SEGUNDA BESTIA

G. R. BEASLEY MURRAY

Ap.13:11-18

V.11. Una segunda bestia viene en ayuda de la primera, como su profeta. Tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, lo cual simulaba la persona de Cristo, pero sus palabras eran diabólicas (cf.Mt.7:15) V.12. Que la segunda bestia hace que la tierra adore a la primera bestia pareciera indicar que esta figura representa el sacerdocio del culto el emperador. Más adelante se la designa como “el falso profeta” (Ap.16:13; 19:20; 20:10) Sin embargo, así como la bestia de siete cabezas y diez cuernos significa el imperio anticristiano corporizado en un anticristo personal, es probable que este sacerdocio pagano esté también representado en una cabeza suprema que dirige su obra diabólica. Tal interpretación concuerda con la posterior afirmación de que el falso profeta y el anticristo serán arrojados “vivos al lago de fuego (Ap.19:20; 20:10), porque es dudoso que en tal contexto una bestia represente a un individuo y la otra a una corporación. En realidad, esos pasajes pueden significar que el falso profeta es un ser demoniaco como el anticristo. Vs.13-15. Es posible que Juan quiera decir que los milagros producidos por el falso profeta serán genuinos. Ese es un hecho reconocido de la profecía cristiana referida al anticristo (cf.Mr.13:22; 2Ts.2:9) La marca de la bestia en los incrédulos es la contrapartida del sello de Dios sobre los cristianos (Ap.7:1-8); ambas sirven para manifestar las respectivas lealtades, ya sea con Dios o con el diablo. Si ambas designaciones llevan la intención de señalar las cualidades espirituales y al mismo tiempo servir como método la identificación externa, sugieren que el carácter tiende a excluir influencias con las que no estaban de acuerdo: en caso de los creyentes, las influencias satánicas, y en el caso de los incrédulos la magnánima acción del Espíritu Santo.

El hombre se hace cada vez más parecido a la imagen de su maestro (v.17) V.18. El efecto inmediato de recibir la marca de la bestia se traduce en el ostracismo social de quienes la rehúsan. No sígnica otra cosa que una declaración de guerra económica, por parte del Estado, contra la iglesia. La marca de la bestia reproducía su nombre o el número formado por la suma de los valores numéricos representados por las letras de su nombre ya que en griego y en hebreo no hay guarismos separados y las letras del alfabeto tienen que suplir ese propósito. Su número es seiscientos sesenta y seis. Las soluciones propuestas a este enigma son tantas como su número. Tales interpretaciones consideran el número como un símbolo de lo que le falta al anticristo para la perfección. Es probable que desde el momento en que Juan utilizó una fuente hebrea en este capítulo, el nombre original era un nombre hebreo y el número no fue inventado por él. Un número, por lo tanto, que podría denotar ese principio maligno tanto como el imperio y el individuo en el cual podría estar encarnado, era más de lo que cabría esperar, una perfecta representación de la maldad.

 

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