MARÍA EN LA HISTORIA BÍBLICA

MARÍA, EN LA HISTORIA DE LA NAVIDAD

Por desgracia para la misma Virgen, las leyendas humanas en torno a su persona se suelen resaltar más que las verdades bíblicas. La Biblia menciona a la Virgen unas catorce veces, principalmente en relación con la encarnación y nacimiento de Jesús.

El anuncio del profeta

La primera mención a la Virgen se encuentra en Isaías 7:14. No se habla concretamente de María. Tan sólo se dice que “la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Enmanuel”. Este grandísimo privilegio, sin igual en la Historia del mundo, le cupo a aquella sencilla muchacha de Nazaret.

El anuncio del ángel

Unos seiscientos años después del anuncio profético, un ángel enviado por Dios, Gabriel, se aparece a María y le da a conocer los propósitos divinos. La historia de la anunciación se encuentra en Lucas 1:26-38 y de ella destacan cinco importantes lecciones. La primera es el estado de la Virgen. El texto dice que se hallaba “desposada” con José. En el lenguaje judío contemporáneo esta expresión equivalía a “prometida”. Ante el anuncio del ángel, María reacciona con turbación y sorpresa, lo que demuestra que se hallaba totalmente ignorante del alto privilegio que Dios le había concedido. Su contestación al ángel, con palabras de inocencia e ingenuidad dan fe de su pureza moral. Al decir que no había conocido varón estaba confirmando, sin pretenderlo, el requisito profético de la virginidad física. La siguiente lección es una confirmación del poder de Dios. El ángel responde a María que para Dios nada es imposible. El Dios que hizo al mundo de la nada y al hombre del barro de la tierra, bien podía engendrar a un embrión humano en el vientre de la Virgen sin necesidad del hombre. La quinta y última lección de este pasaje es la sumisión de María a la voluntad de Dios. Su obediencia fiel, pese a no comprender totalmente el misterio divino. Es aquí donde María debe ser hoy imitada. Hoy y siempre.

La visita a su prima Elisabeth

Tras el anuncio del ángel, María se encamina hacia una ciudad de la montaña de Judá, donde vivía su prima Elisabeth, que por entonces estaba embarazada, esperando el nacimiento del niño que más tarde sería conocido como Juan el Bautista. Es Lucas quien sigue contándonos esta historia, en el primer capítulo de su Evangelio. Aquí, en la montaña, ante su prima, tiene lugar el célebre cántico o acción de gracias de la Virgen María. La primera estrofa de este cántico es un reconocimiento de la grandeza divina y de la pequeñez humana. Humildemente, sinceramente, María dice: “Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su criada” (Lucas 1:46-47)

El nacimiento de Cristo

Llegó para María el gran momento. El acontecimiento más grande que jamás haya podido ocurrir en la vida de una mujer. Nueve meses lo llevó en su vientre, como todas las mujeres. Pero a diferencia de ellas, María sabía que el ser que llevaba en su interior era varón; y que había sido concebido por un poder sobrenatural. El embarazo de María tuvo que haber sido distinto a todos los demás. Luego vino el fatigoso viaje desde Nazaret a Belén. El alumbramiento en una posada, en un pesebre, junto al olor de los animales. Fue todo un acontecimiento. En la tierra y en el cielo. Los ángeles cantando, los pastores celebrando, los personajes venidos de tierras lejanas, adorando algún tiempo después. El texto de Lucas dice que “María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2:19). Eran desde luego, cosas para ser meditadas.

La espalda en el alma

Cuando el niño cumple ocho días se le somete al rito de la circuncisión, conforme a la ley judía. Y a los cuarenta días es presentado en el templo, en cumplimiento igualmente de la ley mosaica. Aquí, en el templo, un hombre llamado Simeón, anciano, justo, piadoso, toma al niño en sus manos y movido por el Espíritu Santo dice a María que una espada llegaría a traspasar su alma. De esta forma, Dios estaba diciendo a María lo que tendría que sufrir en los años futuros a causa del Hijo. Como así fue, efectivamente. No una, sino muchas espadas se clavaron en su corazón de madre, haciéndolo sangran hasta los límites del dolor humano.

