en la que
basta confirmar el contrato para sentirse protegido el resto de la vida. Mujeres
que antes del matrimonio sabían cuidad mucho de su aspecto personal, se
descuidan lamentablemente tras algunos años de casadas. Y es la peor de las
equivocaciones. La esposa, tenga la edad que tenga, debe ser una novia siempre.
SEIS
Buscar la felicidad del otro. Procurar hace cómoda la vida y
proporcionarnos bienestar material, no es el todo, tales cosas deben supeditarse
a la idea básica de que el matrimonio es una gran escuela del carácter, en la
que cada uno de los cónyuges desarrolla y enriquece su personalidad si se
dispone a cumplir el deber primordial de hacer feliz al otro.
SIETE
Huir de las comparaciones. Toda mujer lleva en su corazón la
imagen ideal del hombre que le gustaría tener por marido, e igual cosa le
ocurre al hombre con respecto a la mujer. Muy a menudo, cuando estos ideales no
encarnan a los cónyuges respectivos, empiezan las comparaciones que, si en los
demás órdenes de la vida son detestables, en el matrimonio lo son más aún.
OCHO
Buscar una actividad adecuada. Hay mujeres casadas, especialmente
si no tiene hijos que las mantengan ocupadas, que sufren y hacen sufrir por
falta de actividad. Están todo el día en casa, solas, aburridas. Cuando el esposo
regresa del trabajo, sufre los efectos de la crisis y empiezan las discusiones.
Para evitar esto, la mujer disponga de tiempo debe procurar emplear las horas
en algo provechoso, entusiasmarse por algo. De esta forma compartirá el
entusiasmo con el marido, en lugar de atormentarse bajo el efecto depresivo de
las horas vacías.
NUEVE
Interesarse por la profesión del esposo. Esto es primordial.
El tema de conversación de la gran mayoría de los hombres casados está
relacionado con su trabajo. Si la mujer es lo suficientemente inteligente como
para demostrar interés por el tema e incluso mostrar apasionamiento por la labor
del marido, notará mucho más el acercamiento de esposo. Pero si reacciona con
un “siempre estás hablando de tus cosas” y manifiesta una indiferencia total
por los problemas del marido, éste acabará pasando sus horas libres fuera del
hogar, o por lo menos, apartado de la esposa.
DIEZ
No mostrarse siempre cansado. Hay hombres que en el hogar
siempre se muestran cansados. La mayoría de las noches se sienten cansados para
“hacer el amor”, y cuando se trata de asistir a un recreo, tener un tiempo de
esparcimiento, su cansancio sale a relucir y se quedan en casa. Esta actitud
llega a provocar auténticas crisis de nervios en la mujer. Si por el contrario,
la cansada es la mujer, el hombre termina buscándose sus propios amigos y
amigas, lo cual suele ser fatal.
ONCE
Evitar las quejas continuas. El marido termina el trabajo y
vuelve a casa. La mujer, en cuanto lo tiene cerca, dispara su carga de quejas y
problemas. El hombre coge el periódico e intenta ocultar el rostro mientras lee,
pero de nada le sirve. No le queda más remedio que aguantar el chaparrón. Así transcurren
muchos años de matrimonio y la situación llega a ser insoportable. La mujer
inteligente procurará evitar estas quejas sistemáticas, que sólo producen
malestar.
DOCE
No dar lugar a malos humores. Estos estados de irritabilidad
se dan muchas veces a causa de excitaciones nerviosas producidas por agotamiento,
o por exceso de preocupaciones o por falta de dominio sobre sí mismo. Para
conseguir un equilibrio en la vida matrimonial, hay que evitar los accesos de
mal humor, o, por lo menos, no descargarlo sobre el otro.
TRECE
Perder la costumbre del enfado. Hay hombres y mujeres que se
enfadan sin tener motivo concreto para ello. Y los enfados tiene mucha
importancia en la marcha del matrimonio. Si no hubiera tantos enfados por un quítame
allá esas pajas, los matrimonios serían más felices.
CATORCE
No irritarse a medias., Es preferible enfadarse fuerte, de
una vez, desahogarse a fondo, porque las irritaciones a medias perjudican. Cuando
uno se enfada, no volverá a hacerlo durante cierto tiempo. Y ello, naturalmente,
beneficiará a los dos.
Aumentar el sentimiento del placer, Hay algo, un motivo
cualquiera, que nos ha producido enfado; busquemos otro motivo que nos produzca
alegría y recibamos a la esposa o al marido con un rostro sonriente y no con cara
larga.
DIECISEIS
Equilibrar derechos y deberes. Tanto el hombre como la mujer
tienen unos derechos que han de serle reconocidos mutuamente. Un equilibrio sensato
entre derechos y deberes hará más llevadera la vida matrimonial.
DIECISITE
Administrar debidamente el dinero. El dinero, ese poderoso
caballero, culpable de tantos males, es causa de frecuentes discusiones en el
matrimonio. La culpabilidad aquí es a medias. Tanto para la mujer mala
administradora y derrochona, como para el marido que lo retine firmemente y a
duras penas deja cubrir las necesidades del hogar. Una inteligente
administración del dinero resulta siempre eficaz en la conservación de la paz
matrimonial.
DIECIOCHO
No dar lugar a escenas de celos. Los celos son el más grande
de todos los males. En cuanto entran en escena, todo se distinto. El tormento
de los celos ha destruido muchos hogares. La medicina más eficaz contra ellos
es una gran dosis de confianza en el otro.
DIECINUEVE
Cultivar el romanticismo. Los momentos de romanticismo que suelen
vivir los novios no deben terminar en el altar. Se equivocan aquellos que creen
que el romanticismo es cuestión de jóvenes. Los sentimientos románticos que se
deben traducir en pequeños detalles y atenciones mutuas nada tienen que ver con
la edad. El continuo ejercicio de este sentimiento suele producir resultados positivos.
VEINTE
Mantener encendida la llama del amor. Alguien ha dicho que
para el amor hay unas edades mejores que otras, pero ninguna mala El amor en el
matrimonio está vivo mientras que es vivido. Cuando ya no queda nada que se
viva conjuntamente, entonces es cuando el amor muere
Por Carlos DE LA VEGA
(Ref. Revista: “Restauración”. *1976)
Comentarios
Publicar un comentario