EL AVIVAMIENTO
Pablo WICKHAM
“Edificación Cristiana” Año, 1992
NECESIDAD DEL AVIVAMIENTO
Algunos rasgos deficitarios de la Iglesia.
1) Prioridades equivocadas, lo que se evidencia por la
mucha mundanalidad y el materialismo del pueble de Dios. Al faltar el primer
amor, como en la iglesia de Éfeso (Ap.2), otros amores, como la idolatría
espiritual, llenan el lugar que debe pertenecer al único Dios. El corolario es
que las cosas empiezan a tener más importancia que las personas
hechas a la imagen de Dios, y a menudo esto lleva a un énfasis demasiado grande
sobre estructuras, tradiciones eclesiásticas – a veces, verdaderas costumbres
socio- culturales -, con todo el dispendio financiero que esto requiere para su
mantenimiento. Se puede llegar a “servir al servicio” antes que al Señor del
servicio.
2) La
superficialidad es otro rasgo deficitario, resultado directo del interior,
aún en el aspecto sagrado de la predicación. Cuando esto pasa, se enfatiza más la
forma, lo externo, que el fondo el sermón en sí, el poder de la Palabra que
ha de llegar a los oyentes. A veces, esto puede llevar a la reducción del lugar
que se da la Palabra a fin de que no “moleste” demasiado a los que escuchan. O
sea, se deja de enseñar “todo el consejo de Dios” y los sermones pierden garra
y relevancia para las necesidades y problemas actuales. Si esto prosigue, sin
rectificarse, puede llegarse al punto – como ya se oye – de que bla Iglesia se vuelva
anacrónica e irrelevante, sin mensaje para el hombre de hoy. Y en esta
situación lo más serio es el desplazamiento que sufre la Palabra. Su lugar
matriz en la Iglesia, según el NT, es ocupado por otras cosas; la tradición,
cierta ideología religiosa o, lo que es peor aún, la filosofía materialista de
la sociedad secular.
3) La oración, rasgo que caracterizó a las iglesias del NT, es una práctica deficitaria en casi todas las iglesias. Las reuniones dedicadas a ella exclusivamente escasean y las existentes registran escasa asistencia. Falta fervor, entusiasmo, convicción porque faltan el amor por el Señor y por la Palabra.
“Ningún hombre es más grande que su propia vida de oración.
El pastor que no ora, juega a ser cristiano; los miembros que no
oran, divagan. Tenemos muchos organizadores, pero pocos agonizadores;
muchos protagonistas y dadores, pero pocos que oren. Son
muchos los que cantan, pero pocos los que claman; hay bastantes pastores,
pero pocos luchadores; muchos temores, pero pocas lágrimas;
mucha afición por la última moda, pero poca pasión por las almas
que se pierden. Existen, así mismo, muchos que interfieren en la obra,
pero pocos son los que interceden por ella. Hay finalmente mucho escritor,
pero pocos que lo llevan a la práctica. Al fallar en este punto,
fallamos en toda la línea. Los dos requisitos paran una vida cristiana de éxito
son la visión y la pasión, nacidas y mantenidas ambas sólo con la oración. Y si
queremos ser grandes para Dios, hemos de pasar mucho tiempo con
Él.
El secreto de la oración es la oración en secreto. Un hombre que peca dejará de orar;
un hombre que ora dejará de pecar. La oración es sencillamente profunda y
profundamente sencilla. La oración es al creyente lo que el capital al
empresario. ¿Puede alguno negar que en las iglesias modernas lo que causa más
preocupación es la falta de dinero? Pero, esto fue lo menos preocupante para
las iglesias del N.T. Nuestro énfasis reca sobre el ofrendar, el de
ellas sobre el orar. Cuando hemos dado, hacemos nuestro local;
cuando ellos oraron el local tembló. Es por esta oración en el Espíritu,
según el N.T., la oración que hace temblar al infierno y quebranta los
corazones del mundo, por la que – parafraseando a Churchill – nuca tantos debieron
tanto a tan pocos intercesores. Para esta clase de oración no hay sustituto; o
la hacemos, o morimos”. (Extracto del libre “Por qué tarda el avivamiento”,
de Leonard Ravenhill).
