LA SOBERANÍA DE DIOS EN LA EXTENSIÓN DEL EVANGELIO (1ª PARTE)

Eric BERMEJO

Revista: “Edificación Cristiana”. Año 1973

Lectura Hechos 17-24/31

He escogido esta lectura porque es uno de los pasajes del N.T. que más resalta esta importante cuestión de la soberanía de Dios. Y, además, está enclavado en un libro, el libro de los Hechos, que tiene mucho que decirnos en cuanto a la extensión de loa Obra del Señor en los primeros tiempos.

Repetidamente a través de este libro, encontramos versículos que nos hablan del crecimiento de la Obra y su avance en distintos frentes y contra diversos obstáculos. Y estos mismos versículos, forman las divisiones naturales del libro de Hechos. Al encontrar entonces esta tremenda declaración de la soberanía de Dios en medio de una de estas secciones que hablan del avance de la Obra, deducimos que precisamente una de las razones principales porqué el Evangelio del Señor triunfó en aquellos tiempos contra todo viento y marea, fue a consecuencia de esto: que Dios es soberano.

LAS DIVISIONES DEL LIBRO

El primer versículo que habla del crecimiento de la Obra se encuentra en el capítulo 6:7, “y crecía la Palabra del Señor y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén, también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”. Así termina la primera sección. Entonces comienza la segunda que a su vez termina en el 9:31 con una frase similar; “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria y eran edificadas andando en el temor del Señor y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo”. Después en el 12/24 hay una frase muy corta que comunica la misma idea: “pero la Palabra del Señor crecía y se multiplicaba”. Otra vez, al final de la cuarta sección en el 16/15, encontramos lo mismo: “así que las iglesias eran confirmadas en la fe y aumentaban en número cada día”. Entrando en la quinta sección encontramos la porción que hemos leído sobre la soberanía de Dios, y la sección termina en el 19/20 con la misma nota: “y así crecía y prevalecía poderosamente la Palabra del Señor”.

Es interesante notar esta frase: “poderosamente”. La operación de la soberana actividad de Dios, hasta en los asuntos más personales y particulares del apóstol Pablo y sus compañeros en el trabajo para el Señor, tuvo una eficacia poderosa, Veremos cómo más adelante.

La sexta sección termina con esos últimos versículos del capítulo 28 que hablan de la libertad que Pablo tuvo para anunciar el mensaje del Evangelio aún como prisionero en Roma: “y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada y recibía a todos los que a él venían, predicando el Reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo abiertamente y sin impedimento”.

Últimamente ha llegado a mis manos un libro misionero recién publicado en Inglaterra titulado “¿Hay algo demasiado difícil para Dios?”. Está escrito por un misionero que ha estado trabajando durante años entre los musulmanes en el Norte de África. El impacto que uno recibe al leer un libro como ése es tremendo, y la conclusión ineludible. Es sencillamente que Dios todavía sigue siendo soberano y sigue “funcionando”. Y si podemos creer esto y fiarnos más en Él, podremos ver cosas grandes de verdad hoy en nuestro trabajo para el Señor aquí en España. ¿Hay algo demasiado difícil para Dios, si efectivamente Él es soberano?

Este pasaje de Hechos 17, nos enseña varias cosas muy importantes en cuanto a la soberanía de Dios. En primer lugar, nos enseña que la soberanía de Dios significa que Dios gobierna realmente y directamente sobre las naciones de la tierra. Leed otra vez el versículo 26. Después de hablar de la soberana actividad de Dios con relación a la creación, el testo dice: “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres (se podía traducir “de las naciones”) y los límites de su habitación”. Dios gobierna directamente sobre las naciones, decidiendo sus “tiempos” y fronteras. Este es el Dios que gobierna sobre las naciones de la tierra y eso, queridos hermanos, es un tremendo consuelo para nosotros ya que, en la extensión del Evangelio, tenemos que enfrentarnos con naciones y gobiernos que muchas veces no simpatizan nada con la gran empresa que llevamos.

No nos olvidemos nunca de esa importante declaración del Señor Jesucristo, después de resucitado y poco antes de marcharse al Cielo. Dijo: “Toda potestad me es dada en el Cielo y la tierra”, y notad que la frase que sigue es consecuencia de la primera: “por tanto id y predicad el Evangelio a todas las naciones”. La empresa era de gran envergadura y las dificultades eran enormes para estos hombres. ¡+Todas las naciones! Pero ¿y los gobiernos, sus leyes, las gentes y sus costumbres, y los miles de problemas prácticos que habrá que superar? “Yo soy el jefe de todo – dice el Señor- y toda potestad me es da en el Cielo”. “Ya, Señor – contestamos- pero el cielo está muy distante”. Pero tengo “toda autoridad en la tierra” – añade el Señor-. Esto es tan importante para nosotros hoy, que quiero por unos mementos ampliar nuestros conceptos de “gobierno” a la luz de otros pasajes de las Escrituras.

 

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