¿QUÉ ES EL HOMBRE?
Juan Bta. García Serna
Recopilo esta reflexión bíblica, doctrinal, de manera íntegra, entendiendo que hay necesidad de conocer mejor el mensaje de la Biblia respecto a "¿Qué es el hombre?" Aconsejo que cada texto bíblico sea leído con atención, ya que corrobora lo que enseña este artículo de importancia vital a los lectores del blog, tango si son cristianos "nacidos de nuevo", como si no lo son.
D. SAGUAR
Apuntes doctrinales.
"Conócete a ti mismo". Hace sólo unas semanas, la prensa y demás medios informativos mundiales propagaron una noticia triste y desconcertante: tres hombres especialmente preparados para un ambicioso programa espacial, y asistidos por un equipo de científicos y técnicos en astronáutica, perecieron abrasados dentro de su "cápsula espacial", en un simple simulacro de vuelo.
Así es el hombre. A punto de alcanzar la Luna, no puede, en cambio, eliminar el riesgo de un error, de un insignificante accidente que le precipita a la catástrofe. Y así es física, espiritual, intelectual y moralmente. Un ser con ansia de lo infinito, con facultades para un desarrollo científico que parece no tener límites, con poderes mentales y psíquicos asombrosos, pero víctima constante de sus propios errores, sujeto al fracaso, lleno de debilidades, contradictorio; capaz de llegar al embrutecimiento, de ser dominado por las más bajas pasiones. Un ser propenso a toda suerte de desequilibrios emocionales y mentales, de complejas reacciones conscientes a impulsos del recóndito laberinto de su subconsciente.
La frase esculpida en el frontispicio de templo de Delfos de la antigua Grecia: CONÓCETE A TI MISMO, es la invitación a una tarea sin fin, casi un desafío a lo imposible, porque el hombre sigue siendo un enigma para sí mismo.
La Biblia tiene mucho que decirnos acerca del hombre. "¿Qué es el hombre?" En los contextos en que aparece esta pregunta en la Biblia se destaca, en primer término, el lado humillante de nuestra condición humana; pero hay algo más en estos pasajes, sobre todo en el de la epístola a los Hebreos. Porque la respuesta total de la Biblia a esta pregunta no tiene el carácter negativo que algunos enfatizan; como tampoco sostiene la idea ilusoria de que el hombre pueda, por sí mismo, superar la causa de su fracaso. La Biblia no es ni pesimista ni optimista, sino, sencillamente, veraz y objetiva; no pretende satisfacer meramente la curiosidad del hombre respecto así mismo, sino darle un mensaje que es su única esperanza de redención.
Por eso, la Biblia no presenta un análisis, en forma científica, de los elementos que constituyen nuestra naturaleza humana, ni pretende ser tratado de psicología. Hasta emplea una terminología popular: llama "corazón" al centro donde radica nuestra voluntad y emociones (Heb.4:12, Mt.22:37);emplea "alma" unas veces en el sentido de "vida" (Job.12:10), otras veces para señalar la parte espiritual del hombre - a veces distinguiéndola de "espíritu" (1ªTs.5:23; Heb.4:12) y otras como sinónimo de "espíritu" (Jn.12:27 con 13:21). Con todo, es muy clara en su afirmación de que el hombre es mucho más que un animal racional, en el limitado sentido de los materialistas. Es un ser compuesto de una naturaleza física y otra espiritual - alma- espíritu-, relacionándose una parte de su ser inmaterial con el organismo físico en que habita y otra dispuesta para su relación con lo infinito. Pero el total de su naturaleza espiritual- alma y espíritu- es inmortal, capaz de vivir fuera del cuerpo material y destinada a ser revestida de otra envoltura espiritual e inmortal, libre de las limitaciones y tareas de lo físico (1ªCor. 15:42-50; 2ªCor.5:1-5)
Ciertamente, la Biblia no nos da la respuesta a todas nuestras preguntas acerca del hombre, pero, sí hemos de conocernos de forma provechosa, tenemos que remitirnos a los juicios de quien sabe "lo que hay en el corazón del hombre", viéndonos en el espejo de su Palabra. Porque al fin de cuentas, ninguna de las ciencias antropológicas, da una respuesta satisfactoria respecto a nuestro origen, nuestra naturaleza, el porqué de nuestras aspiraciones, la razón de nuestro fracaso, y la certidumbre de nuestro destino.
Creación de Dios. El hombre no es producto de la evolución de las especies (teoría insostenible, por los abismos infranqueables que hay aún entre el hombre y las especies inferiores) ni espiritual ni físicamente, aunque hay una diferencia de matiz en cuanto a la forma en que se realizó el acto creador de la parte material y de la espiritual: "Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida" (Gén.2:7). Pero si el primer caso, Dios toma "materia ya existente" y la da forma ((Job.10:9), no deja por eso de ser tan acto creador inmediato de Dios como el "alentar", el hálito de vida. Ni la teoría más reciente y moderada de mutación, mediante grandes y repentinos cambios de los organismos vivientes, encaja en este acto de tomar materia inerte y dar origen inmediato a un "ser viviente", al más perfecto, distinto de todos.
