AVIVAMIENTO ESPIRITUAL
Antonio Ruíz
“E.C”. Marzo – Abril, 1987
COMENTARIO
2ª Crónicas 7:12-16
Los tiempos de Esdras exigían una profunda renovación
espiritual. Y, es posible, aun cuando no podamos dogmatizar, que fuera él quien
rescatase del olvido estas palabras de Dios a Salomón que constituyen uno de
los textos clásicos sobre avivamiento. Pero la insistencia no es mala cuando el
tema es fundamental. Esta es una promesa de Dios. ¿Cuál es el contenido
de esta promesa?
EL AVIVAMIENTO EXIGE CONCIENCIA DE NECESIDAD (v.13) “Si” describe
una situación posible cuando el pueblo fuese puesto bajo disciplina. El juicio
comienza por la casa de Dios. La falta de lluvia con la consiguiente
esterilidad; la langosta que consume todo medio de subsistencia y trae
frustración, la mortandad y el decaimiento propio de la pestilencia
(Dt.28:21-24:42). Todo esto viene por la indiferencia o el declive de atención
a la Palabra de Dios. Esta situación podría cambiar, pero no sin despertar a la
necesidad y anhelar la bendición (Joel 2:12-18). Jesús dijo: “Yo os he puesto
para que llevéis fruto y que vuestro fruto permanezca”; ¿hay esterilidad
espiritual y falta de conversiones genuinas? Dios dice: “de mí será hallado tu
fruto” y “derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”; sentimos o
vemos que sembramos mucho y recogemos poco?; ¿nos parece que todos los
esfuerzos quedan en nada? De nuevo: “Yo he venido para que tenga vida y la
tengan en abundancia”; ¿tenemos la impresión que el apagamiento espiritual lo
invade todo y nos es difícil encontrar la vitalidad que es propia de la obra
del Espíritu de Dios? No podemos conformarnos con migajas cuando tenemos todas
las riquezas de gracia, gloria, sabiduría. Dios tiene lluvia, salud y finalidad
(Lc.15:11; 2ªCrón.33:12-13)
EL AVIVAMIENTO EXIGE CUMPLIR LAS CONDICIONES (v.14). ¿Cuáles son
estas? Humillación (Is.57:15). La humillación implica tres cosas: 1)
Respeto, al contario de aquellos labradores (Mt.21:37), que habían perdido su
conciencia de arrendadores y no estaban dispuestos a dar cuentas al Dueño. 2)
Obediencia, propia de la relación filia, que aprecia la disciplina y sabe
escuchar en dependencia (Heb12:9) 3) Vergüenza, como quien despierta a la
realidad y ve las excusas que anidaban en su corazón para evadir la responsabilidad
ante la enseñanza y el servicio.
Cuando se dan estos supuestos la vuelta a Dios viene por
añadidura (2ª Crón.30:11, 15). ¿Qué nos puede ayudar a tomar esta actitud? En
primer lugar, saber que somos el “pueblo peculiar de Dios; no somos como las
naciones, somos un pueblo único, escogido, tesoro especial, y hemos de vivir a
la altura de nuestra vocación. En segundo lugar, invocamos el “nombre” y esto
implica unidad entre lo que decimos y lo que hacemos; entre lo que conocemos en
la Palabra y lo que vivimos en la práctica (Is.29:13; Rom.10:9-10). Implica
consagración a quien invocamos; supone buscar una patria mejor, preparada por
quien no se avergüenza de llamarse Dios nuestro. Aquel que invoca, espera el
perdón (Hch.22:16) y la salvación (Hch.2:21)
Oración. Esta “oración” es aquella que hace que otro intervenga o arbitre en la
causa de uno, se supone que es sabio y poderoso y que asume nuestra causa. No
tenemos duda sobre nuestro Dios, hemos de orar confiando en sus promesas,
esperando respuestas, haciendo nuestra la causa del Señor. La Biblia está llena
de ejemplos de contestaciones divinas. ¿Encontrará Dios al “hombre” que intercede
por la tierra? (Ezq.22:3)
Búsqueda. El “rostro” es una metáfora para la persona del Señor, es su persona que
nos interesa, quien busca pone en lugar secundario aún las mayores bendiciones,
y el Señor y su gloria vienen a ser lo más grande. Dios es el único objeto de
amor, alabanza y obediencia.
Conversión. Esta palabra suena extraña a nuestros oídos, nos parece que
este concepto bíblico difícilmente es aplicable al creyente; pero aquí Dios
habla a “su pueblo” el cual anda en “malos caminos”. Conversión es volver, pero,
volverse para mirar a la gracia, la gracia que asegura perdón, aceptación,
vida. Subyacente a esto ha de haber abandono de cuanto no es adecuado. Rehusar
semejante al de Moisés, escogiendo el vituperio antes que la gloria de Egipto.
Pero, sobre todo, es echarnos confiadamente en la gracia del Señor que nace al
impulso de su amor y que restaura, santifica y suple para toda nuestra
insuficiencia.
EL AVIVAMIENTO Y SUS RESULTADOS (v.14). “Entonces” y no antes
de cumplir las condiciones: “Yo” con énfasis; yo y solo yo haré esto que sigue.
No atamos las manos a Dios, pero esperamos con confianza. Son promesas ancladas
en la fidelidad de Dios, y enuncian un propósito divino; no hay promesa vacía,
sin contenido. ¿Cuáles son los contenidos de esta promesa?
a) “Oiré desde los cielos”, el lugar de gobierno. Es un oír
efectivo, que “pone en marcha” los mecanismos de su providencia en gracia,
misericordia, restauración. Dios escuchó a Zacarías (Lc.1:13) y nació nada
menos, que el “precursor” del Mesías. Dios escuchó a Jesús (Heb.5:7 y fue
levantado por la resurrección para llevar muchos hijos a la gloria. Dios escuchó
a Cornelio (Hch.10:31) y esto trajo muchas bendiciones también a otros. Dios
contesta y mucho más allá de lo que pedimos o entendemos.
b) La contestación de Dios supone dos cosas Una el perdón; “perdonaré
sus pecados”. Este perdón nos lleva a la cruz, y se hace posible porque Cristo
fue hecho propiciación. Es un perdón enraizado en el nuevo pacto sin el cual,
ni se agota el pecado, ni se hace posible, sobre una base firme, la relación
con Dios. El pone sus leyes en nuestras mentes y las escribe en nuestros
corazones “porque seré propicio a sus injusticias y nunca más me acordaré
de sus pecados y transgresiones”. ¿Qué más puede ofrecer el Señor?
(Jer.31:31-34). La otra cosa, sanidad: “y sanaré su tierra”. Con el perdón acaban
también las consecuencias del pecado. El cielo da lluvia como en tiempos de
Elías. La langosta deja su tarea destructora y da paso a la restauración, como
se promete a los israelitas del tiempo de Joel. Acaba la mortandad como en “la era
de Ornán jebuseo” (1ªCrón.21:15). ¡Comienzan los frutos! (v.15; 1ªPed.3:12). “En
esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto y seáis así mis
discípulos, para que todo lo pidierais al Padre en mi nombre, él os lo de” (Jn.15:8,
16)
Comentarios
Publicar un comentario