LA INFLUENCIA CRISTIANA

Juan Bta. Garcia Serna

Una recopilación, aunque resumida, de un artículo escrito por Antonio Salgado, y que fue publicado en 1956. Quiero destacar lo que considero esencial en la siguiente reflexión. Y creo que será de gran ayuda al cristiano que desea servir al Señor con su vida de ejemplo.  

La influencia cristiana

El hombre, a través de la historia, ha sentido interés por coronar a los hombres que han ejercido una influencia en bien de la humanidad tratando de inmortalizarlos y hacerlos verdaderas lumbreras para ejemplo de sus sucesores.

Con frecuencia hemos podido ver con nuestros propios ojos monumentos erigidos a la memoria de estos grandes hombres.

En el día 12 de noviembre de 1889, cuando la ciudad de Washington entraba a tomar el cuadragésimo segundo Estado de América, en honor a Jorge Washington, primer presidente y héroe de la independencia de los Estados Unidos de América.

Fue el día 12 de febrero de 1914 cuando se inició la construcción de un monumento a la memoria del libertador de la esclavitud Abraham Lincoln, y fue inaugurado en el año 1922.

También en el año 1885 se compraron 12.600 áreas de tierra en el corazón del África para levantar el Instituto Zion Wesley en honor a David Livingstone, el explorador que se internó en aquellas tierras salvajes para llevar el Evangelio a los negros.

En cualquier país o nación donde vayamos, encontraremos monumentos que se alzarán para recordar a los hombres que consagraron su influencia en bien de su país o de las naciones.

Pero hablando en términos generales, todos los hombres ejercemos “una clase de influencia” por nuestra forma de pensar, hablar, vivir y accionar. Algunas merecen la consideración y admiración de todos, mientras que otras deberían ser cortadas por sus desastrosas consecuencias. Nosotros estamos viviendo en una de ellas. ¿Cuál es la nuestra? Pocas veces habremos pensado en la clase de influencia que estamos ejerciendo en medio de la comunidad en donde vivimos y despreocupamos la conservación de sus bases, las cuales pueden ser carcomidas y arruinadas por completo.

Uno de los peores males que está atravesando el cristianismo, hoy en día es el de haber muchos cristianos y ser muy pocos de Cristo y aun estos pocos vivimos indiferentes y nos olvidamos de proteger las bases de nuestra influencia con el poder de Dios.

Lo central de la influencia cristiana: CRISTO.

a)  Ser de Cristo. En Gálatas 2:20, el apóstol Pablo expresó claramente el secreto de la primera base de la influencia cristiana: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo no ya yo, sino Cristo en mí”. Si los que somos seguidores del Señor lográramos apropiarnos estas palabras y obrando a conciencia convirtiéramos nuestro “Yo” en “Cristo” y de Cristo hiciésemos nuestro “Yo” constante, habríamos dado un paso de importancia suma. Pero es necesario que haya pruebas que manifiesten esta transformación operada en vosotros. “Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a si mismo por mí”; éste debiera y tiene que ser el sentir del cristianismo actual. ¡Ay de aquellos que confiados en la eternidad de su salvación están lejos de ejercitar su influencia cristiana!

El que tal hace no ha comprendido al apóstol Pablo. Él se había crucificado en la misma persona de Cristo a fin, no de vivir mas en conformidad con sus paciones carnales, sino de hacer de Cristo el centro vital de su vida y vivir de acuerdo a su voluntad. Romanos 6:6 nos dice que “nuestro viejo hombre fue juntamente crucificado con Él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que no sirvamos más al pecado”. Es evidente que Dios nos habla con claridad a través de su Palabra. Si somos de Él de despojarnos de nuestro viejo hombre; en otras palabras, crucificarlo juntamente con Cristo, quitar nuestros viejos deseos para dar lugar al nuevo hombre con sus cualidades.

