CURSO DE ESTUDIO BÍBLICO (VIII)
Prof. Ernesto TRENCHARD
MISIONES, MILAGROS Y UN MARTIRIO
(6:1-16)
Introducción
Marcos agrupa varios incidentes en esta sección para ilustrar las características de este “período intermedio” del ministerio del Señor en Galilea y, entre paréntesis, nos hace ver cómo el gran siervo de Dios Juan el Bautista llegó a su fin. Se detalla una visita del Señor a su ciudad de Nazaret y su labor en las aldeas cercanas; en forma breve se presenta la misión de los Doce en Galilea; la fama de la obra de Jesús y de los Apóstoles llega al palacio de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y de Perea, y sus reacciones dan lugar al relato del martirio del Bautista como cosa ya pasada; la vuelta de los Doce de su misión motiva otro viaje a través del lago en busca de reposo, que a su vez ocasiona el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, seguido de la maravillosa escena nocturna cuando Jesús acude en auxilio de los suyos andando sobre el agua. La sección termina con oro periodo de gran actividad en el llano de Genezaret, al sur de Carpenaum. Los incidentes se enlazan por este eslabón: las reacciones de diferentes personas, o clases de personas, ante la revelación de Dios en Jesucristo en este período de su ministerio.
Jesús en Nazaret (6:1-6)
Nazaretg era el pueblo más privilegiado del mundo, pues allí había pasado su niñez y su juventud el Hijo de Dios, viendo los nazarenos muy de cerca “la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. Pero los hombres se acostumbraban a sus privilegios y solamente pueden recibir las bendiciones que la gracia de Dios derrama sobe ellos cuando hay en su corazón el deseo de buscar su voluntad.
Notemos los puntos siguientes en cuanto a los nazarenos: 1) Admitieron la sabiduría de Jesús y el poder que se manifestaba a través de sus grandes obras (6:2) 2) Le conocieron como Hombre que se había criado en medio de ellos, ejerciendo el oficio de carpintero. Estaban familiarizados con todos los miembros de la familia (6:3) 3) Por no querer reconocer el poder divino que obraba en el Señor, “se escandalizaron en él”. Lucas nos dice que su oposición llegó hasta el punto de querer despeñarle por un precipicio. La raíz de su odio se halla en la envidia, que no podía admitir que un paisano suyo fuese más que ellos mismos. 4) La incredulidad de los nazarenos fue la causa de que perdieran los grandes bienes que el Señor estaba dispuesto a concederles. `¡Podres enfermos que quedaban en su debilidad y tristeza cuando el Gran Médico se había acercado!o siempre hay una pequeña minoría que está dispuesta a aprovechar la gracia de Dios (6:5)
El Señor Jesús.
1) ¡Con cuánta paciencia y amor vuelve a su pueblo para darles el mensaje de vida, aun cuando sabía el espíritu de oposición que allí reinaba! 2) “Estaba maravillado de la incredulidad de ellos”; le fue cosa extraña que los hombres, viendo tan de cerca la Luz del mundo y la gloria del cielo, volviesen las espaldas a ella. 3) Cuando dice que “no pudo hacer allí alguna maravilla” (6:5), no se implica ninguna limitación a la omnipotencia del Señor, pues el poder para todo se hallaba en él. Ahora bien, el poder fluye según las leyes espirituales, y la incredulidad de los hombres impone una barrera infranqueable a su operación. Mateo dice claramente: “No hizo muchas maravillas a causa de la incredulidad de ellos”.
La misión de los Doce (6:7-13 con 6:30)
Ya hemos comentado la vocación de los Doce y el triple propósito de enviarles a predicar, sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios. Este propósito ya se pone por obra por medio de una misión, que servía no sólo para extender el Evangelio más ampliamente por Galilea, sino también para que los Apóstoles ganaran experiencia práctica y aprendiesen a confiar enteramente en el Maestro, aun estando alejados de él, viendo constantes manifestaciones de su poder. Así se entrenaban eficazmente para los días cuando él, consumada ya la Obra de la Redención, había de dirigir la labor desde la diestra del Trono de Dios por medio del Espíritu Santo. Las instrucciones del Señor a los Apóstoles se dan en forma abreviada aquí y más extensamente en Mateo 10:5-42
Notemos los puntos siguientes:
El llamamiento y el poder procedían del Señor mismo (6:7). El mensaje fue l arrepentimiento y Mateo añade la gran proclamación: “El reino de los cielos se ha acercado”. Fue, pues, una extensión de la misión del Señor mismo que ya hemos tratado anteriormente. Los milagros de sanidad les acreditaban como mensajeros de Jesús y, como en el caso de las grandes obras del Señor, ilustraban el poder y el propósito del Reino .Como medida práctica habían de ir de dos en dos, para su comunión fraternal y mutuo socorro.