Nota del traductor. Lo importante de esta cita es la gracia contenida en un
constante juego de palabras, pero que difícilmente puede captarse en una
traducción; hemos tratado de soslayar esto subrayando las palabras que
contrastan en sí. Creemos no obstante que destaca lo suficiente la importancia
de la gracia intercesora en relación con el avance de la obra de Dios, y desde
luego, con el avivamiento que ésta precisa.
4) La adoración,
en estas circunstancias, decae, y es reemplazada por una ortodoxia fría y
rutinaria que carece de vida espiritual. Recordemos por el salmo 85:4-7 que uno
de los propósitos del avivamiento es devolver el gozo al pueblo de Dios.
5) El egocentrismo, el amor propio emergen en los creyentes, lo que hace que se olviden de Dios y de sus responsabilidades espirituales hacia los demás fácilmente. Al invertirse el amor, buscando su propio interés y gloria y, no la de Dios, el creyente se aproxima al estado descrito por el Apóstol en 2 Tm.3:1, en el que los hombres (se entiende que los que profesan fe en Cristo) llegan a ser “amadores de si mismos más que de Dios”, aun cuando hipócritamente suelan esconderlo bajo una capa de piedad.
6) La mayordomía también carece de autenticidad,
aunque, por su propensión hacia fines concretos, es probable que tarde en
manifestarse. Pero al dar de mala gana, rutinariamente, afecta tarde o temprano
a la obra de Dios; la obra y los siervos de Dios que dependen de sus hermanos
sienten su abandono. En el AT, la institución sacerdotal y la levítica
decayeron cuando Israel fue infiel en la práctica del diezmo – de ahí la
solemne exhortación de Malaquías 3:10-. Otra consecuencia funesta de esto lo
reflejan a veces las actitudes de los que dependen de las ofrendas que, en vez
de clamar al Señor y esperar en su intervención fiel, presionan, exigen lo que
necesitan, produciéndose verdaderos “forcejeos” a causa de las necesidades
económicas. Pero, como en otras áreas de servicio, el dar ha de ser de corazón
y por amor y si ésta falta, es mejor no dar. Esto nos recuerda como el gran
misionero Hudson Taylor rehusaba recibir ofrendas de personas que no estaban
preparadas y tuvieran que dar por obligación.
7) El decaimiento
del testimonio personal es otra de las causas en la necesidad de un
avivamiento. Unas veces es por temor a la gente; otras, porque existe una
conducta equívoca inconsecuente con ello. El pecado consentido cierra los
labios porque incomoda al corazón, como pasaba en Sardis (Ap.3:1-4)
8) El relajamiento moral, A pesar de los esfuerzos por “tapar agujeros”, el relajamiento moral se agrava al no vigilar. Faltos de poder espiritual – con el Espíritu Santo dejado en un rincón, entristecido-, los creyentes empiezan a caer en los mismos groseros pecados que el mundo. Es la situación dada en Laodicea, con el Señor fuera de la puerta y con una falta total de discernimiento espiritual. Sólo un gran avivamiento puede anular esta lamentable situación del pueblo de Dios; pero, para ello Él tiene que abrir nuestros ojos a la realidad de nuestros propios corazones, a fin de que podamos cooperar con Él para derribar los obstáculos que impiden su plena bendición.
LAS CARACTERÍSTICAS DE UN AVIVAMIENTO
No queremos significar con este título que todas las características
descritas se ven en todos los avivamientos, sino que nos proveen de unos signos
de identificación. De hecho, cada avivamiento es distinto; depende del Espíritu
soberano y cómo Él quiera manifestarse en determinadas circunstancias.
