CURSO DE ESTUDIO BÍBLICO (VII)

 Prof. Don Ernesto TRENCHARD

Lección VII

GRANDES OBRAS DE PODER 

Y DE MISERICORDIA DE (4:35-5:43)

INTRODUCCIÓN

Esta sección incluye los siguientes milagros: 1) La liberación de los discípulos de la tempestad en el mar de Galilea. 2) La curación del endemoniado "Legión". 3) La curación de la mujer con flujo de sangre. 4) El levantamiento de la hija de Jairo. Hemos visto, en la sección anterior, como Marcos abrevia la enseñanza parabólica del Señor, pero aquí se manifiesta claramente como detalla las grandes obras del Siervo de Jehová. Son cuatro incidentes preciosos y muy aleccionadores, en el curso de los cuales el Obrero Divino controla las mayores fuerzas de la naturaleza, sujeta a los más fieros satélites del diablo, cura una enfermedad arraigada que había resistido a todo medio humano y levanta a una muchacha cuyo espíritu ya había salido de su cuerpo. Pedro apeló al conocimiento muy extendido de tales obras poderosísimas cuando echó este reto a los judíos en el día de Pentecostés: "Varones israelitas, oído estas palabras: Jesús Nazareno, varón aprobado de Dios entre vosotros en maravillas ("potencias") y prodigios y señales, que Dios hizo por Él en medio de vosotros como también sabéis" Hch.2:2).¿Qué podían significar tales obras si no esto: que el Reino de Dios se manifestaba entre las gentes en la Persona de Cristo? 

El Señor Jesús calma la tempestad (4:35-41)

Las circunstancias. Si consultamos un mapa de Palestina tal como era en los días del Señor, veremos que se agrupaban varias ciudades pequeñas en la costa occidental del mar de Galilea, mientras que hay pocas señales de población en la costa oriental, donde el terreno era menos fértil. Allí se hallaban los "lugares desiertos" (que quiere decir "poco cultivados") adonde el Señor solía retirarse con sus discípulos para descansar del bullicio de las multitudes. Después de las largas predicaciones y las explicaciones del "Día de las Parábolas", Jesús estaba rendido y "le tomaron como estaba", sin otra preparación, en el barco dispuesto para este fin, para ir al otro lado del lago. En el curso del viaje se levantó una de las repentinas tempestades que caracterizaban la región, y el peligro aparente de los discípulos dio lugar al sublime milagro de calmar la tempestad.

Aquí hallamos dos de los detalles que sólo podrían quedar en la memoria de un testigo ocular y que nos hacer pensar que Marcos lo ve todo por los ojos de Pedro. 1) "Y había también con él otros barquitos"; no sabemos más de esta flotilla, pero manifiesta que el cuadro había quedado impresionado en la mente del observador con todo detalle.2) "Y él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal", o sea la almohadilla del timonel donde descansaba para dirigir el barco. ¿Quién, sino un testigo ocular, podía fijarse en tal detalle? 

Los discípulos. Estaban cumpliendo la voluntad del Maestro en este viaje, pero eso no les salvó de la tempestad. El Señor no promete continuos tiempos de bonanza a los suyos, pues sólo por medio de las nubes y de las tempestades podemos conocer nuestra flaqueza y la suficiencia del Señor. No nos perdona la experiencia, a veces amarga, del peligro; pero sí está con nosotros en toda  ella y nos libra de la catástrofe cuando llega el momento señalado en el Plan Divino.

Es verdad que los discípulos, aleccionados por tantas manifestaciones del poder del Señor, debieran haber sabido que el barco donde iba el Maestro no podía hundirse, y el Señor mismo reprende, con dureza, su poca fe; pero hemos de tener en cuenta también que el hecho que tenían que aprender era tan sublime, tan inaudito, tan por encima de toda experiencia normal, que necesitaban muchas  lecciones y una larga disciplina para aprenderlo bien. No se trataba  de otra cosa, sino de comprender que el hombre que dormía sobre el cabezal era nada menos que Dios  manifestado en carne. Ante la manifestación de este hecho temblaban, y formulaban la pregunta que aún no podían contestar claramente: "¿Quién es éste?" Más tarde lo comprendieron mejor (Mt.16:15-16), pero no lo aprendieron del todo hasta después de la Resurrección. 

