SÓLO PARA ESPOSAS

Sally Isáis

Revista: “NOSOTRAS” 2007

16 Consejos de mi madre.

1) Recuerda que el amor en el matrimonio, más que un sentimiento, es una decisión. En aquellos momentos cuando no te sientas tan enamorada de tu cónyuge, actúa como si lo sintieres, porque al decir que sí ante el altar, prometías amarlo para siempre, a pesar de todo. 2) Mantén limpia y ordenada tu casa.   Para que tu esposo sienta que vive en un lugar de orden y tranquilidad y le dé gusto llegar. Por lo menos la sala debe estar siempre presentable. 3) Nunca permitas que haya silencio entre los dos. Si no quieres hablarle, oblígate a hacerlo, pero con un tema totalmente distinto para que ambos piensen en algo agradable. La razón es que, si dejas de hablarle por un tiempo, será más fácil seguir ese silencio por un periodo más largo y cada vez será más difícil volver a entablar la comunicación.

4) Sé respetuosa en la forma en que te diriges a tu esposo, ya que así pones la pauta para que él te trate con respecto. Evita los gritos, insultos y malas palabras. Recuerda que la Biblia enseña: “La blanda respuesta quita la ira” (Proverbios 15:1). Respétale y exige respeto hacia ti. 5) Cuando estés muy enojada o sentida con tu esposo, haz algo especial por él. Verás que poco a poco calmarás tus sentimientos y te llenarás de amor y ternura. 6) No pienses que, porque estás casada, ya nunca vas a sentirte atraída a otro (s) hombre (s). Si eso ocurre, HUYE. Si él trabaja contigo, renuncia o pide tu cambio. Pídele a Dios que te ayude a serle fiel a tu esposo tanto en pensamiento como en acción, y a no caer en la tentación. Tu matrimonio tiene que durar oda la vida. ¡No lo eches a perder!

7) Procura con todo lo que esté de tu parte, vivir en paz con la familia de tu esposo. No critiques a sus padres y trata de visitarlos siempre con gusto y amabilidad. Perdónalos si dicen algo que te duele o e ofende.  8) Supérate. No dejes de leer buena literatura y tratar de aprender algo nuevo cada día. Cultiva tu mente y tu espíritu, aún en medio de días ocupadísimos con tus quehaceres. Existen muchas parejas en las que el hombre se supera, pero la mujer se queda al margen. Eso puede hacer que, con el tiempo, tu esposo y tú ya no tengáis nada en común que común. Sus intereses son muy distintos y tú ya no entiendes de lo que él habla. ¡Ten mucho cuidado de que eso no te sucede!

 9) Apoya a tu esposo para que él se supere. No seas egoísta pidiendo siempre para ti. Recuerda que su éxito es también el tuyo; tú lo puedes hundir o ayudarle a superarse. Dice un dicho que hasta cierto punto tiene mucho de verdad: “Detrás de cada gran hombre hay una mujer”. Piensa en un hombre al que admiras u fíjate en la esposa. Lo más probable es que ella lo apoye de una manera extraordinaria, como “ayuda idónea”. 10) ¿Te sientes sola? Nunca pongas sobre tu cónyuge la carga de quitarte la soledad. Eso sólo lo puede hacer Dios. A veces, aunque estamos rodeados de gente (esposo, hijos, padres, amigos), nos sentimos solas y queremos que nuestro esposo nos quite ese sentimiento. O quizás le echemos la culpa de nuestra soledad. Dios es quien puede auxiliar en esos momentos. Acude a él y él lo hará Prometió Jesús en Mateo 28:20: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

11) Nunca te vayas a dormir enojada con tu esposo. La Biblia nos recomienda: “Que no se ponga el sol sobre tu enojo” (Efesios 4:26) Antes de dormirte haz las paces con tu pareja. No lo castigues yéndote a otra cama. Aunque creas que él tuvo la culpa, guárdate tu orgullo y pídele que arreglen la situación. Recuerda que se necesitan dos para una pelea. Los dos deben de pedirse perdón, pero alguien tiene que dar el primer paso. ¡Que seas tú! 12) Perdona. Que no llegue el día en que digas: Ya me cansé de perdonarlo. Con la ayuda de Dios, siempre hay esperanza. Busca ayuda y perdona. Recuerda que perdonar implica no estárselo recordando.

13) Arréglate. No pienses que, porque ya conquistaste a tu esposo una vez, no necesitas presentarte atractiva ante él; que, al llegar a casa, vea a una mujer limpia, sonriente, bien arreglada dentro de las posibilidades. Recíbele con una sonrisa y pregúntale acerca de cómo le fue a él, después le puedes contar tus cosas con más calma. 14) Ríete. El buen humor es un ingrediente esencial en un matrimonio sano. Podrás aliviar muchas situaciones tensas y quizá ser un catalizador para solucionar el problema. Médicamente está comprobado que la risa sirve para relajar el cuerpo y llevar más sangre al celebro, lo cual te ayuda a pensar con más claridad.

15) Ten un espíritu de servicio. Recuerda que cuando te casaste, lo hiciste para hacer feliz a tu pareja en primer lugar. Como consecuencia de eso, él te debe hacer feliz a ti. Si mantienes un espíritu servicial, verás que tu relación será más suave. Jesús dijo que el que deseaba ser el mayor, debía ser el menor y nos puso el ejemplo al servir él a sus discípulos hasta el grado de lavar sus pies. No es cuestión de quién es mayor o menor, sino de servirnos unos a otros. 16) Ora diariamente por tu matrimonio y por la relación con tu esposo. Pídele a Dios que te ayude a ser una “mujer virtuosa” como la que se describe en Proverbios 31 en la Biblia, y que lo apoye a él para que sea el líder que tu hogar necesita. Son consejos prácticos que sí funcionan. ¡Haz la prueba!

 

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