EL CRISTIANO ANTE LA MUERTE

Roque SÁNCHEZ

“Portavoz Evangélico”. Año 1987

De no ser que el cristiano esté vivo cuando vuelva su Salvador en gloria, y acontezca lo que declara el pasaje de la Escritura con el que inicio este escrito, según está establecido para todo el género humano (Heb.9:27), el cristiano tiene que pasar también por la tremenda experiencia de la muerte. Cuando estamos gozando de paz interior y también de buena salud, no nos aterra pensar o hablar de la muerte, a los que somos creyentes en Jesús. Pero tengo la impresión de que hablamos del tema de la muerte contemplando solo los benditos efectos que gozaremos después de haber pasado por esta experiencia, y no tenemos presente lo que realmente supone pasar por el trance de la muerte, o sea, la muerte en sí. Creo que, si se mirara de esta forma, muchos cristianos comprenderíamos que necesitamos una capacitación más adecuada para no defraudar a nadie en ese momento que algunos llaman: “la hora de la verdad”.

MORIR ES DORMIR

Es curioso como Jesús se refería a la muerte de las personas considerándolas como si estuvieran dormidas. Para Jesús morir era semejante a dormir. Y a muchos cristianos que tienen tanto apego a la vida presente, les ocurre como a los niños que no quieren irse a la cama. Posiblemente quieren seguir participando de las actividades del día, como los demás que no van a dormir, o quizás tienen miedo a quedarse a solas en la oscuridad. No obstante, dormir es completamente natural, cuando la persona está cansada. Se siente entonces la necesidad del sueño. Teniendo la seguridad de que se despierta después con nuevos ánimos y nuevas fuerzas. Sin duda, dormir, no significa dejar de existir; el cuerpo y los sentidos quedan como insensibles, ajeno a lo que ocurre en el mundo que le rodea. Pero la persona sigue viviendo en sus sueños tremendas experiencias como las que vive despierta.

San Pablo dice que la muerte es algo que no nos agrada a ninguno, porque supone tener que “desnudarse” del cuerpo que tenemos actualmente. Me impresiona bastante, cuando medito sobre el tema de la muerte, las distintas formas como Pablo, el apóstol de lo gentiles, se expresa cando se refiere a la muerte. En Filipenses 1:21, dice que, para él, morir, es ganancia. Quizás en su época ya existían los que decían: “El que muere es el que pierde” y “El muerto va al hoyo y el vivo al bollo”. En contra de esos refranillos, él afirma que la muerte para él era partir para estar con Cristo.

No obstante, cuando Pablo está dando detalles en cuanto a la muerte misma (2Cor.5:1-5), dice que es algo que no agrada a ninguno, porque supone tener que desnudarse del cuerpo que tenemos actualmente, y esto es algo que ni a él mismo le resulta agradable. Reconoce, como todos los entendemos que, “desnudarse” de este cuerpo que tenemos, es una experiencia impresionante y nada fácil. Solo hay una cosa que Pablo le proporciona paz y tranquilidad ante la realidad de la muerte, y es saber que la muerte, ese desnudarse del cuerpo terrestre, es un acontecimiento en el cual Dios no está ajeno, sino que está programado y controlado por nuestro Dios, el cual no ha querido que afrontemos la experiencia angustiosa de la muerte sin la seguridad, la paz y la confianza que en ella proporciona las arras del Espíritu (2Cor.5:5)

Lo que ocurre en la muerte, es semejante a lo que hace un nómada cuando desata las cuerdas de su tienda. Creo que Pablo recibió bastante información en cuanto a la muerte. En una ocasión le dieron por muerto (Hch.14:19). Cuando escribe a Timoteo sobre la proximidad del tiempo de su partida (2Tm.4:5), la frase que emplea se puede traducir así: “el tiempo de soltar las amarras está cercano”. Según esta expresión Pablo está enseñando que, lo que ocurre en la muerte, es semejante a lo que hace un nómada cuando desata las cuerdas de su tienda y arranca las estacas para trasladarse a otro lugar. Sí, la muerte no es dejar de existir, trasladarse a otro lugar donde se vive en circunstancias bienaventuradas, pero tienen que desatarse las ligaduras, y arrancarse las estacas que nos tienen sujetos a esta vida.