La generosa hospitalidad del Oriente de aquellos días había de suplir casa y pan, y ellos habían de evitar pasar de casa en casa para no dar lugar a rivalidades y chismes. Aparte de su báculo y la ropa puesta, no tenían que llevar nada para el viaje, para que tuvieran la experiencia de la ayuda constante de Dios en el camino de la obediencia y de la fe. Así miraban arriba esperando en Dios para el suministro de las cosas necesarias y se evitaba la tentación de mirar a los hombres y fijarse en las circunstancias. Su llegada a un pueblo ofrecía hermosa oportunidad de bendición a los habitantes, pero el resultado de rechazar el Reino seria terrible (6:11). Hallamos un rasgo precioso en 6:30 – “ Y los Apóstoles se juntaron con Jesús y le contaron todo lo ue habían hecho, y lo que habían enseñado” – que ilustra la necesidad de tener comunión constante con el Señor sobre todas las fases de nuestro servicio.
La muerte de Juan el Bautista (6:14-19)
La narración del martirio del gran profeta surge de la mención que hace Marcos de la mala conciencia de Herodes Antipas, quien creyó que las grandes obras del Señor significaban que Juan, a quien mandó degollar, había vuelto a vivir. El hecho ya se consumó durante la primer etapa del ministerio del Señor en Galilea, pero el Evangelista hace aquí un alto en su historia para hacernos ver cómo se había llevado a cabo el crimen. Habría mucho que decir sobre el fondo de este relato y las enseñanzas que contiene, pero tendremos que limitarnos a anotar lo más importante.
Herodes Atipas. Era hijo de Herodes el Grande, quien, con el beneplácito de los romanos, había sucedido a su padre en el reinado sobre dos provincias de Palestina: Galilea y Perea. Se había casado con una hija de Aretas, rey de Damasco, pero se divorció para volver a casarse ilegal y adúlteramente con Herodías, mujer de su hermano Felipe: cuestión que mereció la denuncia fulminante del valeroso Juan el Bautista.
Herodes era un hombre astuto, pero débil, y se dejó llevar por la infame Herodías a pesar de las punzadas de conciencia como las que se notan aquí. Temía y respetaba a Juan y “hacía muchas cosas” de las que enseñaba el profeta, pero siempre le faltaba desasociarse de la mujer que le arrastraba al abismo. Por la influencia de Herodías y de la hija de ella, Salomé (sabemos el hombre de ella por las obras del historiador Josefo), el rey cometió el crimen de dar muerte al Bautista, aun cuando le reconocía como profeta del Altísimo. Desde este momento su conciencia quedó endurecida y, en vísperas de la Crucifixión, su único objeto ante Jesús era el interés vulgar de verle hacer alguna obra asombrosa (Lc.23:12). Es el gran ejemplo de aquellos que se pierden por su cobardía (Ap.21:8)
Juan el Bautista. Reuniendo todos los datos de los Evangelios se podría escribir una biografía bastante extensa sobre este señalado siervo de Dios, pero aquí no tenemos más que dos detalles: Su valor al denunciar el adulterio del rey, sabiendo bien que su franqueza le acarrearía el odio mortal y vengativo de una mujer poderosa y mala. La manera en que encontró la muerte.¿Por qué no intervino el Señor para salvar la vida de precursor? Es una pregunta natural, pero no admite contestación. Las vidas de los siervos del Señor están en sus manos, para que las utilice en el mundo conforme al Plan Eterno hasta que se termine su plazo de servicio aquí abajo y luego los lleve a su presencia para que se cumpla todo lo preordenado en cuanto a ellos. La mayor tragedia en este relato no es que caiga la noble cabeza del gran siervo de Dios, Juan, sino el inmundo espectáculo de vidas malvadas, corrompidas y vengativas que se oponen a la luz para su propia condenación eterna. Aquél pasó a su recompensa, una vez terminada aquí su obra especial; éstos llorarán sus crímenes en el destierro eterno de la presencia de Dios.
