¿POR QUIÉNES MURIÓ CRISTO? (I)

Juan Bta. García Serna

Recopilo este buen artículo para los lectores del Blog, sin lugar a dudas, será de mucha ayuda, no solamente en el aspecto bíblico, sino también en la grata experiencia de la salvación de todos aquellos que hemos creído en Cristo Jesús. 

Don Samuel Pérez Millos

¿POR QUÉNES MURIÓ CRISTO?

“Cristo murió por todos” (2ªCor.5:14,15). “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt.20:28)

El estudio de las doctrinas bíblicas plantea continuos interrogantes en la mente del hombre. Estas preguntas, consecuencia de la investigación de la Escritura, producen respuestas teológicas, con una base bíblica absoluta o relativa. Las respuestas absolutas son aquellas que la misma Biblia señala enfáticamente en una única línea doctrinal; por ejemplo: a la pregunta: “¿Quién es el Creador?”, responde: “En el principio creo Dios los cielos y la tierra” (Gén.1.1) y esta misma respuesta se extiende a través de toda ella como única contestación a la pregunta, formúlese a la luz del pasaje que se desee. Las respuestas relativas son aquellas en las que la Biblia permite más de una forma, en muchas ocasiones aparentemente distintas, ejemplo: “¿Quién es Jesucristo?”, podría responderse con dos textos bíblicos diferentes: “Jesucristo es Dios” (1ª Juan 1:1), o también: “Jesucristo es hombre” (1ªTm.2:5). Estas respuestas relativas, pueden dar lugar a errores doctrinales serios, e incluso a herejías, cuando se enfatiza un solo aspecto como única verdad, excluyendo el resto del panorama bíblico que tiene relación con la pegunta en cuestión.

Afirmar que Jesucristo es “solamente un hombre” es una herejía, tanto como afirmar que es “solamente Dios”. Esta problemática surge con tanta más frecuencia, cuanto más compleja sea la doctrina que el teólogo trata de sistematizar para llegar a una definición precisa de la verdad. Entre las doctrinas más densas, están las referidas a la persona y a la obra de Jesucristo. Cada una de ellas se hade formular teniendo a la vista el gran número de elementos que la integran y otros aspectos individuales que, por sí mismos, constituyen doctrinas absolutas. Tal es el caso de lo que suele llamarse “Doctrina de la gracia”.

Este cuerpo doctrinal presenta una profunda complejidad, ya que en él se ha de conjugar la acción divina de la gracia salvadora (Ef.2:8-9) y la actividad humana en la recepción de la salvación (n.3:16). Cierto es que Dios es el único Salvador (Is.43:11) y que “la salvación es de Jehová” (Sal.3:8; Jon.2:9), y por tanto, la planificación, ejecución y aplicación son suyas; pero, no es menos cierto que al hombre se le responsabiliza de su condenación por un acto de su voluntad: creer o rehusar creer (Jn.3:36). La Biblia señala la soberanía de Dios en la elección eterna de los suyos en Cristo (Ef.1:4); pero se insta a todo hombre a que crea (Hch.17:30), y se invita a todo aquel que lo desee, a acudir al Salvador (Mt.11:28). En un mismo texto aparecen juntas soberanía divina y responsabilidad humana: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mi viene, no le echo fuera” (Jn.6:37)

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