LA CENA DEL SEÑOR ¿SACRAMENTO O CONMEMORACIÓN?

Pedro PUIGVERT

“Edificación Cristiana”- 1993

PARTE PRIMERA

LA CENA DEL SEÑOR COMO SACRAMENTO

El término sacramento procede del latín sacramentum y en sí mismo es un vocablo insubstancial, es decir, no tiene el sentido actual de algo oculto o ritual. Era la palabra que se usaba en el juramento que el soldado romano hacía al Emperador. De ahí que llegó a simbolizar cualquier obligación sagrada que el hombre contraía. Entendido bajo este significado, la Cena del Señor indicaría la observancia de una ordenanza en la cual el creyente se consagra con devoción y amor a su Señor. Desde este punto de vista no habría inconveniente alguno en aceptar el término como más allá del puro sentido semántico. Examinaremos las tres posturas tradicionales:

EL SACRAMENTO EN EL CATOLICISMO

La noción general de sacramento en el catolicismo es la de un signo externo que confiere eficazmente la gracia que significa, siendo un instrumento de santificación instituido por Cristo para ser usado de manera permanente. El Concilio de Trento declaró lo siguiente en relación con la Eucaristía: “Por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación” (Denzinger 1642)

El catolicismo recientemente publicado dice citando el documento “Unitatis redintegratio”: Las comunidades eclesiales nacidas de la Reforma, separadas de la Iglesia católica, “sobre todo por el defecto del Sacramento del Orden, no han conservado la substancia genuina e íntegra del ministerio eucarístico”. Por esto, la intercomunicación eucarística con estas comunidades no s posible paran la Iglesia católica. Sin embargo, estas comunidades eclesiales “al conmemorar en la Santa Cena la muerte y la resurrección de Cristo se significa la vida, y esperan su venida gloriosa”. Por la claridad de estas palabras huelga todo comentario y disipa dudas respecto a la tentación ecuménica. Por otro lado, valdría la pena recordarlo en nuestros cultos de Cena del Señor por si asiste algún católico: en calidad de tal su iglesia le prohíbe tomar del pan y el vino, independientemente de las limitaciones que señalemos nosotros.

EL SACARMENTO EN EL LUTERANISMO

Los reformadores rechazaron las doctrinas católicas del “sacrificio incruento” y de la “transubstanciación” en la Cena del Señor. Pero a partir de ahí definieron en cuanto a señalar el significado positivo a partir de la interpretación de los distintos textos bíblicos. Si bien Lutero rechazó la doctrina de la transubstanciación, la sustituyó por la doctrina de la consubstanciación. Según Lutero, el pan y el vino siguen siendo pan y vino en la Cena del Señor, pero en ésta hay una presencia real misteriosa y milagrosa de la persona completa de Cristo, cuerpo y sangre “en, bajo y con” los elementos. El luteranismo sostiene la presencia local del cuerpo y la sangre físicos de Cristo en el sacramento. Ahora bien, esta presencia local no significa que la naturaleza humana de Cristo esté igualmente en el cielo. Sobre la base de Heb.10:12, infieren que como Dios está en todas partes, el cuerpo de Cristo está también en todas partes, incluidos el pan y el vino en la Cena del Señor. Esto es negar que Cristo está en los cielos con una naturaleza humana glorificada. Sólo es posible admitir esta doctrina si previamente se admite nel monofisismo, es decir, que Cristo tiene una sola naturaleza y ésta es divina.

EL SACRAMENTO EN EL CALVINISMO

Calvino rechazó la doctrina de la presencia de Cristo en el pan y el vino y expuso la doctrina de la presencia espiritual en la Cena del Señor por medio del Espíritu Santo. Para Calvino el sacramento se relaciona, tanto con la obra pasada de Cristo, como también con la obra actual y espiritual del Señor que está vivo en gloria. Cree que Cristo, aunque no esté presente en la Cena de manera corporal y local, sin embargo, está presente y se disfruta de él en su entera persona, es decir, del cuerpo y de la sangre. Para Hodge, “las virtudes y los efectos del sacrificio del cuerpo del Redentor en la cruz se nos hacen presentes y llegan verdaderamente hasta nosotros, en el sacramento por el poder del Espíritu Santo, el cual usa el sacramento como su instrumento de acuerdo con su soberana voluntad”.