Nuevos viajes con el niño

El pesado viaje a Nazaret a Belén cuando se hallaba encinta no fue el único que María tuvo que realizar a causa del niño. La espada del dolor empieza a traspasar su alma cuando Herodes ordena la muerte de todos los niños menores de dos años. Por revelación de Dios, María huye con el niño a Egipto. Tras dos años de permanencia en Egipto, María regresa a Nazaret, cumpliendo nuevas órdenes de Dios, hecho este que demuestra una vez más su completo sometimiento a la voluntad divina. Aquí, en Nazaret, María vive como las demás mujeres hebreas. Sus relaciones matrimoniales con José son normales y María da a luz otros hijos. La Biblia nos da los nombres de cuatro de ellos, todos varones, pero además habla también de hijas (Mateo 13:53-58; Marcos 6:1.3)

ÚLTIMAS MENCIONES DE MARÍA EN LA BIBLIA

Tras la mención de Lucas 2:39-40, que habla del retorno de María a Nazaret, en unión del Hijo, la Biblia cita a María en otros seis pasajes. Nada más. Son los siguientes. Tras la mención de Lucas 2:39-40, que habla del retorno de María a Nazaret, en unión del Hijo y de José, la Biblia cita a María en otros seis pasajes. Nada más. Son los siguientes:

En el templo de Jerusalén

(Lucas 2:41-52)

Una vez al año, con motivo de la pascua judía, la familia viajaba desde Nazaret hasta Jerusalén para celebrar la festividad religiosa. En uno de estos viajes, cuando el niño Jesús contaba doce años de edad, se aparte de sus padres y se dirige al templo. Durante tres días le buscaron en vano. Cuando le hallaron, se regocijaron y volvieron con él a Nazaret. Es la única mención bíblica que tenemos de la infancia de Jesús.

En las bodas de Caná

(Juan 2:1-12)

El primer milagro que conocemos del Cristo hombre tuvo lugar durante la celebración de unas bodas en una ciudad llamada Caná, en la región de Galilea. Fue aquí donde Cristo hizo que el agua se convirtiera en vino. El texto bíblico dice que en las bodas estaba también la madre de Jesús. Fue ella quien dijo a los criados, señalando a Cristo: “Haced todo lo que él os diga”.

Durante su ministerio público

(Mateo 12:46-50) 

En un momento de su ministerio público, encontrándose Jesús hablando a la multitud, llegan su madre y sus hermanos. La multitud advierte su presencia y dicen a Cristo que su madre y sus hermanos quieren hablarle. Jesús, señalando hacia sus discípulos, dijo: “He aquí mi madre y mis hermanos. Todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, este es mi hermano, y hermana y madre”. Con estas palabras Cristo estaba colocando el parentesco del espíritu por encima del parentesco de la carne.

La alabanza de la mujer

(Lucas 11:27-28)

El concepto anterior es reafirmado por Cristo en una ocasión posterior. Jesús está hablando con su acostumbrada sabiduría espiritual, con todo su poder de penetración. Una mujer destaca de entre la multitud y, emocionada, aturdida de alegría, exclama: “Bienaventurado el vientre que trajo, y los senos que mamaste”. Que sepamos, esta fue la primera mujer que empezó a quitar la gloria al Hijo para atribuirla a la madre; quiso honrar a la criatura antes que al Creador. Jesús no acepta el cambio. La reprende y le dice: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Más importante que la propia madre es cumplir la voluntad de Dios.

Al pie de la cruz

(Juan 19: 25-27)

La madre debe estar donde esté el hijo sufriendo. En este aspecto, María da una gran lección a todas las madres; de todos los tiempos. Ella estaba allí, en el lugar que le correspondía, al pie de la Cruz, donde sufría y agonizaba el Hijo. La espada anunciada por Simeón se le había clavado hasta lo más hondo del alma. Cada quejido, cada gesto del Hijo era como un aguijón que le penetraba los sentidos. Su entereza y su valor humano la dignifican ante los ojos del mundo.

Última mención de María

(Hechos 1:12-14)

La última mención que la Biblia hace de la Virgen María se encuentra en el primer capítulo del libro de los Hechos. Tras la ascensión de Cristo, los discípulos se reunión en el lugar conocido como Aposento Alto, en Jerusalén. En esta reunión se decidió la elección del sucesor de Judas. El texto dice que además de los discípulos se encontraban también la madre de Jesús, María, y el resto de sus hijos, que al parecer habían sido convertidos a la causa de Cristo, en quien al principio no creían (Juan 7:5; Hechos 1:14). Tras esta última mención, la Virgen desaparece definitivamente de las páginas de la Biblia.

El libro de Los Hechos, que describe la historia de la Iglesia primitiva, tiene 27 capítulos más. Luego siguen oros 22 libros inspirados, escritos por Pablo, Pedro, Juan, Judas y Santiago, todos ellos discípulos del Señor, y tres del círculo de los íntimos: Pedro, Juan y Santiago. Sin embargo, ni en los restantes 27 capítulos del libro de los Hechos ni en uno solo de los 22 libros que siguen en la Biblia se menciona para nada a la Virgen María. ¿Por qué? La razón, a nuestro entender, se encuentra en las propias palabras de la Virgen pronunciadas con motivo de las bodas de Caná: “A EL OÍD”. Para los primeros cristianos, la figura central del mensaje, la figura única, era Cristo, sólo Cristo, cabeza de la Iglesia que él mismo fundó a precio de sangre.

(Ref. Revista: "Restauración". * 1979)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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