El Señor Jesucristo. De todos los milagros, es en éste donde vemos más íntimamente enlazadas la humanidad y la divinidad del Señor. El hombre duerme en la popa del barco, agotado físicamente por los grandes trabajos del día. Momentos después la  misma bendita Persona se levanta y, con autoridad natural y eficaz, dice al viento rugiente: "¡Calla!", y volviéndose al furioso oleaje que llena ya el barco, manda: "¡Enmudece!". Ejercía su función de Creador del mundo y de todo el sistema natural, y fue obedecido instantáneamente. 

Los discípulos habían preguntado: "Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?" Seguramente fue Pedro quien formuló la pregunta, ya que era siempre  el portavoz de los Doce, y en su epístola, habiendo aprendido ya la lección del tierno cuidado del Señor por los suyos, él mismo da la respuesta: "Echando toda vuestra solicitud sobre él, porque él cuida de vosotros" (1Ped.5:7). La forma del verbo es igual en los dos casos. Nótese que el Señor no rechazó a los discípulos por su tardanza en aprender quién era, sino que les reprende con dulzura, y subraya otra lección más de las muchas que aún había de darles. 

La curación de "Legiones" (5:1-20)

Las circunstancias. Léase la historia varias veces hasta saber todos los detalles. Desde luego, el hecho de que un demonio - un espíritu maligno bajo las órdenes de Satanás - puede poseer un cuerpo humano se afirma reiteradamente en las Escrituras, y es inútil procurar "explicar" la curación de los endemoniados diciendo que se trataba de locura o epilepsia. La dignidad más elevada para un ser humano es que su cuerpo sea el templo del Espíritu Santo, y la suerte más terrible es que un cuerpo humano llegue a ser el instrumento de un espíritu inmundo y maligno. El diablo varía sus métodos en distintas épocas, pero el testimonio de misioneros que han vivido en regiones sin civilizar, asegura la existencia de casos idénticos entre los paganos, y en el mundo "civilizado" tenemos el caso de los espiritistas. 

El endemoniado. Todos los detalles que se acumulan en 5:2-5, demuestran el demonio absoluto del diablo sobre este pobre ser que "nadie podía domar". Parece ser que la pregunta del Señor "¿Cómo te llamas?" tuvo por objeto sacar una confesión de toda la extensión del mal. ¡Que terrible fue la contestación! "Legión me llamo, porque somos muchos". Una legión era una división del ejército romano, compuesta a la sazón de unos 6.000 soldados de infantería, además de la caballería, y las "legiones" formaban el "brazo fuerte" con el cual Roma había subyugado al mundo. ¡Así era el poder diabólico que dominaba a ese pobre ser humano!

Hay indicios de que los demonios odian estar "desnudos", o sea, hallarse fuera de un cuerpo por medio del cual pueden operar. De ahí su petición de 5:10-12. Notemos que los demonios siempre conocían la divina naturaleza del Señor, pero, como hemos notado antes, Él no admitía su testimonio, aun siendo verdadero (5:7). También conocen su suerte final (Véase Lc.8:31) 

El hombre sanado. "Ven al que había sido atormentado del demonio, sentado y vestido en su cabal juicio". ¡Qué contraste con su estado anterior! Tenía el buen deseo de estar siempre con quien le había sanado, y bien que el Señor no se lo permitió en aquel momento, su anhelo recibió, sin duda, satisfacción espiritual. Su misión fue la de testificar de las grandes cosas que Jesús había hecho con él, y precisamente en la región donde no quisieron admitir la obra personal del Salvador (5:17, 19, 20).Quizá la calurosa recepción que el Señor recibió en la misma región más tarde fue el resultado del testimonio del hombre sanado (7:31-37) 

Los gadarenos. La región de Decápolis fue habitada por gentes mezcladas, y esto explica la presencia de hatos de puercos, prohibida en la Tierra Santa. De todas formas ya es un indicio de que preferían la ganancia material a la obediencia de la Ley. Estos hombres ven la evidencia manifiesta de un gran milagro de curación y de una gran victoria sobre el diablo, pero en lugar de pensar en todo el bien que el Salvador podía efectuar a favor de sus enfermos, no piensan más que en la pérdida de los cerdos y ruegan a Jesús que salga de sus términos. Entre Jesús y los cerdos, preferían a estos últimos. ¡Terrible ejemplo de la ceguera del materialismo! A pesar de ello, como hemos visto, el Señor en su misericordia les dejó el testimonio del hombre sanado. 