Por último, veamos dos documentos importantes de las iglesias reformadas. El catecismo de Heidelberg dice en el domingo 29: “Cristo no habla así sin una razón poderosa, y no solamente paran enseñarnos que, así como el pan y el vino sustenta la vida corporal, su cuerpo crucificado y su sangre derramada son la verdadera comida y bebida, que alimentan nuestras almas para la vida eterna, más aún, para asegurarnos por estas señales y sellos visibles, que por obra del Espíritu Santo somos participantes de su cuerpo y sangren tan cierto como que tomamos estos sagrados símbolos en su memoria y por la boca del cuerpo; y también que su pasión y obediencia son tan ciertamente nuestras como si nosotros mismos en nuestras personas hubiéramos sufrido la pena y satisfecho a Dios por nuestros pecados”.

En cuanto a la Confesión de fe de las iglesias reformadas de los Países Bajos (Confesión Belga) leemos lo siguiente en el artículo 35: “Mientras tanto, no erramos cuando decimos, que lo que por nosotros es comido y bebido, es el propio cuerpo y la propia sangre de Cristo, pero la manera en que los tenemos, no es la boca, sino el espíritu por la fe. Así pues, Jesucristo permanece siempre sentado a la diestra de Dios, su Padre, en los cielos y, sin embargo, no por eso deja de hacernos partícipes de él por la fe. Esta comida es una mesa espiritual, en la cual Cristo mismo se nos comunica con todos sus bienes, y en ella nos da a gustar tanto a sí mismo, como los méritos de su muerte y pasión; alimentando, fortaleciendo y consolando nuestra pobre alma por la comida de su carne, refrigerándola y regocijándola por la bebida de su sangre”.

Una vez expuestas las tres interpretaciones sobre el concepto sacramental de la Cena del Señor, contemplemos la otra cara de la moneda.

LA CENA DEL SEÑOR COMO CONMEMORACIÓN

Ésta es la parte de la pregunta del subtítulo que nos queda por expresar. Con este nombre es conocida históricamente la postura sobre la Cena del Señor que tenía Zuinglio a tenor de sus palabras: “La Cena del Señor tiene valor conmemorativo para estimular la fe y el amor de los creyentes. El pan y el vino son símbolos sagrados del cuerpo y la sangre de Cristo”. Y la Confesión de fe de Zürich, redactada balo la influencia de Zuinglio afirma que “Cenar (tomar la cena) es creer (en Dios) y creer es Cenar”. Como se puede observar, el valor es solamente conmemorativo con el objetivo de estimular la fe. El pan y el vino son solamente símbolos. Este punto de vista fue seguido por los anabaptistas y otros movimientos después de la Reforma. En la actualidad es la interpretación de las Asambleas de Hermanos y otras iglesias.

Sin embargo, con el correr del tiempo pare que Zuinglio cambio su posición. Hay que tener en cuenta que quiso formular una doctrina que huyera por completo de la transubstanciación del catolicismo y de todo misticismo. Su suceso Bullinger, llegó a un acuerdo total con Calvino sobre este asunto. Y la Segunda Confesión Helvética, de la que Bullinger es uno de  sus principales autores dice: Mediante el sacro acto quiere el Señor que el sublime beneficio que él ha realizado para la humanidad permanezca en perpetuo recuerdo, es decir, que renovada memoria de que él en virtud de su cuerpo entregado y su sangre derramada ha perdonado todos nuestros pecados y rescatado de la muerte y el poder del diablo: Y ahora nos da su carne como alimento y su sangre como bebida, carne y sangre que nos alimentan para vida eterna, si lo recibimos con fe de manea espiritual. El Señor renueva este gran beneficio tantas veces como se celebra la Cena. Mediante esta sacra cena que da sellado el hecho de que el cuerpo del Señor ha sido verdaderamente entregado por nosotros y su sangre derramada por nosotros para perdón de nuestros pecados, a fin de que nuestra fe no vacile. En esta Confesión apareen nuevos conceptos, como, por ejemplo: “alimento para vida eterna y sello de la obra de Cristo”

