ANSIEDAD Y ALTERNATIVA BÍBLICA

Juan Bta. García Serna

ANSIEDAD

Una expresión que evoca un aumento en nuestro entorno socio-cultural, y la cual afecta a todo tipo de personas, e inclusive a los cristianos. Quizás pocos se plantean cuáles son las razones de esta crisis psicológica. ¿Se tratará de estar siendo empujados a ese abismo de estrés como una de las causas de ansiedad? ¿Por qué escasea una seria reflexión de cuáles valores deberían priorizarse? A lo mejor esta sería la clave para salir de un estado de ansiedad. El salmista David se pregunta y se contesta así mismo: "¿Hasta cuándo tendré conflicto en mi alma, con angustias en mi corazón?" (Sal.13:2) "En Tu presencia (la de Dios) hay plenitud de gozo" (Sal.16:11)

Hay un texto bíblico, juntamente con otros que citaré, que son un apoyo muy efectivo en lo que respecta al tema en cuestión, y el apóstol Pedro lo señala: "Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros" (1ª Pedro 5:7) ¡Esto no es una premisa o concepto teórico, sino una promesa real, a la cual uno debe de acogerse, ya que es dada por Dios!

La palabra "ansiedad" trata de un estado de desánimo, falta de interés o motivación, tal y como dice el salmista: "se deshace mi alma de ansiedad" (Sal.119:28). Tal estado anímico conlleva tristeza que afecta al alma y al cuerpo, así lo expresó el profeta David como experiencia propia: "se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma y mi cuerpo" (Sal. 31:9)

Quizás uno de los males de nuestro tiempo sea la "ansiedad", y los cristianos no estamos exentos de ella. Como es natural nos afecta el entorno en el que nos desenvolvemos, circunstancias especiales, sean estas personales y familiares, y si a esto añadimos una ´predisposición´ negativa, entonces lo más fácil es caer en un estado depresivo, que puede ser más o menos grave, y en ella cayeron grandes personajes bíblicos:

1ª Reyes 19:4: “Luego de caminar (el profeta Elías) todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro. Entonces se deseó la muerte y dijo: Basta ya, Señor, quítame la vida, pues no soy mejor que mis padres”. Uno piensa ¿por qué un siervo de Dios, con una trayectoria de triunfo, como fue la de Elías, podía caer en este abismo de ´desesperación´, a tal punto que deseaba la muerte a la vida? Elías, en su tiempo, no pudo consultar a ningún profesional. No obstante, fue Dios quien le dio la salida a su estado de ´sensación´ depresiva.

Job 10:1: “¡Mi alma está hastiada de mi vida! Voy a dar libre curso a mi queja, hablaré con amargura de mi alma”. Sabemos cuáles fueron las circunstancias penosas por las cuales pasaba Job, así que su situación le llevó a expresarse de esta manera. Job era un hombre creyente convencido, en cambio, el revés en su vida produjo un estado anímico de amargura. ¡Cuidado con pre juzgar a hermanos/as que sufren, y que lo que necesitan es ayuda, y no ´cruda´ reprensión de ausencia de fe en Dios!

Jeremías 20:14,18: “¡Maldito el día en que nací! ¡Qué no sea bendecido el día en que mi madre me dio a luz!”. “¿Para que salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastarán en afrenta?”. En cambio, expresa el profeta Jeremías grande confianza en Dios: “Mas el Señor está conmigo como un poderoso guerrero; por tanto, los que me persiguen tropezarán y no prevalecerán”. Jeremías se sentía asediado, y ello le produjo un estado de inquietud, y desesperación, pero mantuvo su fe en Dios.  

Jonás 4:8: “Y aconteció que, al salir el sol, envío Dios un fuerte viento del este, el sol hirió a Jonás en la cabeza, y sintió que se desmayaba. Entonces, deseaba la muerte y decía: Mejor sería para mí la muerte que la vida”. Aquí la circunstancia de Jonás no tenía motivo alguno para el desespero, y eso es lo que a veces sucede, un desaliento sin causa justificada. ¡Jonás se miraba a sí mismo, y no veía la gran bendición de Dios sobre Nínive. Un egocentrismo trae desolación, y es necesario evitarlo a toda costa. En todos estos casos la ansiedad fue temporal, y no persistente, ya que el contexto bíblico así lo muestra. 

¿QUE ES LA ANSIEDAD?

Suele ser una carga, tal y como dijo el profeta y rey David: “Echa sobre el Señor tu carga y Él te sostendrá” (Sal. 55:22) Hay una tendencia humana de llevar por uno mismo la “carga” de las preocupaciones, o circunstancias adversas, pero, la alternativa es dejarle al Señor cada situación que acaece en nuestra vida, y según el texto bíblico, Dios se encargará de toda situación. ¡Hagamos realidad esta enseñanza bíblica, y veamos cómo se cumple! ¿Por qué llevar una carga cuando Dios la lleva por nosotros?  

Una angustia, tal y como dijo el profeta y rey David: “Este pobre clamó, y lo oyó el Señor y lo libró de todas sus angustias” (Sal.34:6). Aquí observamos oración y liberación.  Un afán desmedido, tal y como lo dijo Jesús: “Por tanto os digo: No andéis preocupados (afanosos) pensando qué vais a comer o qué vais a beber para poder vivir, o con qué ropa vais a vestir vuestro cuerpo. Así que no os preocupéis por el día de mañana, porque el día de mañana ya traerá sus propias preocupaciones” (Mt.6:25-34). Sea de cualquier tipo que sea, la "ansiedad" nos introduce en un desasosiego, y nos abruma en un estado de inquietud, que nos ´roba´ toda perspectiva, y disminuye toda capacidad de acción efectiva.

¿QUÉ NOS HACE SALIR DE LA ANSIEDAD?

Creo que es fácil puntualizar ´soluciones´, lo difícil es emprender la salida, no obstante, señalo algunas cuestiones que pueden ser de ayuda, pero la decisión será la de uno, y en propia voluntad poner en práctica la enseñanza bíblica. 

La fe: “Echa sobre el Señor tu carga y él te sostendrá” (Sal.55:22) La oración: “Este pobre clamó, y lo oyó el Señor y lo libró de todas sus angustias” (Sal.34:6,7). Acudir a la palabra de Dios: “¡Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra!” (Sal.119:28). Apropiarnos por la fe de la promesa de paz otorgada por Cristo Jesús: “La paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da” (Jn.14:27). Hacer propias las palabras de paz otorgadas por el mismo Dios: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil.4:6-7) Ocuparse de las cosas del Espíritu: “Pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Ro. 8:6). Poseer el "fruto del Espíritu" (Gál.5:22). Una disposición a que la paz de Dios gobierne nuestro corazón: “Que en vuestro corazón reine la paz de Dios” (Col.3:15)

Conclusión

Y según las circunstancias, no debemos anular o eludir acudir a los buenos consejos pastorales, y en muchas ocasiones, será preciso recurrir a los profesionales, especialmente cristianos: psicólogos y psiquiatras, ya que también están ahí para ayudarnos a salir del estado de ansiedad, utilizando sabios consejos y el medicamento apropiado.


 

 

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