El Señor. Se manifiesta gloriosamente tanto su amor como su poder. Permitió que los demonios entrasen en los cerdos, porque así se facilitó la curación de un hombre, que podía ver en su destrucción la evidencia de su liberación, pues el Señor no tenia por qué preocuparse de las ilegítimas ganancias de los materialistas de la región. 

Hallamos aquí tres "ruegos" al Señor, dos de os cuales admitió, desechando el tercero. Admitió el ruego de los demonios de que pudiesen entrar en los cerdos (5:12-13); admitió el ruego de los gadarenos de que él mismo saliese de sus términos, porque no fuerza la voluntad de nadie (5:17-18); pero no admitió el ruego que hizo el hombre sanado de estar con él, porque ya pertenecía al Reino y, por lo tanto, estaba a las órdenes del Rey para su servicio. Tuvo algo mejor para el agradecido discípulo en aquella época. ¡Acordémonos de este caso al hacer nuestras peticiones al Señor! 

La mujer sanada (5:25-34)

Las circunstancias. Después de ser rechazado por los gadarenos, Jesús volvió al lado occidental del lago, probablemente a Capernaum. Allí acudió Jairo, uno de los ancianos de la sinagoga, para rogarle que fuese a su casa y sanase a su hija de doce años que estaba muriéndose. Como de costumbre, las multitudes se habían reunido alrededor de Jesús. En el camino a la casa de Jairo ocurre el incidente de la mujer con flujo de sangre, que es como un milagro dentro de otro. El estudiante debe procurar tener presente cómo sería la escena: dejan atrás la playa y las aguas azules del mar de Galilea, para internarse en las estrechas calles de la pequeña ciudad. La gentes, llevadas por su viva curiosidad de ver las grandes obras de Jesús, le aprietan y dificultan el paso, Jairo está al lado del Señor, consumido de impaciencia, creyendo que se pierden los preciosos momentos necesarios para salvar la vida de su hijita. Y entre las multitudes, la pobre mujer enferma, débil físicamente, pero que lucha contra la fuerza de la desesperación para llegar a cerca del Maestro, con la fe ardiente que sabe que si puede tocarle tan sólo el bode (o el fleco) de su vestido será sana.

La mujer enferma. Además de la debilidad física, la mujer sufría las consecuencias de una enfermedad que, según los preceptos de la Ley levítica, le impedía todo trato normal con sus semejantes. Notemos el estado anterior a su curación, pues Marcos subraya: 1) La duración de la enfermedad: desde hacía doce años. 2) El gasto de todo su dinero en esfuerzos para librase de su plaga. 3) La ineficacia de la ayuda de os médicos (5:25-26) El proceso de su curación también se destaca muy claramente: 1) La mujer siente hondamente su necesidad 2) Había oído hablar de Jesús y de las maravillas que hacía (el original griego indica todo eso) 3) Lo que ella oyó produjo tal espíritu de fe que decía para sí: "Si tocare tan solamente su vestido seré salva". 4) Su resolución igualó a su fe y pudo abrirse paso entre la gente hasta llegar cerca de Jesús. 5) No solamente creía que sería sanada si le tocaba, sino que de hecho le tocó. ¡Maravillosa ilustración del alma que por fin hace contacto con el Salvador! 6) Fue curada instantáneamente. 

La confesión de la mujer también es muy digna de notar: 1) Al parecer, su primer deseo fue el de esconderse para no tener que ruborizarse al contar la naturaleza de su enfermedad y la manera de su curación, pero el Señor no quiso que tan precioso ejemplo de fe quedase oculto y sus ojos la buscaron entre la apretada masa de curiosos. Anticipa el Señor la declaración de Pablo: "Porque con el corazón se cree para justicia, mas con la boca se hace confesión para salvación" (Rom.10:10) 2) Al posarse en ella la mirada de Jesús, acudió "temiendo y temblando", sabiendo lo que en sí había sido hecho y, postrándose delante del Señor, "le dijo toda la verdad". ¿Cabe una confesión más perfecta y conmovedora? Se mezclan maravillosamente los elementos de humildad, franqueza en cuanto a su necesidad y su cura, gratitud y rendida adoración. 3) Quizás esperaba un reprensión de parte del Señor por la forma en que había acudido a él, pero recibió el consuelo de sus cariñosas palabras: "Hija, tu fe ha ha hecho salva; entra en la esfera de la paz, y queda sana de tu azote". Las últimas palabras garantizan la permanencia de la curación. 