La multiplicación de los panes (6:30-45)
Este es el único milagro que se halla en los cuatro Evangelios: hecho que señala la importancia de las lecciones espirituales que contiene. Es una maravillosa manifestación del poder creador del Señor Jesús. Los incrédulos se han querido burlar dela historia, preguntando: ¿Cómo podían pasar bastantes pedazos de pan y pescado por las manos de Jesús para satisfacer el hambre de una multitud de 5.000 hombres, con muchas mujeres y niños? Y si eso pueda ser, cómo podían doce hombres llevar estas porciones a tanta gente. Para eso se necesitaría todo el día, y no un corto intervalo cuando ya declinaba la tarde. Estos críticos inventan dificultades porque no entienden la narración bíblica. El acto del Señor al recibir la corta provisión de los discípulos (o más bien, del muchacho, como nos dice Juan), para bendecirla y repartirla fue un acto simbólico. La realidad fue la provisión que salió de sus manos creadoras. Al traer los discípulos las espuertas al Señor, y depositar él un fragmento en ellas, estarían llenas en el acto, pues el fragmento no era nada, y el poder del Señor lo era todo. Estas espuertas se colocarían en medio de las “partidas” o “ranchos” de cincuenta personas que luego se servirían. En estas condiciones doce hombres podrían llevar alimento para cien grupos de personas en muy poco tiempo, además de que el poder del Señor se extendía hasta donde hacía falta para suplir la necesidad de todos.
Todas las circunstancias ponen de relieve la pobreza de los hombres: 1) El lugar desierto; 2) la proximidad de la noche; 3) la gran multitud de hambrientos; 4) las imposibles proposiciones de los discípulos; 5) la cantidad, totalmente inadecuada, de la provisión humana. Pero, en su gracia, el Señor no prescinde de la colaboración de los suyos: primeramente pide su parecer; luego se informa sobre lo que ellos tienen, y acepta la minúscula provisión; luego de haberla bendecido él, se la vuelve a dar con el aumento de su poder creador, para que ellos la repartan. ¡Preciosa lección de servicio, pues el Señor se digna tomar de los nuestro, bendiciéndolo y aumentándolo con el poder de su Espíritu, para que lo pongamos nosotros delante de las multitudes. Aún nos manda: “¡Dadles de comer vosotros!” Como hemos notad en otros casos, el poder sobrenatural del Señor nunca se extiende más allá de lo que requiere la ocasión, y aun los fragmentos del festín tenían que ser recogidos después. La vida de fe es una vida ordenada y cuidadosa, y en ninguna manera admite el despilfarro.
El Señor acude en auxilio de los suyos (6:45-52)
Juan nos dice que en esta ocasión las multitudes estaban tan entusiasmadas con el milagro de la multiplicación del pan, que querían tomar a Jesús a la fuerza y hacerle rey, y quizá por esta razón el Señor dio prisa a sus discípulos a subir en el barco; tal vez, el único caso en los Evangelios en que se nota algo de “prisa” en el Señor. Pero su autoridad bastaba para “despedir las gentes”, y después pudo entregarse a la oración en la soledad del monte; ¡sublimes momentos cuando el Dios – Hombre dejaba la enseñanza de los hombres para gozarse en la comunión con su Padre! Luego, el Evangelista nos presenta la escena nocturna sobre el mar de Galilea, que ilustra de una forma tan preciosa la manera en que el Señor acude en auxilio de los suyos. Cuando calmó la tempestad, estuvo con ellos en el barco, que pudo representar su intervención a favor de ellos durante el ministerio terrenal, en este caso se halla en el monte mientras que ellos bogan contra viento en medio del mar. Ellos podían creerse olvidados por el Maestro, pero no fue así. Seguramente su intercesión ascendió a favor de ellos mientras estaba en el monte, y en el momento preciso “vino a ellos”. Así intercede por los suyos en el curso de la presente dispensación desde la Diestra del Trono de Dios, y acude para socorrer a los suyos cuando ellos creen que todo está perdido.
