DESPUÉS DE LA MUERTE ¿QUÉ?



sus aguas. Pero el río no se pierde sino que taladrando la roca que le cierra el paso, va abriéndose camino en la profundidad y así, victorioso, sale de su sepulcro roqueño con un ruido triunfal y echa a correr otra vez bajo la luz del sol.
Así nos traga la tumba en el limite de nuestra vida terrena. Nos cubre la tapa del ataúd; el curso de nuestra vida se oculta en el seno de la tierra; no se oye ningún rumor sobre la tumba. ¿Es que nuestra vida se ha perdido para siempre? No. La muerte, para el creyente, no es más que una puerta, por la que hemos de pasar, para el creyente, no es más que una puerta, por la que hemos de pasar; más allá de ella espera la claridad eterna de un sol que brillará para siempre. 

(Ref. Revista: "El Eco de la Verdad". * 1953)

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