Sin duda, esta experiencia no resulta tremenda, si se llega a ella como dice el apóstol: “he guardado, o mantenido la fe” (2Tm.4:7). Posiblemente se está refiriendo al conjunto de verdades reveladas que había recibido en relación con Dios, con Jesucristo y con la eternidad, ero creo que esa frase también incluye su confianza plena en esas verdades que, en el tiempo de partida de este mundo y de esta vida es lo único que pude darnos la paz, la fortaleza y la confianza que necesitamos. Tanto Pablo como Pedro (1Ped.1:13-15) cuando hablan de su muerte, la consideran como el momento de partir del cuerpo afirmando de esa forma que el cuerpo es solamente nuestra tienda o morada en este mundo que abandonamos cuando partimos al morir.

EN LA MUERTE, ¿SE ESTÁ CONSICIENTE O SE ESTÁ INCOSCIENTE?

Morir es partir, dejar el cuerpo. Pero en esta partida, dejando el cuerpo, ¿sigue la persona consciente o queda inconsciente hasta la resurrección? Pablo afirma que, al partir del cuerpo, se hace acto de presencia delante del Señor (2Cor.5:6-8), donde los creyentes están hasta el momento de su regreso con Jesús, en el día de su venida, para recibir, mediante la resurrección del cuerpo que duerme en le polvo de la tierra, un cuerpo glorificado (1Ts.4:13-17). El cristiano, por su fe en Jesús tiene la vida eterna (Juan 6:47). Es una vida que no termina o se interrumpe, o deja de ser consciente por la muerte, para después volver a empezar con la resurrección. El caso de Esteban es una demostración clara (Hch.7:59-60). Con la historia del rico y Lázaro, Jesús uso en la mente de sus discípulos, de forma bien patente, la realidad de que la persona sigue en una existencia consciente, después de partir del cuerpo al morir. Aunque allí Jesús tenía el propósito de advertir de la necesidad de atender al mensaje de la Escritura para evitar una existencia de dolor en el más allá (Lc.16:27-31). Y, especialmente, una existencia cuyas circunstancias no pueden ser cambiadas aún cuando se realice la resurrección de los que durmieron en Jesús y de los que murieron en sus pecados (Juan 8:24 y 5:28-29)

CONFIANZA EN LA RESURRECCIÓN

Yo creo que tos los cristianos confían plenamente en la resurrección y en el gozo eterno de la gloria de Dios, pero lo que algunos no tienen muy seguro es la supervivi9encia consciente de sus almas en el tiempo que media entre le muerte y la resurrección. Pienso que esta inseguridad no le ayuda mucho a la hora de la muerte. Creo que es más confortante en ese comento saber que se va al encuentro de Jesús, como Pablo afirmaba en Filipenses 1:28: “teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor”. No encuentro base en la Escritura para creer que la existencia consciente de las personas queda anulada por la muerte. La Escritura presenta al cristiano como la persona que, después de recibir a Cristo como Salvador y Señor, sigue gozando de la presencia de Cristo para siempre. Esta presencia de Cristo dice Pablo en Colosenses 1:28, que es la esperanza de gloria para los creyentes, No creo, pues, que la muerte nos prive de la presencia de Cristo, sino que nos lleva a gozar de su presencia personal. Mientas está en el mundo, el cristiano, el Espíritu del Señor realiza la vida de Cristo en su ser (Rom.8:9-10), siendo percibida esta presencia de forma sensible interiormente. Pero al partir del cuerpo en la muerte, el Espíritu de Dios lleva al ser consciente y espiritual del hombre a gozar de la presencia visible de Jesús en sub gloria, y sea pasa del mundo de las cosas visibles para el ojo humano, al mundo de lo espiritual e invisible (2Cor.4:18), donde las cosas solo pueden ser visibles en el espíritu (Ap.1:10 y 4:1.2)

La Escritura dice en Romanos 5:5 que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. Y más adelante (8;3-39) afirma que “ni la muerte ni la viuda, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. De verdad, yo no encuentro base en la Escritura para creer que la existencia consciente de las personas queda anulada por la muerte hasta que vuelva a la vida corporal en la resurrección. De acuerdo a las Escrituras, consideradas por Jesús como la verdad de Dios (Juan17:17), La muerte es como desnudarse, es como dormirse, es como iniciar un viaje que nos lleva al mundo de las cosas invisibles, las cuales llegarán a manifestarse y ser visibles en toda grandeza y su gloria: “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros, también seréis manifestados con ´El en gloria” (Col.3:4)

 

 

 

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