Imagen de Dios. El Dios trino determinó: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza" (Gén.1:26-27) y así lo hizo. Teniendo en cuenta que Dios es Espíritu (Jn.4:24), es en la naturaleza espiritual del hombre donde hemos de buscar la "imagen de Dios". Pero aun en lo físico, no podemos concebir que Dios pusiera su imagen en una criatura inferior al hombre erguido, de rostro inteligente, de gran capacidad craneana, al que nosotros conocemos. Si hay familias humanas que presentan merma en estas características humanas - más en el desarrollo que en la posesión de facultades- hemos de pensar en degeneración o retroceso y no en estancamiento del "proceso evolutivo" o en un "estado primitivo".
En cuanto a la "imagen espiritual" podemos expresarla en los términos que definen la personalidad: individualidad, inteligencia (o razón), conciencia, emociones, voluntad y autodeterminación. Por no entraren más matices, el hombre fue creado un ser moral, libre, justo e inmortal.
Y tras estas consideraciones, nos ceñimos a lo que denominamos "imagen moral", por ser este aspecto de nuestra semejanza con Dios sobre el que se centra la atención de la Biblia. Bien entendido que la exhortación de Dios: "Sed vosotros perfectos" (Mt.5:48) lleva implícita la obra de redención realizada por Cristo.. Sólo mirando a lo que el hombre regenerado es "en potencia" y a la perfección humana efectiva de Cristo, podemos ver la realidad de la "imagen moral". En Cristo la imagen es perfecta por la fusión de las dos naturales, divina y humana "habita la plenitud de la Divinidad" (Col.1:15 y 2:9). El "conoce", con conocimiento exclusivo, al Padre (Mt.11:27) y revela Su carácter. Así, la santidad, justicia, misericordia, bondad y amor de Dios, encuentran expresión humana en Jesús.
Las "nuevas criaturas, creadas en Cristo Jesús, para buenas obras" (Ef.2:10), también reflejan la "imagen moral" de Dios, ya que han sido "creadas según Dios en la justicia y santidad de la verdad" (Ef.4:24).Son hechos participantes de "la mente de Cristo" (1ª Cor.2:16) y en ellos opera este principio del conocimiento espiritual, en el cual el "nuevo hombre" se renueva conformándose a "la imagen del que lo lo creó" (Col.3:10)
Pero la naturaleza moral es también atributo del hombre natural (no regenerado), si bien afectada - y a veces destruida- por el pecado. Entendemos por "naturaleza moral" el hecho de que el hombre está dotado de la facultad del conocimiento del bien y del mal- tiene una conciencia moral (Rom.2:14-15)- y además, voluntad, capacidad de determinación. Todo esto hace de él un ser responsable de sus actos.
No podemos dejar de notar otro aspecto de la "imagen de Dios" en el hombre, y ése es el dominio sobre los órdenes inferiores de la creación, que le fue dado por Dios (Gén.1:28). Las conquistas de la ciencia no son si no la consecuencia de este "poder". Sin embargo, como quedó apuntado antes, el hombre está muy lejos de ser el "rey de la creación" que debiera de ser. Pero la Biblia señala hacia el hombre Jesús, quien no solamente triunfa o obtiene el dominio final sobre el Universo, sino también, mediante su humillación y muerte, lleva consigo a la gloria a muchos hombres, colocándoles por encima de los ángeles, elevándoles a la posición de hijos de Dios (Heb.2:5-18)
Los "dioses" humillados.
Cuando Satanás sugirió a Eva que podían ser como "dioses", ella no lo encontró disparatado, se veía tan por encima de las demás criaturas. Desde entonces, los hombres siempre han pretendido ser un poco "dioses", con la consecuente degeneración espiritual y moral, resultado de su "independencia" de Dios (Rom.1:21-23). El tema del pecado es tan importante y extenso que bien merece un estudio aparte. Pero dejaremos esbozadas aquí algunas verdades fundamentales relativas a la naturaleza pecaminosa de hombre.
Dios le creó justo y con una inclinación natural a la rectitud, a la santidad Ecl.7:29), como correspondía a una criatura hecha a Su imagen. Pero la inclinación natural del hombre actual es precisamente la contraria (Rom.3:9.12)
Este estado de pecado recibe el calificativo de "depravación total" en la teología cristiana, pero tenemos que ir con cuidado al señalar el alcance de expresión tan terminante. En primer lugar, hemos de indicar que el hombre pecador no está desprovisto de conciencia (Rom.2:15), ni carece totalmente de cualidades morales, ni todos los hombres han llegado al último extremo de pecado (1ªTm.8-11 y 2ª Tm.3:13). En segundo lugar, de una forma positiva, tenemos que afirmar que el pecado ha penetrado detal forma en la naturaleza humana que cada acto del hombre no regenerado lleva el sello ineludible del pecado, aunque sea socialmente aceptable y aun bueno, desde el punto de vista humano. Porque nace en pecado (Sal.51:5), posee un corazón pervertido (Jer.17:9), una conciencia impura (Tito 1:15), y una mente - y consecuentemente, una voluntad opuesta a Dios (Rom.8:7). Todo hombre es capaz de todo mal, aun cuando no se manifieste en toda su fealdad por los frenos de las normas sociales, la buena crianza, etc.
Es a este ser caído, incapaz de levantarse, al que que se dirige el mensaje salvador del arrepentimiento de "obras muertas" y fe en Cristo Jesús, que es la aceptación de Su Persona y Su Obra. Así oda la gloria de su exaltación corresponde únicamente a Dios.
(Ref. "Edificación Cristiana" *1967)
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