b) Vivir para Cristo. Así como la cabeza no puede separarse del cuerpo, tampoco se puede ser de Cristo sin vivir para Él. La Biblia nos dice, en Filipenses 1:21, que “el vivir del cristiano ha de ser Cristo”. Esta es la segunda base de la influencia cristiana. La de unificar nuestra vida con la de Cristo para lograr cualidades parecidas a las de Él. En Romanos 14:8 nos dice: “Si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos; así que, o que vivamos o que muramos del Señor somos”.

c) Obedecer a Cristo. Jesús dijo: “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, más el que hiciere la voluntad de mi Padre”. En Él tenemos un ejemplo, quien jamás traspasó los mandamientos del Padre, sino que procuró en todo momento unificar su voluntad con la de Dios. Los cristianos debemos regirnos por obediencia absoluta a Él a fin de que pueda obrar ampliamente en nosotros y se manifieste por medio de nuestra persona al mundo. El apóstol Pedro hallándose delante del concilio que le acusaba, dijo: “Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Diferentes tipos de influencia:

Influencia personal. ¿Cuáles fueron las causas que persuadieron al carcelero de Filipos a abrazar la fe de la palabra de Pablo y Silas?  Analicemos: a) Era un hombre que no tenía interés por las doctrinas de Pablo, estaba durmiendo (Hch.16:27) b) El milagro no le persuadió a convertirse: quería matarse (v.27). Sin embargo, antes de que Pablo le anunciara el Evangelio él decidió por Cristo. ¿Cuáles fueron entonces las causas que motivaron la decisión del carcelero? Sin duda debió ser el ejemplo de ellos que le persuadió a dar el paso decisivo. En cierta ocasión, una mujer pobre de la India que era convertida al Señor, dijo: “Yo no tengo dinero para dar a las misiones, pero puedo hablar a mi vecino del Salvador. ¿Podría un volumen hablarnos con más claridad que las humildes palabras de esta mujer? Si cada uno de los hijos de Dios sintiéramos una directa responsabilidad de persuadir a las almas a allegarse a Cristo por nuestra forma de vivir y de hablar, es muy posible que el mundo se hallaría en mejores condiciones.

Influencia colectiva. Pablo lleno de gozo por la conducta y moral de los de Tesalónica, les escribió: “Porque de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y en Acaya, más aún en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que no tenemos necesidad de hablar nada”. Estos son los resultados de una vida recta. El evangelio ha de ser vivido en nuestra vida diaria a fin de ser ejemplos a otros.

Un ministro en cierta ocasión dio una serie de conferencias basadas sobre la infidelidad. Al cabo de cierto tiempo se alegró al saber que un joven estaba ansioso de unirse a la congregación. “¿Cuál de mis argumentos le persuadió más?”, le preguntó el ministro. “Ninguno de ellos – fue la inesperada respuesta del joven – Me persuadió la expresión y los modales de una viejecita ciega que se sienta en estos primeros bancos. Un día que ella iba sola, la quise acompañar por el brazo, cuando poniéndome su mano sobre mi hombro, me pregunto: “¿Ama Ud. a mi bendito Salvador? Su expresión de profundo convencimiento y su tono triunfante me persuadió como nunca antes a creer que El que puede dar una ayuda y gozo tan inmenso, ha de ser verdaderamente un bendito Salvador”. La influencia personal del cristiano es uno de los factores más importantes para la evangelización de las alamas. Consagrad vuestras vidas en estrecha comunión con Dios, y veréis que las almas por sí solas acuden a Cristo.         

El valor de la influencia cristiana. La Biblia llama la vida recta del hombre cristiano “luz” y ésta es la naturaleza de la luz que fluye espontáneamente en todas direcciones y llena al mundo con sus rayos. El cristiano debiera tener las mismas propiedades que la luz, la cual no únicamente alumbra, sino que despide calor y da vida. Muchas vidas debieran ser encarnadas del Evangelio, epístolas de vida, verdad y amor. Cada cristiano es embajador a aquellos que no le conocen. 

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