UN DESPERTAR ESPIRITUAL

Juan Bta. García Serna

Los avivamientos son experiencias necesarias para la marcha de la iglesia en cualquier lugar del mundo, tal y como ha tenido lugar en diferentes lugares a través de la historia del cristianismo. Este tipo de avivamiento o renovación espiritual suele darse en individuos y también en su conjunto eclesial. No obstante, un avivamiento o despertamiento espiritual no viene de inactividad alguna, sino de una búsqueda sincera de la presencia de Dios. Así reza el texto bíblico que conviene reflexionar. 2º Crónicas 7:14. “Si se humillaré mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. De nada serviría un saber lo que expresa este texto sagrado, si no actúa uno en consecuencia, o sea, llevarlo a la práctica, aunque también es verdad que, en cualquier avivamiento habido, de manera prioritaria fue plan divino. 

“Si se humillaré mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado”. Cuando se le preguntó a San Agustín cuál era la primera virtud cristiana, él respondió: “Humildad”. ¿Será posible un avivamiento si no hay una renuncia al “ego” humano? Jesús fue enfático: “niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mr.8:34). “Y a la honra precede la humildad” (Prov.15:33). “Jehová exalta a los humildes” (Sal.147:6), Jesús debe ser nuestro ejemplo a imitar: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt.11:29): Si ha de producirse un avivamiento éste empezará con las palabras del profeta Jeremías: “mi corazón está quebrantado dentro de mí” (Jer.23:9). “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Sal.51:17) ¡Ciertamente el orgullo, y el excesivo activismo ministerial ha sido y será un gran obstáculo para un “despertar” espiritual! 

“Y oraren, y buscaren mi rostro”. ¿Será posible experimentar un avivamiento genuino sin una entrega a la vida de oración, en sincera búsqueda de Dios? “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos, y fueron todos llenos del Espíritu Santo” (Hch.2:1 y 4). “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hch.4:31). Mientras haya una vida de oración escasa a nivel personal y de congregación, el avivamiento se retardará, que, aunque Dios lo llevará a cabo cuándo y cómo Él quiera, no olvidamos los requisitos bíblicos que según Dios atañen a nuestro cumplimiento.

“Y se convirtieren de sus malos caminos”. ¿Qué leemos en el libro de Proverbios 3:6? “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. ¿Y el salmista David? “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará” (Sal.37:5). ¿Cuáles son nuestros caminos, aunque seamos cristianos? “Enséñame, oh Jehová, tu camino, caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre” (Sal.86:11). ¡Ésta ha de ser nuestra actitud! “¿No ve él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?” (Job.31:4) ¿Qué dijo el sabio Salomón? “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Prov.28:13) Cada cristiano tiene que plantearse si está su vida en condiciones para que la presencia del Altísimo se manifieste. 

“Entonces yo oiré desde los cielos”. ¿Oirá Dios al piadoso? “Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare” (Sal.4:3). Cada cristiano no solamente tiene la ayuda del Espíritu Santo al orar a Dios (Ro.8:26), sino que, el mismo Cristo Jesús “intercede por ellos” (Heb.7:25). ¿Habrá una experiencia tan grande como la de que Dios oiga la oración, “desde los cielos”? La fe se fortalece cuando la oración es oída y contestada, siempre que se ora dentro de la voluntad divina (1ª Juan 5:14 y 15)

“Y perdonaré sus pecados”. Cualquier tipo de pecado será un obstáculo a la comunión con Dios, “y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Is.59:2), por ello, “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1ª Juan 1:9) ¿Podemos decirnos a nosotros mismos que vivimos exentos de pecado? “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1ª Juan 1:8) Hemos sido santificados en Cristo Jesús en lo referente a la salvación, pero ahora necesitamos continuidad en la santificación: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" (Jn,17:17)    

“Y sanaré su tierra”. Tal sanidad tiene referencia a los beneficios otorgados por Dios, por medio de los elementos de la naturaleza.  Moisés dijo al rey Faraón que Dios tiene el absoluto control sobre las plagas en los elementos de la naturaleza: “Extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra” (Éx.9:29) “Vuestra tierra no dará su fruto, y los árboles de la tierra no darán fruto” (Lv.26:20) “Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. Y llamé la sequía sobre la tierra, y sobre de los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos” (Hg1:10-11) Hay además, otro tipo de sanidad y liberación que se produce en un avivamiento: "Y se le dio el libro del profeta Isaías; y abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu de Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor" (Lc.4:17-19) 

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