Los discípulos. En este caso no se trata tanto de peligro, sino de esfuerzos sostenidos, y al parecer, ineficaces: estaban “fatigados bogando, porque el viento les era contrario”. La “cuarta vigilia” era la última antes de amanecer, así que su trabajo infructuoso había durado toda la noche, y aún estaban lejos del puerto. ¡Cuántos de los siervos del Señor han compartido esta experiencia en su obra espiritual! Cuando por fin el Señor llegó, andando sobre las aguas, no le reconocieron, creyendo que se trataba de un fantasma. Así nosotros a menudo nos asustamos cuando la mano del Señor se acerca para bendecirnos, pues rara vez interviene de la manera en que nosotros pensamos que lo había de hacer. Su voz les consoló, dándoles la seguridad de que era él mismo quien se acercaba: “Alentaos; YO SOY, no temáis” ¡Quién hubiera pensado que las aguas turbulentas podrían volverse en firme calzada para sus pies!
Cuando Jesús entró en el barco el viento se calmó, y dice Juan: “Luego el barco llegó a la tierra donde iban”. El largo trabajo fue bendecido por fin, y el viaje tuvo su feliz término, ya que Jesús había venido. Nunca está lejos de nosotros, y él nos guía desde el Trono de Dios, pero, ¡qué momento más glorioso cuando nos damos cuenta de que él está en el barco con nosotros! Los corazones de los discípulos seguían estando “ofuscados” hasta después de la Muerte y Resurrección del Señor, pues la Cruz es la única “clave” para entender “el misterio, que es Cristo” (Col.1:27)
El Señor. Además de lo que se ha señalado ya, podemos fijarnos en el detalle: “Y vino a ellos andando sobre el mar, y quería precederlos”; eso es, hacía como si hubiese de pasar adelante, dejándoles atrás, t comprendemos que era menester que ellos mismos se dieran cuenta de su presencia y que clamasen, para que luego comprendiesen plenamente la bendición que ´él les traía. Si a nuestro parecer el Señor nos esquiva, es para que nosotros con mayor afán le busquemos, como buscó la esposa al esposo en el Cantar (Cap.3)
Las multitudes de Genezaret (6:53-56)
Los Evangelistas presentan muchas escenas de entusiasmo entre las multitudes, provocadas por los grandes milagros de sanidad que presenciaban, pero quizá no hay oro caso como éste en que las gentes dan muestra de un fijo propósito de aprovechar la presencia del Señor (6:55-56). Parece ser que decían entre sí: “El Gran Médico está aquí, y nos proporciona esta oportunidad, que quizá no se repetirá, para que nuestros seres queridos sean sanados. ¡Aprovechémosla!”. Con urgencia reunían a sus enfermos, y llevándoles “donde oían que estaba”, rogándole con insistencia y fe que obrara a su favor, y la bendición fue proporcionada ala urgencia con que la buscaban en Jesús.
Preguntas:
1. En Nazaret, Jesús se maravillo de la incredulidad de sus paisanos. En otras dos ocasiones leemos que se maravillo de la fe de personas que acudieron a él. Cítense los casos. (En uno de ellos la expresión exacta es: “¡0h, mujer! Grande es tu fe” (Lc.7:9)
2. Mencionar seis de las instrucciones que el Señor dio a los Doce al enviarles a predicar.
3. ¿Qué opinión tenía el Señor de Herodes Antipas? ¿Cómo expresó su desprecio por su cobardía y su baja astucia? (Lucas Cap.13)
4. Citar tres frases de esta sección que ilustran el carácter de Herodías.
5. En relación con el milagro de la multiplicación de los panes, cite tres frases que ilustran cada uno de los puntos siguientes: a) la necesidad apremiante de los hombre, y su incapacidad para suplirla b) la plenitud de la provisión que hizo el Señor.
Quizás tenga interés en enviar las respuesta a Juan Bautista García Serna: Email: jbmoredaaller@outlook.com.
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