ES UNA CONMEMORACIÓN ORDENADA POR CRISTO

“Haced esto en memoria de mí” (Lc.22:19, 1Cor.11:24). El término “memoria” (anámenesis en griego) significa recuerdo o conmemoración. Algunos dicen que la Cena del Señor es un “memorial” (mnemósynon en griego) pero no es lo mismo “memoria” que “memorial”. Además, el nombre “mnemósynon” expresa el concepto de algo externo sacralizado que obra en virtud del mismo rito y posee un sentido sacrificial. “Haced” es un imperativo presente que indica repetición. Es como si Jesús hubiera dicho “continuad haciendo esto para mi recuerdo y no tanto “en recuerdo de”, porque anámnesis es recuerdo en tanto que vivencia subjetiva del creyente y menemósynon es signo objetivo que sirve de recordatorio. Hechos 2:42 muestra la regularidad de la práctica de la Santa Cena: perseveraban. Sin embargo, no se indica con qué frecuencia la practicaban. Es posible que la iglesia de Jerusalén celebrara la Sena del Señor cada día (v.46) “partiendo de casa en casa el pan”, lo que sugiere un acto por hogar por lo menos. Más adelante, en plena expansión misionera, parece que la frecuencia se había limitado al primer día de la semana (Hch.20:7)

ES UNA CONMEMORACIÓN VISIBLE

Con el empleo del término “visible” quiero decir que no se trata solamente de recordar con el pensamiento, sino que también recibimos ayuda a través de los sentidos; la vista, el tacto y el gusto. Dios, a lo largo de la historia ha dejado una serie de signos externos para ayudar nuestra comprensión espiritual. El arco iris recuerda que el mundo no será juzgado más con un diluvio, la cena de la Pascua recordaba la salvación de Israel y el habitar bajo enramadas durante su vida de peregrinación por el desierto. Así el pan, simboliza el cuerpo de Cristo roto por nosotros y el vino su sangre derramada. Evidentemente, en las palabras de la institución cuerpo y sangre son términos metafóricos. El sacra -mentalismo de la Iglesia de Roma que convierte este acto en un rito mágico, pretende que la sustancia del pan y el vino se convierte en la sustancia del cuerpo y la sangre de Cristo. Ahora bien, el pan y el vino son símbolos, pero cuidado, que a veces por afán de mostrar sencillez, por rutina o por no ser confundidos con el catolicismo e incluso con otras interpretaciones dentro del protestantismo, no atribuimos ningún valor espiritual a la Cena del Señor aparte del simple recordatorio.

ES UNA CONMEMORACIÓN ESPIRITUAL

a) La Cena del Señor comparta una serie de bendiciones espirituales. ¿No es acaso un medio de recibir gracia? Está claro que no es el único medio, puesto que la predicación de la Palabra y la oración lo son igualmente Todos ellos tienen el objetivo de fortalecer al creyente en su vida espiritual. Kevan lo explica de las siguiente mañanera: “La Cena del Señor es un medio especial de obtener gracia, pero no un medio para obtener una gracia especial”.

b) La Cenal del Señor lleva el pensamiento al día en que Cristo fue entregado (1Cor.11:23) como recordatorio del fundamento histórico de nuestra fe. Es interesante descubrir que la palabra entregado (paredídoto en griego) es la misma que ha sido traducida enseñado (parédoka, 1Cor.11:23) y que en 2Ts.2:15 son las entregas o enseñanzas apostólicas, una referencia a la tradición apostólica, tanto verbal como escrita. Mientras en 1Coir.11:23 se refiere a Judas que entregó a Jesús, en Gál.2:20 donde vuelve a aparecer el mismo término, es para referirse a su propia entrega. Son los dos aspectos- Dios por un lado y el hombre por el otro- que tantas veces aparecen en la Biblia. Cristo fue entrado porque voluntariamente había asumido entregarse para llevar a nuestra salvación.

c) La Cena del Señor es un recordatorio del Cristo vivo, cuya presencia espiritual en el acto es una realidad. No olvidemos que la Iglesia escogió el día de la resurrección de Cristo para celebrarla y no el de su muerte. Por eso dice “en memoria de mí”, de su persona, no tanto de los acontecimientos. Es cierto que la Cena del Señor es también anuncio de su muerte, pero a los de afuera, los de dentro hacen memoria de él. El modo de explicar eso de la presencia espiritual de Calvino o de Hodge en el sentido de que “el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes sólo en forma virtual”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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