¿POR QUIÉNES MURIÓ CRISTO? (II)

TRATAMIENTO TEOLÓGICO DE LA CUESTION

La “Doctrina de la gracia” ha recibido tratamientos teológicos muy diferentes a través del tiempo y que pueden ser resumidos en los siguientes grandes grupos:

1. PELAGIANISMO

Dícese de la tesis formulada por Pelagio, monje británico (360-422), quien enseñó que Adán fue creado en una condición natural en la que no era ni santo ni pecador, dotado de un libre albedrío que le permitió seguir el bien o el mal y que al elegir este último, quedó afectado solamente él por el pecado, que no es transmitido a su descendencia, por lo que cada hombre nace como Adán, libre de pecado y en la misma condición moral y espiritual n que aquél fue creado. Esto permite al hombre, actuando por sus propias fuerzas, evitar todo pecado y alcanzar la salvación eterna. Por consiguiente, no precisa de gracia alguna para salvarse y para vivir santamente. Contra esta doctrina formuló Agustín de Hipona sus “Tratados sobre la gracia”, asentado unas firmes bases teológicas y bíblicas que salían al paso de tales despropósitos.

2. ARMINIANISMO

Producto teológico de Jacob Hermandzoon  (1560-1609), quién siendo en un principio hipercalvinista, se convirtió luego en un radical opositor del calvinismo, llegando a tomar una posición absolutamente semipelagiana. Se puede resumir su teología de la gracia en las afirmaciones que hace sobre el pecado, del que dice que no es una imputación directa a los descendientes de Adán, sino una enfermedad de la naturaleza humana por la que el hombre no queda condenado, pero si inhabilitado para alcanzar la vida eterna y descubrir el camino de salvación por si mismo; que el Espíritu Santo da gracia suficiente a todos los hombres para contrarrestar los efectos del pecado y cooperar a la regeneración espiritual; y que, en fin, el hombre puede dejar esa esfera de gracia y perderse eternamente, aún después de su regeneración.

Cristo no sustituyó vicariamente al hombre (de lo contrario todos naceríamos justificados al haber sido expiados nuestros pecados), sino que en y por esa obra, Dios hace “potencialmente salvables a todos los hombres”.

3. CALVINISMO

El sistema calvinista expresa la doctrina de la gracia en lo que se conoce como los cinco puntos, que son los siguientes: (1) Depravación total por la caída original (2) Elección eterna e incondicional de los que han de ser salvos (3) Redención limitada; es decir: Cristo no murió por todos, sino sólo por los elegidos (5) Perseverancia final de los elegidos. Dentro del sistema teológico calvinista hay, fundamentalmente, dos niveles: el “hipercalvinismo”, o calvinismo extremo, y el “calvinismo moderado, o rebajado”. La distinción fundamental entre ambos está en la respuesta que se le dé a la pregunta: 

“¿Por quiénes murió Cristo?”.

Si la respuesta es: Cristo murió por todos, estaremos ante un calvinismo moderado, en cambio, si la respuesta es que Cristo murió sólo por algunos, nos encontraremos frente a un hipercalvinismo.  Una aproximación desprejuiciada y bíblica nos llevará a considerar como escriturales cuatro de los cinco puntos del sistema calvinista, con las matizaciones que se puedan hacer según apreciaciones personales sobre aspectos de la doctrina. Nadie debe tener dudas sobre la depravación del hombre que le incapacite para hacer absolutamente nada en la esfera de su salvación y que por su condición pecaminosa que le afecta y es inherente a su propia naturaleza, está orientado al mal (Ro.3:9-20)

Todos hemos de aceptar como bíblica la eterna elección de los salvos en Cristo (Ef.1;4), con las gradaciones y precisiones que se quieran hacer sobre este asunto. También ha de ser aceptada como bíblica la necesidad de un llamamiento divino al pecador, que lleva implícita la captación espiritual para ir a Cristo (Jn.6:44); como escribe D. Ernesto Trenchard, “Entra también el elemento de la voluntad del hombre – sin excluir en esta fase el auxilio de la gracia de Dios-, pues no basta que el hombre comprenda la verdad acerca de Cristo si no siente ´hambre y sed de justicia´ y el anhelo de ser salvo” (Estudios de Doctrina Bíblica p´g.317) Incluso debemos aceptar que la perseverancia o permanencia en la fe es obra de la gracia de Dios en el creyente.

Lo que no es posible aceptar como bíblico es el punto tercero – quinto para algunos -, que señala que la muerte de Cristo y su redención es limitada en favor de unos cuantos y no ilimitada en beneficio de todos los hombres. Esto lleva a “hacer ajustes teológicos” en el campo de los “decretos divinos”, para establecer un decreto de elección y otro de reprobación o, mejor, un doble decreto por el cual – según los hipercalvinistas -, Dios desde toda la eternidad había designado en su soberanía a unos para salvación y a otros para condenación eterna. A estos últimos seles niega toda posibilidad de salvación y son, con arreglo al hipercalvinismo, los vasos de iras preparados de antemano para condenación.

 

 

 

 

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