El Señor Jesús 1) Notemos la calma con la que el Señor cumplía el programa divino. Una niña moribunda esperaba el toque de su mano, y el angustiado padre estaba a su lado, pero había tiempo para atender a la mujer y sacar del incidente todo el perfume de su fe. Para él no había "interrupciones". 2) Su ministerio de sanidad le costaba algo, porque sabía qué virtud sanadora había salido de él. 3) Los discípulos no podrían comprender su pregunta "¿Quién me ha tocado?", pero él distinguía perfectamente entre el roce de los curiosos y el contacto de la fe. Como dijo San Agustín comentando el incidente: "Muchos le apretaban, pero sólo una le tocó". 4) Notemos su deleite al encontrar un ejemplo de fe verdadera, como en el caso del centurión (Lc.7:9): "Mas él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto". Habría podido señalarla en seguida, pero quiso que hermosa confesión saliese espontáneamente de sus labios. 5) Declara que la fe de la mujer hizo posible que la virtud saliese de él. Un coco más tarde veremos que la incredulidad de los nazarenos impidió que hiciese entre ellos sus grandes obras. Completemos a través de estos incidentes la hermosura de Jesús, pues por ellos vemos la "gloria de Dios en la faz de Jesucristo".

El levantamiento de la hija de Jairo (5:2124; 35-43)

El Padre. 1) Tenía fe para confiar en que el contacto de las manos del Señor podría devolver la salud a u su amada hijita, aun cuando ella estuviera moribunda, pero no tuvo la fe del centurión para creer que el Señor podría sanarla sin acudir a la casa (Lc.7:6-9) 2) La posición de Jairo como uno de los príncipes, o ancianos, de la sinagoga, era muy respetable entre los judíos, pero su gran necesidad le hizo postrarse a los pies de Jesús. La aflicción es a menudo la voz de Dios. 3) El mensaje de que su hija ya había muerto fue una dura prueba de fe, pero recibió el auxilio de la cariñosa exhortación del Señor (5:36) 4) Fue testigo, con su mujer y los tres discípulos del círculo íntimo, de una de las mayores obras del ministerio del Señor y vio que el espíritu de su hijita volvió al "tabernáculo" de su cuerpo. 

La hija. 1) Tenía doce años, pues la muerte no hace distinciones de sexo ni de edad. 2) La muerte es el fin de todas las esperanzas humanas y no cupo en su caso otra cosa sino la intervención de Aquel que era "la resurrección y la vida" (Jn.11:25) 3) Su espíritu obedeció el mandato del Señor de los espíritus y volvió a su cuerpo (véase Lc.8:55) 4) Su vida renovada fue real, pues se levantó, anduvo y comió. Así se conoce la nueva vida de los que han nacido de nuevo: se levantan de su estado de muere espiritual; andan en los caminos del Señor y se alimentan de la Palabra de Dios.

El  Señor. 1) Se destaca sobre todo la divina Persona de Jesús como Señor de la vida y de la muerte, 2) Al mismo tiempo trasluce su ternura y su amor para con los padres y la muchacha a través de las cariñosas frases que les dirige (5:26, 41 y 43) 3) Su autoridad se percibe al echar fuera a las plañideras de oficio. 4) Gracia a su presencia se podía pensar en la "muerte" como un "sueño". 

Preguntas:

1. Cítese un texto de esta sección que demuestra muy claramente la sagrada humanidad del Señor y oro que demuestra su omnipotencia.

2 .Cítese oro casa en el que los discípulos dieron muestra de su incomprensión dela Persona del Señor.

3. Detállese tres "ruegos" que se hallan en la narración de la curación de "Legión" y hágase un breve comentario sobre cada uno.

4. ¿Qué posición ocupaba Jairo? Cítese otro incidente en el que intervinieron los príncipes de la sinagoga de Carpenaum. (Búsquese la contestación en Lucas cap.7)

5. Analícese el versículo 5:33, p ara deducir seis elementos en la confesión de la mujer sanada.

E-mail: jbmoredaaller@outlook.com.






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