1. Un avivamiento tiene que ver
exclusivamente con el pueblo de Dios, es decir, la verdadera iglesia de los
redimidos por la sangre de Cristo, nacidos de nuevo por el Espíritu de Dios. No
se puede avivar, dar vida de nuevo, a lo que nunca tuvo antes; para avivar un
fuego, tiene que haber quedado un rescoldo de lo que fue antes, al que se sopla
para que la llama surja de nuevo. Por supuesto, es de esperar que un avivamiento
en el pueblo de Dios también impacte por extensión a otros de alrededor de
ellos, pero en todo caso esto sería un resultado secundario, no primario.
2. Es una intervención directa de Dios,
su iniciativa de principio a fin. Esto no quita para que el Señor conteste las
oraciones de algunos de sus siervos, sean pocos o muchos en cada caso, pero
cuando el avivamiento por fin viene, es cuándo y cómo Él, y sólo Él, desea. En
los Samos 80 y 85 vemos el clamor del pueblo de Dios por un avivamiento, y en el
Salmo 126 la contestación a algunas de esas oraciones.
3.
Generalmente es algo repentino, manifiestamente sobrenatural y espectacular,
que afecta exclusivamente a los creyentes. Durante un avivamiento el poder del
mundo y del pecado sobre los creyentes es quebrantado de tal manera, que reciben
un nuevo impulso hacia el cielo, tienen renovados deseos de una comunión íntima
con Dios, leen ávidamente sus biblias y no dejan de reunirse a menudo para adorar,
orar y aprender más de la Palabra.
4. Hay un sentir de la presencia y santidad de Dios; a veces esto se concentra en una persona, a veces en un lugar, como en los casos de los avivamientos habidos, llevándolos a una profunda convicción de pecado y a un quebrantamiento, de la misma manera que tantos hombres de Dios fueron llevados también, como Isaías, Ezequiel, Habacuc, Daniel, el apóstol Juan, Pedro, Gedeón.
5.
Los avivamientos siempre exaltar la Persona, la Obra y la gloria de Cristo,
y el poder de su Palabra. Por propia definición, un avivamiento tiene que
ser cristo céntrico, porque le coloca a Él de nuevo en el centro de su pueblo.
6.
Un avivamiento genuino no puede planearse, organizarse o ser controlado
por los hombres. Dice H Jones, historiador de algunos estos maravillosos
acontecimientos: “Al principio Dios comenzó a obrar; luego el diablo se opuso;
después. Dios obró mucho más, pero por último el hombre empezó a actuar, y el
avivamiento cesó”.
ALGUNAS CONSECUENCIAS DEL AVIVAMIENTO
a) El poder del mundo
y del pecado sobre los creyentes es quebrantado de tal manera, que reciben un nuevo
impulso hacia el cielo, tienen renovados deseos de una comunión íntima con
Dios, leen ávidamente sus biblias y no dejan de reunirse a menudo para adorar y
orar y aprender más de la Palabra. Esto se ve claramente en los avivamientos bíblicos
(bajo Esdras, Nehemías, Ezequías y Josías. Y en los avivamientos históricos,
hubo tal fervor y deseo de reñirse, que muchas personas no querían volver a sus
casas.
b) Al mismo tiempo los creyentes suelen comprender mucho más
claramente el estado desesperado de los inconversos de alrededor de ellos, y son
impulsados a testificar u orar tan fervientemente, que muchos de aquellos son redargüidos
de pecado y se convierten al Señor. El amor de Dios se canaliza a través de los
creyentes con tal poder que los del mundo acusan el impacto y responden como
los judíos en Pentecostés. “¿Qué tenemos que hacer para ser salvos?”.
c) A más largo plazo, el poder transformador de un avivamiento
sobre las iglesias a menudo ha sido de una envergadura histórica considerable fue así en Pentecostés.
Se cuenta del avivamiento de 1904 en el País de Gales, que el fermento espiritual
generado vació literalmente las tabernas, las cárceles y los prostíbulos,
estimulaba la piedad e impulsaba obras sociales y misioneras.
Comentarios
Publicar un comentario